Heraldo-Diario de Soria
El artista Félix Morán en el taller donde realiza maquetas de aperos de labranza en la localidad leonesa de Fresno de la Vega. ICAL-

El artista Félix Morán en el taller donde realiza maquetas de aperos de labranza en la localidad leonesa de Fresno de la Vega. ICAL-

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Rosa Álvarez/ ICAL
Soria

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Son ya más de 15 años los que Félix Morán Miguélez, vecino de Fresno de la Vega (León), lleva dando forma y vida a unas 150 miniaturas. Los aperos de labranza tradicionales son los auténticos protagonistas de esta colección, donde también tienen cabida escenas típicas, como una representación de la matanza del cerdo, o espacios para el trabajo, entre los que destacan una herrería o una carpintería. Tampoco faltan reproducciones de edificios emblemáticos del municipio, como es el caso de la iglesia o el molino de Fresno, una pieza en la que todavía está trabajando.

Un apero cubre semillas que tenía su madre fue la primera miniatura que construyó y la culpable de su actual afición. Tal y como él cuenta, pensó que se trataba de un instrumento “curioso”, que le “gustaba” y que “quería conservar”. Así, acabó recuperándolo como objeto de decoración para el patio de su casa, pero también pensó en la idea de reproducirlo en miniatura y poder guardarlo siempre. Disfrutó tanto de esta experiencia que a esta herramienta le siguieron muchas otras que lo han mantenido ocupado en sus ratos libres desde hace más de una década midiendo y construyendo pequeñas piezas.

Sus creaciones están hechas a escala 1:10 y cuidando hasta el más mínimo detalle. En ellas, utiliza normalmente los materiales del original, principalmente madera y hierro, aunque no duda a la hora de dar toques de realismo a sus trabajos con plastilina u otros elementos. En cuanto al tiempo de construcción de las miniaturas, afirma que nunca se ha puesto barreras pero que, evidentemente, depende en gran medida de la complejidad de la pieza y del tiempo que tenga para dedicarle.

Además, como creador de estas reproducciones, señala que le resulta complicado elegir cuál es su favorita, tal y como un padre no debe elegir nunca entre sus hijos. Aún así, duda y acaba confesando una especial debilidad por una segadora de rastros. Hace unos diez años que trabajó en esta pieza, que encontró en una finca de Pajares de los Oteros y que captó su atención desde el primer momento.

Durante los días en que realizó las mediciones de la herramienta se desplazó en varias ocasiones a este municipio vecino de Fresno y, de tanto mirarla, hizo que la dueña empezara a sospechar de él y lo amenazara con avisar a la Policía. En ese momento tuvo que intervenir un vecino, que convenció a la mujer de que su intención no era robar la pieza, sino construir una réplica en miniatura. De este modo, pudo continuar su trabajo, aunque no sin antes prometer que, una vez finalizada la miniatura, volvería para enseñársela. Así lo hizo y Félix Morán reconoce orgulloso que, después de todo, “le gustó mucho”.

Puede que sea la historia que lleva detrás o la complejidad de la pieza, pero esta segadora de rastros se ha convertido en una de sus favoritas. Tras construir la miniatura, subraya que le quedó “la espinita” y más tarde acabó comprando una original para él ya que, aunque habían tenido una en casa hacía años, con el tiempo, su padre la había vendido para chatarra. Ahora, esta herramienta ocupa su lugar en casa junto a muchas otras piezas tradicionales que, tal y como afirma, se resiste a tirar.

Con los años, las miniaturas también han ido aumentando y ahora ocupan su propio espacio en “los antiguos pajares” de la finca, que él mismo ha acondicionado para exponer las piezas y hasta donde indica que se acercan muchos curiosos y vecinos que llegan con amigos y que quieren comprobar de cerca su trabajo.

Estos amigos y curiosos no han sido, sin embargo, los únicos que se han interesado por su labor, ya que ha expuesto sus miniaturas desde hace años en varios puntos de la provincia y en varias ocasiones. De estas muestras, Félix Morán indica que le resulta curioso ver cómo los aperos de labranza reciben un nombre diferente en cada zona y afirma que se ha arrepentido de no haber apuntado estos nombres para elaborar un glosario de términos. Una idea que va almacenando junto a otras y que todavía no descarta.

Aún así, por el momento subraya que su intención es seguir aumentando su colección de miniaturas. Un trabajo para el que cuenta con el apoyo y ayuda de su mujer y su hija, “una suerte”, según reconoce. Ahora, ha fijado su objetivo en la reproducción del molino de Fresno, que ya ha iniciado pero que ha dejado un tiempo para construir él mismo los muebles del salón del piso de su hija, porque la familia y su afición siempre son compatibles.

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