Heraldo-Diario de Soria

Monturas pacientes en los rastrojos

Cinco toros llegaron a las calles de Cuéllar tras un campero de valor mientras uno se escapó hasta las piscinas municipales y destrozó el coche de un concejal

Una imagen del toro que se escapó ayer por las calles de Cuéllar.-ICAL

Una imagen del toro que se escapó ayer por las calles de Cuéllar.-ICAL

Publicado por
C. MATA
Soria

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Nada más escaparse un toro, éste busca la humedad, el agua. Los viejos mayorales lo saben. Allí es donde hay que ir a buscarlos. Pues fiel a la norma, a esa ley natural, un toro de Lagunajanda, escindido del grupo de cuatro en el que estaba integrado cuando el encierro discurría por el túnel que atraviesa la autovía de Pinares, acabó en las piscinas municipales de Cuéllar. Quizá por no llevar gorro o por otra desconocida razón, el caso es que el astado no llegó a darse un chapuzón. Eso sí, antes destrozó el coche de un concejal de la corporación municipal.

Desde un inicio el encierro estalló en su agrupamiento. Un toro, cuatro, y otro al final. El primero atravesó el paso de Las Máquinas con un trote pausado, para acabar parado en la loma del rastrojo que sigue a la carretera de Cantalejo.

Cinco minutos después pasó la comitiva principal, con el grueso de los bueyes que arropaban a cuatro astados, uno de los cuales fue el que se escapó hasta la piscina de la villa mudéjar.

Finalmente, el más rezagado fue conducido con habilidad hasta el que, pese a su paso destacado por Las Máquinas, se había quedado, entre remolón y reservón, en el terreno que días atrás fue pista para las cosechadoras.

Tres más dos, cinco toros. Esos fueron los que acabaron protagonizando una bajada intensa, sin excesiva velocidad, por el embudo. En las calles su tranco limpio permitió carreras serenas y corajudas de los mozos cuellaranos y de otros cientos llegados de provincias aledañas.

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