El vino de Los Jerónimos del siglo XXI

Fue Fernando I de Aragón quien fundó el monasterio en el siglo XV. La orden jerónima convirtió este lugar en epicentro de la cultura y la política de su tiempo. Berruguete labró su retablo, Colón escribió el Memorial de 1497 y fue visitado por los Reyes Católicos, Carlos V y Felipe II. Pero los tiempos de gloria del poderoso Monasterio de La Mejorada caerían en las fauces de la exclaustración, las guerras y el olvido. Tras un periodo en manos de los Dominicos, que mantuvieron un colegio hasta los años 80 del siglo pasado, este lugar terminaría completamente abandonado.

Las puertas del futuro se abrieron en la añada de 1999. Magaña, Zugazabeitia y Moneo compraron 150 hectáreas: el 70% tierra de labor y, el resto, pinar. La Mejorada se convierte entonces en bodega. Dentro y fuera de sus muros se planta tempranillo, cabernet y syrah, siguiendo el consejo del viverista navarro. En 2004 nacen los primeros vinos tintos de La Mejorada y, en la añada de 2007, el arquitecto Rafael Moneo lo convierte en propiedad familiar. Desde entonces, la única preocupación del prestigioso arquitecto español, de origen navarro, ha sido dignificar el escenario donde se cultivan sus viñas y se crían sus vinos. Y elaborar un tinto a la altura del proyecto.

Trece años después, La Mejorada (Cercas y Las Norias), Villalar y Tiento satisfacen, en buena medida, el sueño de Rafael Moneo. Sus vinos reciben el aplauso de prescriptores internacionales y buenas puntuaciones en las guías, y alcanzan numerosos premios en concursos internacionales. Monasterio y bodega, protegidos por una cerca de tapial que los circunda, hoy reciben un millar de visitas al año, que pueden contemplar la capilla mudéjar y los restos del monasterio, y fotografiarse junto al arco gótico de la que fuera Capilla Fonseca. La Mejorada ha conservado parte de la arquitectura original, con edificios como la Casa del Peregrino, palomares, almacenes, casas de labranza y bodegas subterráneas.

Hoy visitan La Mejorada críticos, sumilleres, importadores y periodistas internacionales devolviendo –en cierta medida y gracias al vino- un protagonismo social del que responde la seriedad y el aval de Rafael Moneo. Su hija Teresa frecuenta el complejo vitivinícola familiar, siguiendo el criterio de su padre, y traslada el rigor del proyecto a un grupo de profesionales de la zona, que llevan aquí desde el principio. Se trata del enólogo vallisoletano Álvaro Bernardo, que cuenta con el asesoramiento del también enólogo francés Florent Dumeau, y la sumiller olmedana Paloma Cendón, que es la responsable de enoturismo. También figura el segoviano Ignacio Cabrera, responsable comercial, además del equipo de campo, con Clara, Johnny y Nelson al frente.

La Mejorada cuenta con un privilegiado emplazamiento. La bodega y la viña están situadas a cuatro kilómetros de Olmedo, uno de los destinos turísticos y culturales más importantes de la provincia de Valladolid. El componente histórico y artístico del viejo monasterio Jerónimo se suma a la importancia de unos vinos nacidos de una viticultura responsable, con prácticas culturales y criterios de calidad. La Mejorada está amparada por el sello Vino de la Tierra de Castilla y León, debido a que los cepajes con los que se elaboran los vinos no entran dentro de las castas autorizadas por la DO Rueda, a cuyo ámbito geográfico pertenece el término municipal de Olmedo.

Sin duda, se trata de una de las bodegas más singulares del mapa de los vinos de calidad de Castilla y León. Y, por si hubiese alguna duda, el prestigioso arquitecto Rafael Moneo ha demostrado que su entrada en el mundo del vino no era un capricho, sino una firme apuesta cultural por un escenario donde convergen suelos diferentes, un clima especial y un poso histórico fuera de toda duda. De alguna manera, todo esto se traslada a la copa de vino… tinto, de momento, pues no descarta elaborar un vino blanco en el futuro.