PERSONAJES ÚNICOS / ABEL CALLE
El ‘astronauta’ del medioambiente
Este palentino fue el único representante español en el lanzamiento del Deimos-1 / Trabaja en un proyecto para medir los aerosoles, vinculados al cambio climático, en el Ártico y la Antártida / Coordina una iniciativa para desarrollar planes de estudio en zonas rurales de Latinoamérica
Es un conversador guiado por el entusiasmo. Ama su profesión y lo demuestra en cada palabra que sale de su boca. Desgrana los temas con sencillez; explica para ayudar a entender, sin florituras. Es de los que piensa que la ciencia hay que trasmitirla adecuadamente a la sociedad para que ésta la valore. Es un hombre pasional que traspasa el laboratorio y llega a los lugares más recónditos para intentar cambiar el rumbo.
Abel Calle nació en un pequeño pueblo palentino y en segundo de BUP (el equivalente al actual 4º de ESO) se enamoró de la Física. «No hay nada tan divertido como descubrir cómo funciona la naturaleza; la física tiene el objetivo de elaborar modelos, con una propuesta de ley física y reproducir y predecir el comportamiento de cualquier sistema. Si la predicción funciona, el modelo asciende a la categoría de ley física y si no funciona se investiga el por qué y qué es lo que hay que modificar», explica emocionado. Y es que es de los que vive cada día como si fuera el último.
Su principal línea de trabajo es la observación de la Tierra mediante satélites así como la Física de la Atmósfera. Recuerda que cuando acabó la carrera el Laboratorio de Teledetección de la Universidad de Valladolid (UVA) compró una antena para recibir imágenes de satélites americanos en tiempo real pero no tenían motor de seguimiento y lo tenían que mover a mano. «Aun así era de las pocas que existían en España», apostilla. Unos comienzos «precarios» que les obligaron a desarrollar algoritmos de tratamiento de la información y, luego, su aplicación medioambiental.
Años después, su departamento fue requerido para asesorar a la implementación del primer satélite de observación de la Tierra gestionado por España, el Deimos-1. «Es uno de los principales logros tecnológicos alcanzados desde el entorno de investigación universitaria en el que me he visto involucrado, dado que dio lugar a la creación de una empresa que en la actualidad tiene decenas de trabajadores y me permitió trabajar durante unos años con el astronauta Pedro Duque», señala Calle. De hecho fue el único representante español en el cosmódromo ruso de Baikonur, en el desierto de Kazajistán, en el lanzamiento del satélite en 2009.
También ha participado en muchos proyectos internacionales como, por ejemplo, la iniciativa Dragón con China, en la que la Agencia Europea del Espacio (ESA) inició un acercamiento estratégico con ese país. La línea de investigación del palentino fue estudiar el impacto atmosférico en los incendios forestales y seguimiento de la vegetación. De todos los trabajos en los que ha participado, destaca el estudio de viabilidad de una constelación de satélites de vigilancia de incendios forestales en tiempo real.
En la actualidad, su actividad está centrada en la Física de la Atmósfera. Está dentro del grupo de Óptica Atmosférica (GOA) de la UVA. Este equipo pertenece a una red internacional de obtención de datos atmosféricos, principalmente aerosoles, así como de punto de calibración de sensores dedicados a este fin, al que acuden laboratorios de varios países. Uno de los proyectos que ha iniciado, tal y como comenta, tiene una «gran repercusión» en el ámbito atmosférico y climático ya que tiene como meta: completar una serie continuada de medidas de aerosoles en zonas polares: el Ártico y la Antártida.
Para comprender la importancia de este trabajo, Abel Calle expone que hay que destacar, en primer lugar, la dificultad para la obtención de medidas en estas zonas, al estar afectadas por la noche polar y en segundo término, la importancia que tendrán esas medidas en los aerosoles, elementos «claves» que dominan el cambio climático. «Su papel en la atmósfera es crucial porque sirven para establecer los balances energéticos en el equilibrio tierra-atmósfera», detalla el investigador de la Universidad de Valladolid. Por otra parte, asegura que las zonas polares tienen «un gran interés» en cualquier cuestión dirigida a la comprensión del fenómeno del cambio climático dado que son «más sensibles» y resulta «más fácil» observar la ruptura del equilibrio, sobre todo en la cubierta del hielo y en la atmósfera.
Al margen del laboratorio, Calle está muy orgulloso de un proyecto en el que ha participado recientemente. Ha sido coordinador nacional de España en una iniciativa financiada por la Unión Europea cuyo objetivo ha sido implantar planes de estudio universitario en zonas rurales desfavorecidas de Latinoamérica; entre ellas, zonas de selva afectadas por la guerrilla de Colombia y Nicaragua, y en otras zonas de Bolivia y México. «Ha sido satisfactorio mezclar la actividad universitaria con proyectos de cooperación al desarrollo», opina el palentino.
Su actividad científica la compagina con la docencia. Imparte dos asignaturas del Grado en Física: Mecánica clásica y Física Estadística. Además, es director del departamento de Física Aplicada, y presidente de la Sección de Física. Labores que le permiten estar en contacto con las nuevas generaciones y darse cuenta de que son los «grandes perjudicados» por la crisis económica. «Es cierto, y es un drama social que la edad a la que acceden al ámbito profesional es cada vez más avanzada. Sin embargo, están mucho mejor preparados. Han aprovechado lo que el sistema les ofrece, terminan el último curso de su carrera o el máster en otro país europeo, hablan idiomas, se forman en laboratorios de alto nivel tecnológico y sus currículos están sobredimensionados para la actividad para la que se les contrata, pero nadie les ofrece oportunidades para ubicarse donde les corresponde», reflexiona.
En este sentido, Calle considera que la sociedad será la más perjudicada en un futuro próximo por no haber realimentado el sistema generacional. «El envejecimiento del sistema universitario, sanitario, educacional y, por supuesto, científico es una prueba evidente», expone. En este punto, pone como ejemplo el envejecimiento de la plantilla de muchos grupos de investigación de gran nivel.
A su juicio, la Administración no trabaja para que Castilla y León sea puntera en el ámbito de física. Por este motivo, propone facilitar a que los grupos de investigación se integren en grandes unidades, ya que así se proporciona instrumental más avanzado con menor financiación. «No adelantamos nada teniendo excelentes físicos a nivel individual si van a tener problemas para acceder a convocatorias competitivas por no generar grupos con mayor peso específico», concluye.