Heraldo-Diario de Soria

Blázquez pide a los obispos que no se encubran los casos de abusos a menores

El presidente de la Conferencia Episcopal reconoce la «firme decisión de erradicarlos» y entiende que «el mundo esté indignado» con la Iglesia

Ricardo Blázquez, a la derecha, durante la Asamblea Plenaria de los obispos. --CEE

Ricardo Blázquez, a la derecha, durante la Asamblea Plenaria de los obispos. --CEE

Publicado por
G. SANZ
Soria

Creado:

Actualizado:

El Vaticano del Papa Francisco ha declarado la guerra abierta a la pederastia dentro de la Iglesia Católica; una línea de fuego a la que se ha querido sumar el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez en el discurso inaugural de la Asamblea Plenaria de los obispos, celebrada ayer.

El arzobispo de Valladolid reconoció la «honda conmoción» y el «comprensible escándalo» que han despertado los numerosos casos de abusos a menores en el seno del clero que han visto la luz en los últimos tiempo tras años ocultos en el cajón de algún despacho. y vivos en la cabeza de las víctimas 

Blázquez expuso ante los obispos los temas tratados en la Asamblea del Sínodo episcopal celebrada el pasado mes de octubre, subrayando que la Iglesia «reconoce abiertamente los abusos de diversa índole», algo que ha provocado que el «mundo esté indignado», ante lo que ha prometido «la firme decisión de erradicarlos» y un «inmediato y radical cambio de perspectiva».

El presidente de la Conferencia Episcopal aseguró que «los pecados deben ser reconocidos humildemente ante Dios y sin pretextos ante los hombres. No se puede encubrir los abusos ni darles una respuesta equivocada», detalló.

Los episodios de curas pederastas han salpicado al mapa de España; un goteo continuo que también ha dejado sus manchas en Castilla y León, comunidad que suma varios casos denunciados desde que Francisco Javier destapara los abusos de José Manuel Ramos Gordón en el Seminario Menor de La Bañeza, donde él y su hermano fueron algunas de las víctimas del clérigo. Un capítulo que quedó subrayado por la denuncia de los alumnos del Colegio Juan XXIII de Puebla de Sanabria hacia el propio Ramos Gordón, lo que supuso que la Congregación para la Doctrina de la Fe (ministerio de la Santa Sede encargado de aplicar el derecho canónico en casos de abusos a menores) aplicara al cura su segunda condena (la primera fue de un año apartado del ejercicio eclesiástico) y le expulsara de la diócesis de Astorga.

La Iglesia mantuvo en secreto este caso hasta que la víctima decidió hacerlo público. El obispo de Astorga Juan Antonio Menéndez (encargado desde octubre de la Comisión Antipederastia), que ha declarado en múltiples ocasiones que no abrirá investigación alguna para destapar a los que conocían estos casos, ha sido acusado tanto por parte de Francisco Javier como de Emiliano Álvarez (víctima de Ángel Sánchez Cao en el Seminario Menor de La Bañeza) de no perseguir a los encubridores. Es más, dos de los religiosos del seminario leonés conocieron la situación de mano de las víctimas y no pusieron freno a Ramos Gordón. Lejos de ello, fueron colocados en cargos de mayor rango.

También habló de encubrimiento Javier Paz, víctima de Isidro López en la parroquia de San Julián y San Martín, apuntando al obispo de Salamanca, Carlos López. El secreto pontificio (por el que ningún clérigo podrá ser requerido por los jueces u otras autoridades para dar información sobre personas o materias de las que hayan tenido conocimiento por razón de su ministerio) puede poner un as en la mano de pederastas y encubridores.

Ante este oscuro escenario, Ricardo Blázquez, siguiendo el discurso del Papa Francisco, ha querido mandar un mensaje directo en el que promete «combatir la falta de responsabilidad y transparencia con las cuales muchos casos se han tratado» y agradece a «los que han tenido la valentía de denunciar el mal padecido; ya que ayudan a la Iglesia a tomar conciencia de cuanto ha ocurrido y de la necesidad de reaccionar con decisión».

El presidente de la Conferencia Episcopal Española, quiso recordar también en su lectura que «no es legítimo abrigar sospechas sin fundamento», defendiendo la presunción de inocencia al aluvión de casos que están saliendo a la palestra.

Ricardo Blázquez reconoció que las «acciones y sanciones» son necesarias, consciente de que «la misericordia exige justicia»; más cuando las víctimas de abusos han sido castigados con «sufrimientos que pueden durar toda la vida y a los que ningún arrepentimiento puede poner remedio». Estos casos han rasgado la imagen de la Iglesia Católica, sobre todo ante los ojos de los jóvenes: «Muchos la han dejado porque no han encontrado santidad, sino mediocridad, presunción, división y corrupción».

tracking