Literatura
Salen a la luz las memorias inéditas de Concha de Marco
Tras tres años de trabajo, Martínez Laseca cumple con la voluntad inicial de la escritora soriana de que fueran publicadas
Sincera, sin filtros, con la agudeza y la inteligencia que siempre presidieron sus apreciaciones, y, por supuesto, con la brillantez literaria que la caracterizaba, Concha de Marco (1916-1989) escribió sus memorias. Lo hizo con la intención de que un día vieran la luz. Ha habido que esperar casi 30 años para que ocurriera y ha sido de la mano de José María Martínez Laseca, amigo, admirador de la obra de esta magistral poeta, traductora, ensayista y narradora soriana. La patria de otros. Memorias de una mujer libre es el título bajo el que ha transcrito los seis cuadernos manuscritos, «seis cuadernos en espiral», tipo escolar, en los que De Marco pasó revista, con honestidad, «caiga quien caiga», como ella misma escribió, a aspectos de su vida más íntima (la relación con su marido Juan Antonio Gaya Nuño y la difícil relación que siempre sostuvo con la familia de éste), de su literatura (su aprendizaje a través de la poesía de Antonio Machado, de Pound, Auden, Thomas, Yeats) y también de la sociedad socio-política y cultural que vivió: la España de II República, de la Guerra Civil, de la dictadura del general Franco y el comienzo de la Transición. «Su tiempo está muy marcado por el miedo de la Guerra Civil y las consecuencias que trae para los vencedores y el silencio que se impone a los vencidos» del bando republicano, en el que se encontraban Concha de Marco y su marido, explica Martínez Laseca.
Precisamente, ese carácter de testimonio de una época es uno de los muchos atractivos, junto a una prosa precisa, de esta publicación editada por Cálamo tras tres años de intenso trabajo en la transcripción y un completo estudio sobre la obra y la vida de Concha de Marco del propio Martínez Laseca y prólogo de Gonzalo Santonja. Su aparición en el mercado editorial coincide con la publicación de otros libros «muy de este estilo» de grandes escritoras españolas de aquella época, pero lo interesante de estas memorias de Concha de Marco que, hasta ahora, permanecían inéditas, es que fueron concebidas por la autora como una novela, al hilo de las posibilidades y nuevos terrenos literarios que el Ulises de James Joyce había abierto, según la soriana. En La patria de los otros, Concha de Marco «se sincera» y, desde Julián Marías, Enrique Tierno Galván, José María de Azcárate, Rafael Alberti, Camilo José Cela, Pancho Cossío, Benjamín Palencia, Joan Miró, Francisco Franco o el que fuera su ministro de Educación, Joaquín Ruiz Jiménez «y una relación muy sobresaliente de personajes de la posguerra española hasta el año 1977», las personas con las que tuvo contacto a lo largo de su vida, desfilan ante su memoria y el juicio de su pluma. Porque, apunta Martínez Laseca, hay en estas memorias mucho de «ajuste de cuentas», de «acto de justicia» «sagaz y sincero».
Concha no se corta en ellas en hablar del «encontronazo» con Julián Marías, tampoco de que la madre de Juan Antonio Gaya Nuño siempre la consideró poca cosa para su hijo (no dio su consentimiento para la boda religiosa que, una vez caído el Gobierno de la II República, tuvieron que repetir por la iglesia cuando Gaya salió de prisión), o de las quejas a la educación patriarcal que había recibido el autor de El santero de San Saturio. «A Gaya lo idolatra, pero también le recrimina que ella tenga que hacer “tareas de mujer”», añade Martínez Laseca. Porque en estas memorias también afloran muchas de las ideas que presidieron la personalidad de la singular autora: un profundo feminismo, independencia, ansia de libertad, necesidad de tener un espacio de trabajo, pero también aficiones, gustos propios que no siempre tenían que coincidir con los de su esposo. Aunque es innegable que en las páginas de estos seis cuadernos también aflora su sentido del humor, su ironía, ese espíritu crítico que la llevó a titular uno de los epígrafes sobre el mundo de la pintura que tan bien conocía por la actividad de Gaya Nuño como crítico de arte como «Plásticos plastas».