Pablo Berger: «Veo mucho talento en el corto»

Ser de Bilbao, «donde en los días de lluvia el cine era un sitio donde nos guarecíamos de pequeños», y vivir en pleno centro de la ciudad, rodeado de cines, «desde mi habitación, que estaba pegada al edificio de uno de ellos, podía oír las películas», relata, abocó irremediablemete a Pablo Berger al mundo del séptimo arte. Como director (Torremolinos 73, Blancanieves, Abracadabra); mejor, puntualiza, como «guionista-director, con la importancia que significa» agregar esta faceta primero, insiste. Pero, por encima de todo, como gran aficionado al cine. Porque «antes que director, soy cinéfilo», recalca. Aún recuerda el primer plano de su vida que filmó con la antigua cámara de super8 que le regaló su tío. «Escuché el “rurrrrrrrrrrrrr” de la película. Fue una especie de epifanía, un momento mágico», recuerda. Lo sigue escuchando en su cabeza (las nuevas cámaras digitales ya no suenan igual) cada vez que rueda. «Sigo con la misma ilusión», destaca, de aquel primer plano, un entusiasmo que le llevó a filmar su primer cortometraje Mama (1988) y a afrontar sus siguientes proyectos cinematográficos y la misma ilusión con la que, mañana sábado, dentro de la gala de clausura, recibirá el Caballo Celtíbero de Honor del Certamen Internacional de Cortometrajes Ciudad de Soria.