Heraldo-Diario de Soria

‘Ir, no ir’, misma historia, dos fusionados puntos de vista

José Antonio Díaz y Carlos de Andrés explicaron ayer los pormenores de este reportaje fotográfico sobre la ‘batalla’ día a día de una enferma de esclerosis múltiple que podrá verse este mes en La Audiencia

Carlos de Andrés y José Antonio Díaz-V. GUISANDE

Carlos de Andrés y José Antonio Díaz-V. GUISANDE

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Soria

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Ir, no ir, es mucho más que un conjunto de fotografías, que un reportaje gráfico sobre las barreras físicas (algunas también intangibles) que se alzan en el camino de una persona en silla de ruedas. Es, sencillamente, la vida de Chus Madurga, que desde hace años batalla con la esclerosis múltiple. Una vida que ella misma ha querido compartir y mostrar a dos fotógrafos (casi notarios de su realidad). Uno, su marido, José Antonio Díaz. El otro, Carlos de Andrés. Sin quererlo, sin pretenderlo, ambos han creado, a cuatro manos/ojos, dos cámaras, un documento de historia convergente y dos puntos de vista de distintos. Ambos explicaron ayer en la sala noble del Centro Cultural Palacio de la Audiencia, en la capital soriana, lo que ha supuesto este trabajo fotográfico cuyo resultado, en forma de exposición, puede verse a lo largo de este mes de mayo dentro de la programación de OnPhoto Soria.

La visión de José Antonio Díaz se centra, sobre todo, en aquellos 70 días en la habitación 226 del Hospital Virgen del Mirón, cuando los médicos «trataron de recuperarla del último brote; pero fue imposible», explica. «Como dos cables que se fundieron». Eso pasó, explica Díaz. De aquellos días terribles, que el cariño y el trato del personal sanitario del hospital soriano hicieron algo más llevaderos, nació esa primera parte del reportaje. Con Carlos, apunta Díaz, hay una amistad de muchos años y una estrecha relación laboral (ambos son profesores del Centro Internacional de Fotografía y Cine Efti). «Un día me preguntó si podría hablar con Chus para proponerle hacer un reportaje. Ella le dio carta blanca», añadió el fotógrafo soriano.

Durante casi ocho meses la acompañó en su quehacer diario, en Soria y en Madrid. Desde su aseo personal a sus visitas a museos, un tiempo en el que aprendió a ver el mundo desde la perspectiva de su silla de ruedas. «Para mí, este trabajo es una reflexión para que la gente tome conciencia», apunta. De la necesidad de poner en marcha de forma efectiva la Ley de Dependencia, de que ésta se aplique de forma humana, atendiendo a las necesidades de los pacientes y sus familias. «Que los políticos dejen de robar, que la dependencia sea una presión» que deban cumplir, apunta convencido.

Ambos coinciden en que sus trabajos, por separado, no tienen ningún sentido. Su significado cobra magnitud con su puesta en común. «Creo que no funcionarían por separado. Lo mejor que hemos hecho es fusionarlos», añadió Díaz.

Tal vez para el fotógrafo soriano lo más complicado fuera separar su trabajo del vínculo emocional que le une a Chus. En el caso de Carlos de Andrés, vencer el pudor, traspasar la intimidad de la persona retratada fue lo que costó al principio. Fue la protagonista del reportaje la que, con su naturalidad, le ayudó a hacerlo. Un día en el que la estaban vistiendo y aseando, Carlos de Andrés prefirió salir de la estancia y esperar a que terminaran. «Me dijo: “Ven, ven, no te preocupes”». Fue entonces cuando entendió que más que captar el concepto de desnudez, «la estaban vistiendo», recordó. «A veces, en esta profesión, cuando quieres hacer una historia así hay un determinado momento en el que te cortan, que no te dejan seguir. En el caso de Chus, no fue así. Le dio carta blanca» a Carlos, explicó Díaz.

Vencido ese inicial pudor, De Andrés retrató el día a día de Chus sin limitaciones. «Hasta me he llegado a meter con ella en la ducha sólo con la preocupación de que no se me mojara la cámara», señaló con sentido del humor. Aunque la anécdota más graciosa, asegura, fue la que vivieron cuando la acompañó a visitar el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Literalmente, se colaron. Antes de darles tiempo a decir nada, «nos metieron por una puerta», ni pasaron controles ni guardaron largas colas para entrar.

Los dos fotógrafos esperan que esta singular visión sobre la enfermedad de Chus, los problemas que tiene que afrontar día a día, sirva, no obstante, para ayudar a otras personas en esta misma situación, actual o futura.

Tras su paso por la capital soriana, aún no saben cuál será la próxima parada de Ir, no ir. Aunque esperan que una de ellas pueda ser en la sede del Centro Internacional de Fotografía y Cine (Efti), en Madrid, otra de las ciudades protagonistas de este reportaje fotográfico.

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