ARTE URBANO
Odintsovo, la ciudad rusa de los grafitis colosales
Artistas de 26 países pintan murales de hasta 60 metros de altura en paredes medianeras de edificios-colmena de la localidad de la periferia de Moscú. En el proyecto urbanistico participan grafiteros españoles como Pez, Okuda San Miguel y Sabek Nonsense
Moscú siempre sorprende. La capital rusa y su periferia viven desde hace años una profunda -y costosa- transformación. Uno de estos proyectos tiene lugar este verano a las afueras, en la ciudad dormitorio de Odintsovo. Se trata del festival 'Morfogénesis Urbana', una colosal obra coral donde 76 artistas de 26 países han pintado 36 murales gigantescos.
La idea no es pionera, en la polaca Lodz existe una iniciativa similar, pero sí supone una apuesta por un nuevo urbanismo: barrios enteros donde cada bloque tenga una pared medianera cubierta completamente por un grafiti temático. En este caso las pinturas alcanzan los 16 pisos de altura, entre 50 y 60 metros, siendo visibles incluso a una gran distancia, y en cierto modo logran un efecto similar al de la frondosa vegetación del Bosco Verticale de Milán, por lo que no sería extraño que esta idea se expanda por otros lugares.
Entre los grafiteros que participan en este museo al aire libre figuran artistas españoles reconocidos internacionalmente, cada uno aportando 'pinceladas' de su propio imaginario. Veinte años después de comenzar su obra en Barcelona, José Sabate, Pez de nombre artístico, se ha convertido aquí en lo que llama "un decorador de ciudades". En su mural, pura verticalidad protagonizada por un chaval apuntando al cielo, el fin último es transmitir optimismo a través de sus peces de colores.
Por el contrario, un pescado mucho más realista evoca en otra pared una denuncia de rabiosa actualidad. El plástico que cubre las escamas del pez dibujado por DA2 es uno de los grandes gritos del festival, un anticipo de la futura cumbre del clima de la ONU.
Otros participantes españoles son Okuda San Miguel, cuya obra cobra fuerza a través de su enfoque en las reglas del color; y Sabek Nonsense, que recupera las figuras de mujeres y animales que pueblan toda su trayectoria. Su grafiti, titulado 'Inocencia', mide 58 metros de altura y tardó siete días en completarlo con la ayuda de Yes.JM. Su joven de ojos tapados evoca otros murales suyos que ahora decoran las calles de Washington y Atlanta.
El mural que más ha llamado la atención entre los rusos es el de Yuri Gagarin, su mayor retrato en todo el país. Obra del italiano Jorit Agoch, representa al cosmonauta con sobriedad y tonos oscuros para reforzar su imagen de héroe. El artista, que ha sido felicitado por las autoridades, ha prometido volver en un futuro para retratar a la primera mujer en el espacio, Valentina Tereshkova.
La aportación al barrio de estas tres docenas de obras se puede observar en el ánimo de los vecinos, quienes se paran a disfrutar de las imágenes en el camino a casa, especialmente los más mayores. Además, también es llamativa la limpieza y el respeto por el resto del mobiliario urbano. Así, los grafitis actúan como una especie de antítesis de las ventanas rotas de James Wilson y George Kellin. Si la famosa teoría de estos criminólogos era que no arreglar un desperfecto invita a cometer más delitos por la indolencia de las autoridades, en este caso los gigantescos dibujos animan a dejar impolutas las calles.
"La gente ha empezado a interesarse por los grafitis y a mirar hacia Europa, donde son mucho más habituales y ya no hay tanto rechazo", afirma Anastasía Nan, artista del grupo CBKT. "Para un ruso hay un gran problema: el grafiti alude a algo malo, ilegal. Con festivales como este, la gente entiende que esto es arte. En el pasado no entendían el suprematismo y otras formas artísticas y arrasaron una exposición, y ahora ensalzan a aquellos pintores en todo el mundo. Con el grafiti lo mismo, se trata de tiempo", agrega su compañero tweso1 en un descanso del equipo.
Aunque la mayoría de los vecinos están encantados, hay gente insatisfecha con todo. "Por qué Gagarin no tiene el rostro completo? No se entiende este gato. Esto no es un gato, es una nutria", dice Anastasia imitando a alguno de ellos. Formada en bellas artes, afirma que desconocen este mundo porque hasta ahora estaba condenado al ostracismo. "Voy a poner un ejemplo, el 'Cuadrado negro' de Kazimir Malévich. Todo el mundo piensa incluso hoy que lo podría pintar su hijo y hacerse rico. No se valora la revolución que supuso, no se sitúa la obra en el contexto de la historia, de la cultura", añade.
En el eterno debate sobre la intencionalidad del arte, 'Morfogénesis Urbana' ha optado por ser un evento apolítico. Detrás está la financiación de las autoridades locales y de patrocinadores como la aerolínea Siberia Airlines (S7), aunque sus participantes recalcan haber tenido libertad absoluta. "No nos dieron instrucciones, pero pensamos que el espíritu del proyecto era dar color al barrio", afirma el grafitero ruso tweso1. "Son dos tipos de creatividad diferentes. Una especializada en la esfera política, y otra totalmente abstracta, como es este caso, agrega en un descanso junto a Anastasia, compañera del equipo CBKT. La artista rechazó hace un año visitar la exposición sobre Banksy que organizó la galería Tretyakov, uno de los principales museos de Rusia. El propio homenajeado criticó el evento porque, según dijo, nunca cobraría por mostrar sus obras.
"Mi madre fue a la exposición y tiene 60 años. Esto es bueno, muy bueno. Es cultura, una integración social, interés. Mi madre despertó después de estar 20 años intentándolo", subraya tweso1 al incidir en que iniciativas así pueden ser el embrión de una futura estética urbana.