CERTAMEN INTERNACIONAL DE CORTOMETRAJES DE SORIA
Todos somos figurantes
El cortometraje ‘Figurant’, del checo Jan Vejnar destaca en unas primeras sesiones que este año se podrán ver ‘on-line’
Sus ojos son los nuestros. Sentimos su extrañeza, su miedo, y con él, a través de un magnífico travelling a contraluz que nos hace viajar en el tiempo a las trincheras del ejército austrohúngaro en la Primera Guerra Mundial, nos sumergimos con el protagonista en una misma realidad y comprendemos que todos, al igual que él, somos figurantes en una película de la que no conocemos el guión y en la que somos meros peones de tablero de ajedrez. Hay momentos cinematográficos en los que reconocemos la huella de la genialidad, momentos que nos hacen celebrar ese arte, siempre joven y en constante diálogo consigo mismo y con otras disciplinas, que es el cine y ese plano, apenas 30 segundos, es uno de ellos. Figurant, una coproducción franco-checa dirigida y escrita por Jan Vejnar, arranca la primera sesión del XXII Certamen Internacional de Cortometrajes Ciudad de Soria poniendo el listón muy alto con una propuesta que destaca no sólo a nivel técnico con una briosa dirección, una airosa complicada puesta en escena y un cuidada dirección de arte, sino también por una fotografía de increíbles claroscuros firmada por Simon Dvoracek que encuentra su menor aliado en la misteriosa, doliente, trágica e inquietante partitura de Jan Vysock.
Denis Lavant, con un gran trabajo interpretativo, se convierte en nuestro alter ego, y con él vamos transitando por esta alegoría bastante lúcida y descarnada (bella y cruel) de la vida misma y los conflictos armados. El resultado es un cortometraje que destaca no sólo por su originalidad argumental, sino también por su fuerza visual y poética (e incluso moral) apoyado en un efectivo trabajo de montaje (que firma Jakub Vanse), como en el aterrador tiroteo en el bosque. Figurant’es uno de los filmes que, sin duda, habrá que tener en cuenta en esta edición y que, sin duda, perdurará en la historia de un festival que afronta, a consecuencia de la pandemia de COVID-19, una atípica y rara primera edición on-line que puede disfrutarse a través de la página web del Ciudad de Soria: www.certamencortossoria.org.
La animación lleva años dando grandes alegrías en el Ciudad de Soria y este año la primera sesión arranca con una obra muy notable ‘Sheep, Wolf&a cup of tea' (Ovejas, lobo y una taza de té) que adentra al público en un hermoso y misterioso mundo onírico que juega con la idea de que todos, en algún momento, podemos ser u ovejas o lobos. Con una preciosista puesta en escena que se recrea en azules, verdes y otros tonos fríos, en esta producción francesa de Marion Lacourt destaca también un hipnótico uso de los silencios y del sonido ambiente que conjuga, ya al final del filme, con una banda sonora firmada por Nathan Blais, de notas sugerentes y selváticas. Entre el homenaje a maestros de la pintura como John Everett Millais o Edvard Munch, el corto, por cierto, guarda una curiosa y simpática coincidencia con el cartel que este año ilustra el festival.
A un continente totalmente distinto, África, nos transporta Dá yie (Buenas noches), un filme que llega desde Ghana bajo la dirección de Anthony Nti. No son muchos los ejemplos de cine africano que llegan a las pantallas y, por tanto, puede decirse que se contemplan con más curiosidad si cabe. En este caso, para bien. El guión quizá no sea novedoso u original (dos niños se enfrentan a los peligros de montarse en coche con un desconocido), pero rezuma frescura y que saca brillo a lo convencional gracias a una enérgica dirección y, sobre todo, al trabajo de sus dos pequeños actores. Prince Agortey y, especialmente, Matilda Enchil. Es en ella, una niña muy vital, en la que recae la responsabilidad de la buena marcha de esta narración que camina airosa entre tópicos y convenciones.
También destaca el trabajo de una joven actriz adolescente, Laia Capdevilla, en Panteres, un cortometraje de Èrika Sánchez que pudo verse en la pasada edición de la Berlinale y aborda temas como la amistad, la identidad sexual, la aceptación del cuerpo o los trastornos alimenticios entre otros que afectan muy de lleno al universo femenino a esas edades. Y es la energía y la vitalidad que infunde esta intérprete a su personaje de Joana el que, sin duda, hace que esta obra, en la que las emociones (a veces confusas) se imponen frente a la propia narración cinematográfica, funcione y rezume sensibilidad. Rompiendo estereotipos sobre la mujer de los países en vías de desarrollo se presenta The Manila lover, una coproducción entre Noruega y Filipinas que dirige como un ejercicio cinematográfico muy orgánico Johanna Pyykkö. Lars (Oyvind Branstzaeg) es un noruego que, con algunos problemas laborales, mantiene una relación con Abigail (Angeli Bayani). La habitación de un hotel de Manila se convierte en el refugio de ambos por unas horas. Sin embargo, Lars no da crédito cuando las circunstancias le hacen ver que Abigail no es la persona que pensaba y, mucho peor, que ella no desea la vida que él puede ofrecerle; que su vida es, de hecho, mucho mejor en Filipinas. El buen trabajo actoral de ambos intérpretes es el valor principal de este cortometraje.
En O babado da Toinha (La salsa de Toinha) asistimos, entre la música y la gastronomía, a un momento muy especial en la vida de Toinha, una persona transgénero que disfruta (y hace disfrutar a los espectadores) preparando comida casera en este potente y ameno documental brasileño dirigido por Sergio Bloch. La cocina, la preparación del aceite de palma con el que después prepara sus platos, da pie, en una conversación continua de la protagonista, a tocar temas como la identidad sexual y personal («soy hombre y mujer al mismo tiempo», destaca la protagonista) o el rechazo social y familiar. Pero Toinha ya ha cerrado con el tiempo muchas heridas. Ve la vida como un lugar para tratar de ser feliz y ella disfruta creando ricos platos de gastronomía casera.
Entre el monte y la marisma, ópera prima de Niete, también en el terreno del documental y con también con la música como elemento conductor de la historia, aporta la oportunidad de conocer a Camarón de Plata y Juanillo, dos amigos de lo más entrañables que viven en la calle sin perder su dignidad.
Desde Suecia, Mónica Mazzitelli propone The wedding cake (la tarta de boda), una pieza de animación elaborada en técnica stop-motion (fotograma a fotograma) con muñecos de Playmobil. Juega en esta curiosa obra con el ritmo en el montaje y la propia banda sonora para componer el retrato de una mujer que vive una situación desesperada. También en el género de la animación se encuadra Shi_t happens, dirigido por Michaela Mihalvi, una especie de irreverente ‘arca de Noé colorista. Dentro del apartado especial dirigido a conocer cómo se está viviendo la pandemia de coronavirus en el mundo, destaca Uki, producción argentina firmada por Moema Umann, con una fascinante dirección de fotografía en torno a los paisajes nevados de Alaska y Yo me quedo en casa, de Carlos Polo, con un sorprendente giro argumental final.
La producción francesa High dating, de Jules Zingg, no encuentra el punto alegoría poética que pretendía. Horroscope, de Pol Diggler, muestra tópicos sobre el cine terror. A ‘Zwart, de Países Bajos, con dirección de Tommie Gerardts, le falta chispa.