Exposición hasta el 25 de febrero
El gran mago del cine, ‘Damas y caballeros, George Méliès’
La plaza de Mariano Granados de la capital soriana acoge esta muestra de La Caixa y la Cinémathèque Française que propone un viaje en el tiempo a la obra de este cineasta y a otros pioneros del cinematógrafo
l 28 de diciembre de 1895, en la mítica primera proyección del cinematógrafo que realizaron los hermanos Lumière en el Grand Café del Boulevard des Capuchines de París, el que estaba llamado a ser el primer gran autor de la historia del cine se encontraba entre el público. «Ante tal espectáculo, efectivamente, nos quedamos todos boquiabiertos, estupefactos, sin palabras para describir nuestra sorpresa. Cuando terminó, el entusiasmo era absoluto. Todo el mundo se preguntaba cómo se había podido obtener tal resultado», recordaría años más tarde George Méliès (1861-1938). Él, que a los 27 años había dejado su próspero cargo en la fábrica de calzado que regentaba y se había lanzado a cumplir su gran sueño, comprar su propio teatro, el Robert-Houdin, y dedicarse al mundo del espectáculo y del ilusionismo, pronto quedaría hechizado por otro tipo de magia, la del cine que, sin duda, con sus más de 500 películas ayudaría a convertir en arte. A él y a otros pioneros visionarios de esta disciplina artística, que este año cumple 125º años de historia, está dedicada la exposición Damas y caballeros, empieza el espectáculo. George Méliès y el cine de 1900, una muestra que puede verse desde ayer y hasta el próximo 25 de febrero en la plaza de Mariano Granados de la capital soriana.
Emulando una de esas barracas en las que comenzó a exhibirse el cine en sus orígenes y que a partir de 1901 se establecieron de forma regular en la capital soriana en entornos como la plaza de San Esteban o el alto de La Dehesa antes de que aparecieran en las primeras salas de proyección estables, la muestra, organizada por la Fundación La Caixa y la Cinémathèque Française, en colaboración con el Ayuntamiento de Soria, propone al espectador un viaje en el tiempo a aquellos en los que el cine estaba en pañales, a sus peligrosas proyecciones por el alto contenido inflamable de los materiales en los que se positivaban las películas como la que en mayo 1897 acabó en tragedia en París contándose entre los espectadores la mismísima hermana de la emperatriz Sissi, Sofía Carlota de Baviera; a esas primeras películas de brevísimo metraje llenas de trucos y efectos especiales (súbitas desapariciones y apariciones, cambios de vestuario…).
Como buen mago, no tardó Méliès en ver el potencial del cinematógrafo. Menos de seis meses después de asistir a aquella primera proyección en Des Capuchines, Méliès dirigió su primera película: Una partida de cartas. Si Louis Lumière fue el primer director y productor de la historia (aunque muchos quieran quitarle ese mérito), Méliès fue, sin duda, el primer gran cineasta de ficción. El primero en dejar su impronta en el cine de autor. Productor, actor e incluso creador de la escenografía y el vestuario de sus filmes, Méliès fue también el artífice del primer estudio cinematográfico de la historia. Una maqueta del mismo, que creó en la localidad de Montreuil, es una de las piezas ‘estrella de esta exposición que se ha adaptado a los protocolos COVID-19 con medidas como la desinfección fotocatalítica (Uv) del aire, entre otras. En su estudio, que concibió como una estructura acristalada con un foso, una pasarela metálica frente al escenario y un espacio reservado para la cámara (solía utilizar dos para duplicar el número de copias), Méliès comenzó a distinguirse por sus imaginativas películas de ciencia-ficción y fantasía. Uno de sus grandes éxitos (y a la que están reservados gran parte de los 200 metros cuadrados de la exposición) fue Viaje a la luna (1902). Inspirada en la célebre novela de Julio Verne, Méliès revolucionó con ella no sólo la narrativa cinematográfica (la escena de la luna sobre la que aterriza un cohete es una de las más icónicas de la historia del cine), sino también su propia industria de exhibición. Al principio, los feriantes no querían proyectarla porque duraba mucho, 15 minutos. Pero tras la primera proyección… «Nunca he sabido cómo pueden correr las noticias a tal velocidad en el mundo de los feriantes. Lo que está claro es que, al día siguiente, todos los feriantes de Francia estaban al corriente del gran éxito y llovían los encargos», recordaría años más tarde.
Pero Méliès no se encasillaba en géneros y en la muestra pueden verse también otras de las películas que, con su productora Star Film, realizó entre los años 1896 y 1912, como El sargento vencedor, Bailarina, El ilusionista, El jardinero regado, Lección de bicicleta o Guerra de almohadas, así como algunos de sus anuncios publicitarios (sí, Méliés también fue pionero en este campo). En 1913 rodó su última película. La pérdida de licencias, el plagio de sus obras, cambios en los gustos del público y algunas desgracias personales dificultaron que pudiera seguir creando más ilusiones cinematográficas. Hasta llegó a quemar gran parte de sus películas para extraer de sus negativos la plata que, entonces, formaba parte del soporte de fotogramas.
En 1926, cuando el cine ya era todo un arte, el director de una revista cinematográfica reconoció al gran cineasta en el vendedor del puesto de juguetes que regentaba junto a su esposa en la estación parisina de Montparnasse. Desde entonces los homenajes no cesaron para el primer gran mago del cine hasta su muerte en 1938.
Damas y caballeros, empieza el espectáculo. George Méliès y el cine de 1900 puede verse de lunes a viernes de 12.30 a 14.00 y de 17.00 a 19.30 horas (fines de semana de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 19.30 horas). Hay visitas guiadas de lunes a viernes a las 18.30 horas y los fines de semana también a las 12.00 horas. Las visitas para grupos (ya hay algunas reservas) deben tramitarse a través del teléfono 900 80 11 37.