Heraldo-Diario de Soria

HISTORIA DOCUMENTAL

Presas en Soria durante la Guerra Civil y el primer franquismo

En los primeros días de noviembre, la asociación soriana ´Recuerdo y Dignidad´ llevó a cabo su XVI Semana de la Memoria Histórica con el objetivo, añadido a la general reivindicación de los Derechos Humanos, de celebrar el 40º aniversario de la primera edición del libro ´La represión en Soria durante la Guerra Civil´. Sin embargo, es el homenaje a la escritora Almudena Grandes y los actos en torno a la novela gráfica ´Dentro´ de Isabel Ruiz, lo que nos impulsa a este nuevo artículo  

Campos, presos y prisiones en Soria. Elaboración propia (JAGB) a partir de documentación del AMS.

Campos, presos y prisiones en Soria. Elaboración propia (JAGB) a partir de documentación del AMS.

Publicado por
JUAN A. GÓMEZ BARRERA
Soria

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Por más que la memoria personal nos traslade, en los inicios de los años ochenta, a los talleres gráficos Ingrabel, en Almazán, y, más exactamente, al momento preciso en que su gerente, Antonio Beltrán, nos regaló los dos volúmenes de la primera edición del novedoso y arriesgado ensayo de Gregorio Herrero y de Antonio Hernández, nada nos distrae, a la hora de valorar su importancia bibliográfica, de su contenido –polémico, útil y esencial, prioritario entonces y necesario hoy cuarenta años después– para seguir desbrozando un camino por desgracia aún apenas esbozado. A esa tarea, a la que no cabe olvidar ni su segunda edición, al cuidado de Iván Aparicio y Luis Castro [Soria 2010], ni los aportes investigadores de Carlos de Pablo Lobo, en su artículo “Soria: la retaguardia convertida en prisión” incluido en la obra colectiva ´Cárceles y campos de concentración en Castilla y León´ [León 2011], nos sumamos nosotros con dos artículos incluidos en esta serie: “Campos de concentración de prisioneros de Soria” y “Prisioneros, camas de paja y trabajos municipales” [Heraldo-Diario de Soria, del 22 de abril y 6 de mayo de 2019 respectivamente]. El asunto es tan reciente que solo habría que decir que la escritura de estos se apoyó en “una riquísima documentación local” del Archivo Municipal, extraída de los padrones municipales de los años 1935 y 1940 y de sus rectificaciones de 1936, 1937, 1939, 1942 y 1943; de la particular Correspondencia de Alcaldía; de los Antecedentes de Sesiones y de las Actas de los Plenos Municipales del periodo; y, desde luego, del hallazgo de 118 estadillos que daban cuenta, semana a semana, del trabajo “forzado” [“esclavo”, diría Aparicio García] que 757 prisioneros de las cárceles sorianas, componentes en su conjunto del titulado “Campo de Concentración de Soria”, ejecutaron en las carreteras de entrada a Valonsadero y subida al Castillo, en las calles Pósito y Caballeros, en la plaza de Toros, en el Matadero, y en el futuro Campo de Deportes de San Andrés y calles circundantes de la Ciudad Jardín, entre el 18 de abril de 1938 y el 24 de febrero de 1940.

De todo ello se escribió entonces, en aquellos citados artículos de este periódico, y convendría ahora que dejáramos de hacerlo y que usted no siguiera leyendo, que retirase la vista por unos instantes de esta columna y la dirigiera al cuadro que se ofrece como ilustración. Nada de lo que en él vea lo encontrará, por ahora, en los libros de referencia. Si observa con atención, comprobará que parte de su contenido ya lo ofrecimos en el segundo de los artículos citados, pero el resto es nuevo, o al menos complementario. Se incorpora una fotografía, ahora muy conocida, que publicó por vez primera la revista ´Culmen´, en 1939, en su único número; se añade, en la parte superior, un cuadro estadístico con el numerario de prisioneros, penados, evadidos, reclusos o concentrados “existentes” en los diferentes establecimientos carcelarios de la ciudad cuando el registrador municipal procedió al recuento. Es obvio que están entre ellos la treintena de detenidas que Carlos de Pablo atribuyó a la “Prisión de Mujeres” de Soria, en los meses de junio y julio de 1937. En nuestro recuento figuran 5 niños [tres varones y dos niñas] y sus madres, incluidas en el total de 57 mujeres, de las que 4 ya estaban en la Prisión Provincial en 1935; y otras, al menos 23, lo hicieron 2 meses antes de ser registradas, en torno al 16 de diciembre de 1936. Los varones, más precisos [al menos los 318 que llegaron a la prisión de Santa Clara el 17 de octubre de 1936], declararon llevar en Soria 78 días cuando fueron anotados, lo que nos hace pensar que serían signados entre el 2 y el 3 de enero de 1937 y que ese registro fue el que utilizó el director de la prisión para cumplimentar al Jefe de la División de Soria. Sin duda, sería esta la lista utilizada por los investigadores guadalajareños para cotejarla con la que se elaboró en Sigüenza al día siguiente de la toma militar, en la que figuraban 591 detenidos [490 hombres, 47 mujeres y 54 niños] y no 333 que refrendaba la oficial soriana.

En semejante contexto numérico cualquier demanda, como las reiteradas “sacas”, los internos olvidados, los traslados constantes para abastecer de “trabajadores” los campos satélites, volantes o improvisados, sería suficiente para justificar vacíos documentales siempre inconsistentes. Mas los listados que del material aquí estudiado puedan elaborarse tendrán a nuestros ojos tanto o más valor que los que intencionadamente hubieran podido “arreglar” las autoridades del estado franquista. Esa es la consideración que debería tener la relación de “mujeres presas en Soria durante la Guerra Civil” que ofrecemos a la derecha de la imagen; y esa es la que otorgamos a los listados generales de presos “sorianos” extraídos de los padrones municipales, listados que, en cuestión de días, haremos llegar a la dirección de ´Recuerdo y Dignidad´ para que las visualice quien así lo desee. Nuestras listas no podrán nunca explicar los desfases entre las conocidas por los historiadores al uso, ni dar con los 157 republicanos seguntinos desaparecidos entre aquellas, pero será un tercer documento a tener en consideración.

Las mujeres detenidas en Soria sufrieron tanto cuanto para otras presas, de otros sitios y condición, han relatado puntuales investigadores y reflejado, en su precisa obra gráfica, Isabel Ruiz. Nada se ha de excluir. Las condiciones de los recintos carcelarios, especialmente las del denominado “Campo de Concentración de Prisioneras del Fielato de la calle Valladolid”, poco hubieran de envidiar a los más desgraciados que se puedan imaginar. Pero es evidente que hubo presas –y, seguramente, niños– que no tuvieron el final de Constantina Alcoceba Chicharro, matrona de la Beneficencia Municipal de Soria, que por “extremista” y por conferenciar bajo este carácter en el Ateneo de Divulgación Social fue detenida y fusilada, según José V. Martí Boscà y Carmen Rojo Pascual, en torno al 5 de agosto de 1936. Su nombre no consta en ningún registro de los aquí estudiados, pero el AMS guarda un completo expediente cuya última instrucción lleva firma de 21 de septiembre, mes y medio después de la fecha de su muerte.

Queda mucho por decir, y en tanto llega una nueva ocasión para hacerlo, no es mal momento para exhibir un par de citas recuperadas de El Avisador Numantino. La primera nos sitúa, en el día de la llegada de los presos de Sigüenza a Santa Clara, al pie mismo del bando con el que Ramón Enrique Casado pedía a los sorianos auxiliasen a sus vecinos con “huevos, bacalao, café, aceite, leche condensada, carbón, sardinas, tocino y alubias.” La segunda, nos traslada al 6 de marzo de 1940, cuando el firmante, un conocido maestro de la ciudad, bendijo los trabajos realizados en torno al ferrocarril Soria-Castejón y en su general contexto celebró el que los esforzados trabajadores de los campos de concentración de la zona hubieran podido disfrutar del “esmero” de sus habitáculos.

 

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