Heraldo-Diario de Soria

CULTURA

Sánchez Dragó reivindica la cultura como espacio de “respeto y encuentro” por voz de su hija

El escritor dejó escrita antes de fallecer a su intervención, donde repasó su trayectoria vital y literaria además de pedir una rectificación a quienes aseguraron que su galardón no estaba justificado

Ayanta Barilli lee el discurso que dejó preparado su padre, Fernando Sánchez Dragó. RUBÉN CACHO - ICAL

Ayanta Barilli lee el discurso que dejó preparado su padre, Fernando Sánchez Dragó. RUBÉN CACHO - ICAL

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HDS
Soria

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“La cultura siempre es, o tendría que ser, un ámbito de respeto, encuentro, ecuanimidad, serenidad y concordia, a diferencia del generalizado sectarismo partidista imperante en la política”. Así lo dejó escrito negro sobre blanco, los días de Jueves y Viernes Santo, antes de morir, el escritor madrileño y soriano de corazón Fernando Sánchez Dragó, en su discurso en nombre de los galardonados con los Premios Castilla y León, y así lo leyó este viernes su hija, la escritora Ayanta Barilli, ante los alrededor de 800 asistentes en el Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid a los XXXIX Premios de Castilla y León. En sus primeras palabras, el autor de ‘Gárgoris y Habidis’ subrayó que, aunque siempre procuró “tener ideas más o menos ortodoxas”, carecía de ideologías, “por considerar que estas, cualesquiera que sean, vienen a ser algo así como la taxidermia de aquellas, su petrificación y su necrosis”.

Ante una nutrida representación de su familia, Ayanta Barilli quiso dar las gracias a los asistentes por acompañarles en estos momentos. “Mi padre ha fallecido hace apenas nueve días que me parecen cien años”, recalcó en declaraciones recogidas por Ical. “Soy y somos hijos del dragón. Mi padre echaba fuego por la boca, la cabeza y el corazón, que fue lo que se le quemó al final. Tenía muchísima ilusión por este premio, último por su carrera literaria entre las miles de cosas que hizo a lo largo de su vida”, apuntó antes de proceder a dar lectura al “último texto literario que escribió” y de invitar a la concurrencia a realizar “un juego fantasioso” para creer que no era ella quien leía, sino su padre. 

En el texto, Sánchez Dragó realizó un profuso recorrido por su intensa trayectoria literaria y vital, para asegurar que sería “imposible” ser “más soriano, más celtíbero, más numantino y más castellano” que él. En ese sentido, tras recalcar la “gratitud” y “emoción” por el galardón, defendió que el siempre fue “escritor y nada más que escritor, se diga lo que se diga”, y aseguró que “el resto es anecdótico” y que su “único caballo” fue la literatura.

La intervención tampoco rehuyó la severa polémica que despertó su elección por unanimidad del jurado como Premio Castilla y León de las Letras, que se hizo pública el pasado 20 de febrero desatando una fuerte oleada de críticas, fundamentalmente desde los partidos de la oposición. Para Sánchez Dragó, el galardón “sí está justificado”, a la luz del palmarés previo que atesoraba y que repasó citando, entre otros, sus dos premios nacionales de Literatura, junto a otros “avales de este premio” como sus 53 libros “más algunos otros en el taller”, 10.000 piezas de periodismo o 60 años de programas semanales de radio y televisión. Por todo ello solicitó que quienes manifestaron “precipitadamente y en abusos de sus funciones” que su galardón carecía de justificación, “rectifiquen a la luz de los datos, pues de sabios es hacerlo”. 

Además, señaló que en 1998 ya “estuvieron a punto” de darle el premio, algo que “no cuajó por una zancadilla política”, y que “diez años más tarde volvió a suceder lo mismo”. “Más vale tarde que nunca, y bien está lo que bien acaba”, subrayó antes de dar las “gracias, de corazón”. 

Un futuro museo

Sánchez Dragó, que falleció el pasado 10 de abril tras sufrir un infarto en su casa en la localidad soriana de Castilfrío de la Sierra, aprovechó el discurso para sugerir que el galardón de las Letras recaiga en el futuro en Irene Vallejo, la autora de ‘El infinito en un junco’, zaragozana de nacimiento pero “soriana, pues en Soria vivió”. Además, abrió las puertas a las autoridades presentes para convertir en un museo su casa en el municipio soriano, donde llegó después de que su madre se casara en segundas nupcias con Guillermo Alvarez Herrero, nacido en Castilfrío (que calificó como “uno de los lugares más cosmopolitas de la tierra”). Allí reposan, tras su muerte, los alrededor de 120.000 libros que configuraban su biblioteca personal, “que acaso sea, entre las privadas, la mayor del mundo…”. “Algo deberían hacer con ella, dicho queda. Esa casa es un museo. También están en sus dependencias los centenares de objetos acumulados por mi trajín de nómada en medio siglo de correrías por el mundo”, deslizó. 

Recuperar la memoria

En la intervención, el autor de ‘Muertes paralelas’ reconoció ser “un adulto permanentemente instalado en los días soleados y azules de la infancia gracias a la literatura”, y dio especial protagonismo a su padre, el periodista Fernando Sánchez Monreal, a quien nunca llegó a conocer pues fue asesinado en los albores de la guerra civil, cuando su madre estaba embarazada. 

“El cadáver”, señaló, “hasta ahora no ha sido identificado, si bien está “probablemente” localizado, ya que “se le dio tierra anónima en algún lugar cercano a Burgos”. En ese sentido, describió los desvelos que durante lustros le acompañaron para intentar localizar sus restos, y afeó a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica haberle dado la espalda en su empeño al considerarle “una persona incómoda”. “¿Memoria histórica? ¿Cerrar heridas? ¿Hacer justicia?”, se preguntaba el Premio Castilla y León de las Letras, tras recalcar que, para él, “sería algo más que un premio literario, por importante que este sea, recuperar los restos mortal de aquel periodista y escritor”.

En el discurso también glosó someramente la figura de sus compañeros galardonados en otras categorías: el poeta y director de la Fundación Jorge Guillén Antonio Piedra (Ciencias Sociales y Humanidades), la gimnasta Carolina Rodríguez Ballesteros (Deporte), la investigadora María Victoria Mateos (Investigación Científica y Técnica e Innovación), el artista Luis Moro (Artes), el Camino Francés Federación (Valores Humanos y Sociales) y el torero Pedro Gutiérrez MoyaEl Niño de la Capea’ (Tauromaquia).

La intervención estuvo plagada de referencias a otros escritores, desde Bergamín hasta María Zambrano, pasando por Lorca (en quien se detuvo para reivindicar la tauromaquia como “la fiesta más culta de la historia del mundo”), Galdós, Cervantes, Baroja o Delibes, junto a otros escritores que como este último le precedieron en el galardón, con quienes mantuvo “fecundo trato y fértil amistad”, como Claudio Rodríguez, Julián Marías, Andrés Trapiello o Antonio Colinas, entre otros. 

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