Cinco heroínas reivindican el deporte femenino
Las deportistas españolas temen volver al anonimato tras brillar en los Juegos
Cinco heroínas reivindican el deporte femenino conversando con EL PERIÓDICO. En los Juegos de Río 2016, 9 de las 17 medallas españolas las han conseguido las chicas.
CARLOTA PETCHAMÉ (Hockey sobre hierba)
"Somos tan buenas como los chicos"
Es una pura delicia hablar con ellas. Son encantadoras. Su espíritu competitivo, sus ganas de ser alguien en el mundo del deporte pero, también, en su otra vida, en el día después, las convierten en seres excepcionales, pero no por ello dejan de reconocer que, a su manera, en su deporte, en su reto, en su sueño, el mundo las maltrata o las considera menos que a los hombres. Y, sin embargo, ellas pelean, van a lo suyo. No es extraño, no, que el sobrenombre que más les pega sea el de guerreras. En cualquier deporte y disciplina.
Carlota Petchamé, de 26 años, estudiante (a menudo, a distancia) de Educación Infantil y una de las jugadoras de la selección española de hockey (octava en Río) y ahora puntal del Júnior de Sant Cugat, es uno de esos modelos. Y ella, por supuesto, ni llora, ni lamenta, ni se queja. Tira palante, que es lo que toca. Y orgullosa de hacerlo sola. «Somos tan buenas como los chicos y lo digo admirándolos, ¡ojito! Nuestro juego es tan o más vistoso que el de los muchachos. Nuestras aspiraciones son idénticas. Nuestros sueños, los mismos. La intensidad de nuestro entrenamiento, ni le cuento. Nuestro seleccionador, Adrian Lock, está loco, loco de remate y nos machaca muchísimo. Pero nuestro sueldo, cuando existe, es una cuarta parte del de los chicos», explica Carlota.
Petchamé, que tiene al hockey como un complemento de su formación, tuvo que irse a Bélgica para progresar «pues la crisis nos cerró el grifo a todas». Destacó, junto a sus compañeras, en el preolímpico de Leuven (Bélgica) y de ellas se enamoró el equipo local, que fichó, de una tacada, a Carlota, Gloria Comerma y Georgina Oliva. «Aquel primer años parecíamos princesas viviendo un sueño. Nos dieron una casa con sauna y todo, ¡un lujazo!» Petchamé fue la que más duró: tres años en Bélgica. Y hasta jugó en el prestigioso Royal Antwerp, donde el hockey «es casi una religión».
EMILIO PÉREZ DE ROZAS.
SOFÍA TORO ( Vela)
"Yo soy de mar, no de despachos"
«Por favor, por favor, no se olvide de nombrar y hablar bien del Gobierno de Galicia. Y del Ayuntamiento de A Coruña. Y, sobre todo, sobre todo, de la Universidad Católica de Murcia (UCAM), pues si no fuese por ellos hubiera tenido que dejar la vela y dedicarme a otra cosa». Escuchas hablar a Sofía Toro y te quedas boquiabierto. ¿Perdón? La más joven deportista oro de Londres 2012, campeona junto a Tamara Echegoyen y Ángela Pumariega, casi sin ayudas para poder clasificarse para Río 2016.
Pues sí. Con matices, vale, pero sí. Su clase, Eliott 6m, desapareció tras los Juegos Olímpicos de Londres y ella se enroló en la 470, pero cambió el plan ADO y las campeonas de unos JJOO dejaron de tener ayuda inmediata. Sofía consiguió dos años de beca y, luego, a trancas y barrancas, salió adelante como pudo.
Un poquito del plan ADO, mucho menos de lo que merecían, mendigar, sus ahorros, despachos e intentar pagar sus gastos y los de su tripulante, más pobre siempre que ella. «A ninguna de nosotras, como es natural, nos gustan las cosas que no tienen que ver con las olas, el viento o el mar, como es negociar con ejecutivos, buscar patrocinadores y/o discutir con directivos. Nosotras estamos hechas para la mar y el viento, no para los despachos».
Toro no se clasificó para Río y eso que, gracias a la UCAM pudo pelear por la plaza hasta el final. «Tenía solo un barco y la UCAM me compró el segundo, pues el problema era que la primera clasificación era en Argentina y, de inmediato, la segunda en España y no tenía tiempo de traer mi barco desde Argentina. Necesitaba dos y la UCAM me lo compró».
Y así siempre. Sin entrenador. O con pocos. O contados. Con su hermano Jano ayudándola. ¡Un oro en Londres 2012! No tiene demasiado sentido, ¿verdad? Pues ahí está Sofía, peleando para empezar ya su sueño de Tokio 2020. Y echando mano de ahorrillos que no tiene.
E.P.R.
MARÍA HERRERA (Motociclismo)
"He metido en esto hasta mis ahorros de la comunión"
Vale, sí, de acuerdo, que como ella hay miles, cientos de miles. Que hay muchas niñas y jóvenes que se parten el alma, la cabeza y el físico por llegar, por cumplir su sueño. Pero, lo siento, María Herrera (Madrid, 26 agosto 1996) ha demostrado que vale, que sirve, que merece ayuda, que hay que confiar en ella. Tanto que el otro día, cuando presentó su equipo MH6 Team, bueno, el de su padre, el del bueno de don Antonio, pan bendito, más majo que la Madre Teresa de Calculta, allí estaba, en primera fila, nada más y nada menos, que Marc Márquez, el tetracampeón del mundo, el mejor rookie de la historia de MotoGP. «Si María no merece ayuda, es que no la merece nadie», dijo el nen de Cervera.
Pues María Herrera, el pasado domingo, después de haber peleado en todas las categorías inferiores del motociclismo español y europeo, después de ganarse una plaza en el Mundial de Moto3, después de demostrar que tiene maneras de gran piloto, salió a correr en Brno, en el GP de la República Checa, con su KTM limpia de patrocinadores (no tiene) y un inmenso interrogante (?) en su carenado como preguntando al mundo qué más había de hacer para que alguien confíase en ella.
«Es mi apuesta personal. He invertido en cosas que tenían menos valor y futuro, pero esta niña se merece que alguien confíe en ella. Y mientras no encontremos a nadie, ahí estaré yo, con mi gasolinera, mi agricultura y ganadería jugándome mi patrimonio por ella», explica papá Antonio. Nadie, institución alguna ni empresa, ha querido acompañar a María en esta aventura: ser la única chica entre 111 hombres que compiten en el Mundial.
«No pido mucho, perdón, no pido nada, la voluntad, lo que quieran, solo pido que nos acompañen en esta aventura», señala Antonio desde Oropesa de Toledo. «Yo ya he metido hasta los ahorros de mi primera comunión», reconoce María, que no piensa rendirse.
E.P.R.
MARÍA VASCO (Exatleta)
"La etiqueta de deportista te cierra muchas puertas"
Hasta que Ruth Beitia logró hace una semana el oro en salto de altura, María Vasco era la única atleta española con una medalla olímpica, el bronce en Sídney 2000 en los 20 kilómetros marcha que fue el punto más alto de una larga carrera de casi 27 años. Se retiró a finales del 2013, a los 37, cuando entrenando un día en los huertos de su Viladecans natal se dio cuenta de que era su momento. Ahora, cumplidos los 40 años, sigue activa. Es entrenadora personal en una cadena de gimnasios, está metida en el mundo de la moda y de la estética y, además, entrena a un grupito de 12 niñas en el Club Atletisme Gavà.
«He tenido la suerte de trabajar en lo que me ha apasionado, y me han pagado por ello y he sido reconocida», asegura Vasco, pese a haber pasado momentos muy duros en el atletismo de élite. «Me acuerdo que en el 2006 me retiré un mes, después de los Europeos, donde fue 15ª porque me comprometí a cruzar la meta. Se acababa de morir mi padre y me llegaron críticas de todas partes, sin tener en cuenta que los deportistas somos personas de carne y hueso. Me llevé la gran decepción con mi país. Incluso comentaron que me debía retirar». No lo hizo, y tres años más tarde ganó otro bronce en los Mundiales de Osaka.
Pero María no se ha sentido nunca discriminada en el deporte. «Mentiría si dijera esto. Yo siempre he sido muy reivindicativa y he tenido mis problemas, pero creo que se me quiere y se me aprecia. En todo caso, la discriminación ha llegado por la especialidad que he practicado, que no tiene el reconocimiento que se merece dentro del atletismo».
Otro gran problema llegó en el momento del adiós: «Fue una gran decepción. Yo creo que podría haber aportado mucho a la marcha atlética. Pero no dejas de tener la etiqueta de deportista profesional y se te cierran muchas puertas. He llamado a muchos sitios y no se me ha respondido». E.P. R.
CAROLINA PASCUAL (Subcampeona olímpica de rítmica en Barcelona-92)
"Después de ser medallista, me sentí abandonada"
Carolina Pascual, plata olímpica en gimnasia rítmica en Barcelona, será la última entre los medallistas de aquel verano del 92 que tendrá acceso a la Libreta de Campeones, un fondo creado por La Caixa para los triunfadores de aquellos Juegos, que solo cobran al cumplir 50 años. Un plan de pensiones para el que la exgimnasta de Orihuela aún deberá esperar 10 años. Fue subcampeona con 16 añitos y ahora, con 40, sobrevive como puede a la espera del sustancioso maná olímpico, unos 420.000 euros que le irán muy bien a una mujer a la que, desde aquel 1992, casi todo le ha salido torcido.
«Ese dinero de La Caixa es mi vejez, es la tranquilidad que me corresponde por haberme dedicado a la gimnasia, a trabajar por España. ¡Qué menos que tener una paguica!»,exclama Carolina, desde hace tres años afincada en Madrid, adonde acudió desde Orihuela para pedir ayuda al Comité Olímpico Español (COE). Ahora colabora con él y trabaja en un gimnasio. «Si no llega a ser por el COE…», asegura la mujer que tocó el cielo con 16 años pero que, harta del suplicio de 12 horas diarias de entrenamiento, se retiró con 17 y reemprendió los estudios (que había abandonado a los 12) con 18 años. «Siendo medallista olímpica, nadie apostó por mí, me sentí abandonada», asegura Carolina , que deambuló por escuelas y gimnasios de Murcia y Alicante, que iban cerrando por la crisis galopante, haciendo inviable el simple pago de 450 euros mensuales de hipoteca de su casa de Orihuela.
Pero ella no se arrepiente del sacrificio que la llevó a un podio inédito para las mujeres españolas hasta Barcelona-92 («Lo elegí yo y logré ser la mejor. Yo siempre quise una medalla olímpica», asegura), aunque lamenta la dificultades que siguieron. «Me puse a trabajar en lo que podía porque nadie me dio un trabajo cuando me retiré, parece que nadie quería apostar por mí…», recuerda.
JOAN CARLES ARMENGOL.