FUERA DE JUEGO
La pelota vasca como objeto: un hito del diseño
El tac de una pelota vasca muestra un núcleo hecho de madera de haya, envuelto en cientos de metros de hilo de lana de oveja y por una piel de animal. El envoltorio son dos ochos cosidos que constituyen una esfera perfecta. "Un hito del diseño", advierte Xabier Landa, sabio en cultura etnográfica. Los ingleses prefirieron los rombos y los triángulos para redondear la tripa de los balones.
La pelota resuena aún hoy en el frontón del Club Natación Barcelona. Muchos siglos atrás, el chasquido contra la mano de los pelotaris sobrevolaba el balido de los carneros que pastaban por el Quinto Real, monte del Baztán, en el corazón de Euskalherria. El juego de la pelota vasca viene de la cultura megalítico pastoril, enraizado en la mitología vasca. Se disputaba en zonas dolménicas. Con el paso de los siglos, su práctica bajó de las montañas para instalarse en los pueblos. Los frontones se construían junto a la iglesia manteniendo el orígen religioso.
Hoy, la fabricación de pelotas se ha industrializado. Las primigénias se hacían con hilo de lana de oveja lacha y piel de perro. De perro? Sí, son animales que transpiran por la lengua y no por la piel y así, sin poros, la pelota duraba más, aclara landa. Las de ahora son de piel de ternera. Y en otra época lejana se hacían con la de carnero.
Un trinquete en Buckingham
El juego de la pelota en sus distintas variantes se disputó en Londres y París. El palacio de Buckingham conserva un trinquete en su interior, al igual que la Galería del Jeu de Paume junto al Sena. En el trinquete parisino se jugaba a paschaka, en la que los jugadores esgrimían una especie de raqueta. Esta modalidad que praticaban nobles y reyes, devino en el tenis de hoy.
La pelota era un deporte muy popular, surcó los continentes llegando hasta Manila (Filipinas) y Shangai (China) en sus diversas modalidades y las fortunas movidas en las apuestas. En Barcelona vivió años dorados en la primera mitad del siglo XX. Luego, el fútbol lo arrasó todo.
Karlos Arguiñano diferencia el frontón del estadio de fútbol por sus hinchas. "En la pelota no hay peleas de 'hoolingans', nada de violencia. Es un deporte tranquilo, pacífico", sostiene. Sepa el cocinero empresario pelotazale que al menos consta un fallecido en un partido. A finales del siglo XIX, un famoso pelotari de Alduides (Francia), mató de un pelotazo a un gendarme que abusaba del uniforme y la pistola, advierte Landa.