Heraldo-Diario de Soria

HISTORIA DE ARGENTINA

Boca-River, una rivalidad imparable

Los jugadores del River celebran la clasificación para la final de la Libertadores ante el Gremio de Porto Alegre.-AP

Los jugadores del River celebran la clasificación para la final de la Libertadores ante el Gremio de Porto Alegre.-AP

Publicado por
ABEL GILBERT
Soria

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Unos, los de Boca Juniors, son, según sus rivales históricos, los “bosteros”. Huelen como juegan. Los otros, River Plate, son “gallinas”. Dicen desde la otra trinchera que el pavor los invade en las instancias definitivas. Y aunque los modos de verse y nombrarse no se correspondan en absoluto con la realidad, a esta altura son imposibles de borrar del lenguaje futbolístico argentino.

Se convirtieron en una forma orgullosa de la identidad. “No me arrepiento de este amor/ yo soy de Boca si señor/ y no me importa nada de Boca yo soy/ juegue donde juegue allí siempre estoy”, cantan y se cantan a sí mismos los hinchas 'xeneizes'.  Los de River hacen exactamente lo mismo. “Que no me importa si ganas/ Que no me importa si perdés/ Yo vengo por la camiseta / Esos colores que llevas / Son parte de la enfermedad”. Ambos coinciden también en reconocer que el amor a los colores es “un sentimiento” que “no puede parar”.

Se vive como hincha en todo momento. Los colores ocupan un lugar central en el modo de socializar, de reconocerse, entre amigos, en el trabajo y en la misma familia. Que un padre de Boca tenga un hijo simpatizante de River, o viceversa, es lo peor que podría llegar a sucederle.

NACIDOS A ORILLAS DE UN RÍO HOY NAUSEABUNDO

Ambos equipos nacieron a la vera de un afluente hoy nauseabundo, conocido como Riachuelo, en un barrio de inmigrantes italianos. Pero River se mudó hacia el norte de la ciudad de Buenos Aires. Y con el correr de los años, empezó a ser asociado a otra posición social, más de clase media, y quizá de ahí venga el mote de “millonarios”. En cambio, Boca siempre fue más popular, no solo por una mayor masividad. “Yo te daré una cosa que empieza con B”, se cantaba a mitad del siglo XX en las tribunas. Después del golpe de Estado contra Juan Perón, en 1955, la 'B' se cambia por la 'P' del apellido del general en el exilio.

El propio devenir de la historia política argentina ha pulverizado las viejas separaciones. A partir de la mitad de los años 90, Mauricio Macri, entonces apenas el hijo de una de las mayores fortunas del país, se hizo cargo de la presidencia boquense. No solo ganó innumerables títulos. Los “muy ricos” empezaron a ocupar los palcos más selectos y amenizar los partidos masticando sushi. Para Macri, Boca fue la plataforma desde la cual saltó primero a la administración de la ciudad de Buenos Aires y luego al Poder Ejecutivo del país. El actual presidente del club, y uno de los alfiles de Macri en los tribunales, Daniel Angelicci, ni siquiera es hincha genuino del club. El lugar que ocupa da cuenta de que Boca es mucho más fútbol: un factor de poder.

LA REVANCHA

River se encuentra en ese sentido en las antípodas. Mantiene su perfil de institución social. Hay algo más que los diferencia de manera extrema. Boca nunca perdió su categoría. River, con su descenso a la segunda división, le dio a sus rivales un argumento permanente para la chanza. Podrá ganar la final de esta Copa Libertadores. Resentidos, los adversarios y a veces enemigos, le seguirán recordando que “se fueron a la B”.

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