EL MUNDIAL MÁS ESTELAR DEL CAMPEÓN
Márquez: 11 victorias y 17 podios en 18 carreras, lo nunca visto
El campeón de MotoGP cierra en Cheste el Mundial más arrollador en muchas décadas tras pasarse todo el año siendo primero o segundo. El único lunar del piloto de Cervera fue la caída en EEUU, por culpa de su moto, que no le impidió renovar el título cuatro carreras antes del final
Valentino Rossi y Andrea Dovizioso -uno, el mito, el Doctor, y el otro, casi nada, tres veces subcampeón de MotoGP- lo vieron claro en Le Mans, donde el chico de Cervera (Lérida) logró la tercera de las 11 victorias que, de momento, atesora este año en 18 grandes premios: El problema se llama Marc Márquez. Y punto. No hay más. Aquel día, Márquez derrotó a Dovi por dos segundos; antes, en Jerez, había vencido a Àlex Rins por 1,6 segundos y, un poquito antes, en Argentina, había dejado a Rossi a casi 10 segundos.
Hay, sí, una mejor temporada (en victorias) del octocampeón. Es la flamante 2014, con 13 victorias, pero solo 14 podios. Esta que cerramos ahora es más redonda, más regular. Nos propusimos acabar en el podio siempre y solo hemos fallado en Austin (Texas, EEUU), donde un problemilla en la moto me hizo caer. Lo demás ha sido fabuloso: o ganamos o segundos. Es decir, este 2019 se resume en (de momento) 11 victorias en 18 carreras y seis segundos puestos. Nunca tercero.
NÚMEROS IMPRESIONANTES
Más. Mucho más. Hasta demasiado. Por ejemplo, récord de puntos en el Mundial, incluso con una carrera menos. El subcampeón Dovi está a cinco victorias! del campeón (139 puntos). Fabio Quartararo, el rookie del 2020, el ogro que viene (dicen), está a casi 9 victorias! (223 puntos). ¿Y dios? ¿Y el doctor? ¿Y Rossi, que tenía miedo de correr en el mismo Mundial que Márquez? Pues está, creánselo, a 9 victorias de Marc!, 229 puntos.
Él niega que todo sea él. Los demás, todos, coinciden con Vale y Dovi: el problema es Márquez. Si lo quitas de la ecuación, de la parrilla, todo se normaliza. Dovizioso ya sería, tal vez, triple campeón; Rossi no habría envejecido tan rápidamente; Quartararo ya habría ganado algún GP, y hasta Viñales y/o Rins podrían aspirar al título siendo algo más jóvenes que Marc. Pero no, existe Márquez, que traspasa todo lo logrado a la familia, al pueblo de Cervera, donde me entreno y vivo de maravilla, a mi equipo personal, a mi equipo técnico, a Honda Tú puedes ser muy bueno, tener talento, tener mucha pasión, ganas, tener una gran moto, pero si todo eso no está en su sitio es imposible conseguir esos resultados. Repito: imposible.
Lo dijo el italiano Carlo Pernat, el gurú del paddock, descubridor de Rossi, cuando Márquez superó, en Alemania, el récord de victorias consecutivas en un mismo circuito que poseía el mítico Giacomo Agostini (9, en Imatra, Finlandia, 1965-73), cuando la estrella de Cervera ganó, por décima vez, en Sachsenring. Marc es único, especial, un auténtico pura sangre. Ha ganado, por décima vez, como si saliese a dar una vuelta en moto. Ha ganado tomándose una taza de café a 300 kilómetros por hora. Y la taza ni ha tintineado en las 30 vueltas de carrera. Tremendo!.
Solo me interesa ganar. El día que no pueda ganar, me iré. Y punto. No estoy aquí para lograr récords ni compararme con las leyendas de mi deporte. No me interesan los números ni los nombres. Yo vengo aquí a disfrutar y el día que no disfrute, me iré. Y no pasará nada. Los que se queden, que analicen mi palmarés, señala Márquez. Es tan, tan bueno, tanto, que, como Leo Messi, puede hacer magia cada domingo, porque muchas veces gana cuando nosotros creíamos que era imposible ganar. Gana sin saberlo nosotros, señala su ingeniero Santi Hernández.
Tras ganar, arrasar, en Termas de Río Hondo, Argentina, un periodista argentino, que debía acudir, por vez primera, a un GP, cerró la conferencia de prensa tras la victoria de Márquez preguntando: Perdón, señor Márquez, queda mucho Mundial pero, tras esta victoria, ¿vos pensáis que volvéis a ser candidato al título?. Marc le miró atónito, no podía creérselo, pero le respondió con su habitual amabilidad: Bueno, sí, claro, ¿no? Esa es siempre la intención, sí.