FÓRMULA UNO
Sainz encuentra un lugar al sol en la F1
Ha tenido que luchar contra la sombra de su padre, de Alonso, de Verstappen... pero es el gran líder de McLaren y se ha fijado en 2021 para hacer algo muy grande
Completó una gesta al alcance de muy pocos. Dos semanas atrás, en Interlagos, arrancó último de la parrilla y finalizó en el podio, y con un McLaren, un coche para andar entre el séptimo y el duodécimo. Si en lugar del GP de Brasil de 2019, hubiera ocurrido en 2002, el país entero se hubiera rendido a Carlos Sainz, se hubiera convertido en ídolo nacional. Pero la F-1 ya no se ve en abierto, nada de cuatro o cinco millones de espectadores de audiencia. No llega a 200.000 en Movistar, como en cada uno de los cinco años de Carlos en F-1. Pero ese quizá ha sido el menor los escollos en su carrera.
Puede que alguien piense que lo ha tenido más fácil que nadie siendo hijo de quién es. Error. Los pilotos de media España se morían por medirse a Sainz jr en los campeonatos de kárting para ganarle o echarle de la pista. Así creció en el automovilismo el hijo del bicampeón de rallyes, a golpes entre muchachos que se creían con el derecho a jugarle sucio. Un puñado de buenos resultados internacionales llamaron la atención de Red Bull, que le incluyó en su programa de formación de pilotos. Y por poco que alguien sepa cómo se maneja el doctor Helmut Marko, sabe que tener un padre campeón del mundo es más un hándicap que otra cosa al elegir a un muchacho para la estructura Red Bull.
ALONSO, MENTOR Y CONFIDENTE
Y llegó a la F-1 tras brillar en GP3 y ganar las World Series. Y le oscureció la otra gran sombra, la del bicampeón del mundo de Fórmula 1, la de su mentor, su amigo, su confidente, el gran preso pesado del paddock junto a Lewis Hamilton y Sebastian Vettel. Nada de lo que hiciera Sainz encontraría su justo reconocimiento al lado de Fernando Alonso, de su palmarés, de su poder mediático, de su influencia. No resultó fácil para Sainz, no, que para colmo debutó en 2014 en Toro Rosso junto a Max Verstappen, el chico tres años más joven que había obnubilado a Marko, toda la estructura Red Bull y a toda la prensa. Si Max es el nuevo Senna, como dicen, quién soy yo entonces, decía Sainz dolido cuando le superaba en una clasificación o una carrera.
Sainz aguantó el tipo frente a Max durante el primer año de convivencia. Al segundo se llevaron al holandés a Red Bull. Daniel Ricciardo abandonó despavorido los coches azules harto del trato de favor a Max. Se fue a Renault, y en el movimiento, la marca francesa le cortó la cabeza a Sainz, que había apostado todo por la firma del rombo para no hacer un cuarto año en Toro Rosso. Red Bull nunca ha encontrado un compañero que plante cara a Max. Ricciardo huyó, y el holandés ha chamuscado en dos años a Pierre Gasly y Alexander Albon.
EL PRIMER PODIO
Sainz ni se plantea qué hubiera pasado, no pierde el tiempo en analizar cómo se sentirán ahora en Red Bull. Ha encontrado en McLaren el equipo que necesitaba, un equipo que le valora y que le escucha, con el que crece, y con el que es muy posible que luche por el título en 2021, cuando Mercedes desaparezca como escudería y se convierta en motorista del equipo de Woking. De momento Sainz pone muy buena nota su primer año.
"Han llegado muchas mini victorias en cuanto a ser el mejor del resto en eso que la gente llama la Fórmula 1.5, y finalmente después de tantas victorias de esas llegó el primer podio. Hemos luchado por el cuarto puesto del mundial de constructores y lo hemos logrado una carrera antes del final de la temporada, afirma Sainz, que este fin de semana en Abu Dhabi, en la última carrera del año, se juega ser sexto en el mundial frente a Gasly y Albon los que nunca estuvieron a su altura y Ricciardo, el piloto que le bajó del Renault. Mucho morbo para una clasificación y carrera con el horario de siempre, las dos de la tarde.