Heraldo-Diario de Soria

FÚTBOL

Mejor defensa que ataque

El Numancia empata en Calahorra, con el portero Isma Gil destacado en la primera parte y sin gol en la segunda

San Emeterio intenta superar a un rival del Calahorra, ayer, en La Planilla. ÁREA 11

San Emeterio intenta superar a un rival del Calahorra, ayer, en La Planilla. ÁREA 11

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LUIS HDEZ. CASADO
Soria

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En un partido en el que las defensas se impusieron a los ataques, el Numancia prolongó su estado de gracia con un empate, sin goles, 0-0, en Calahorra. En esta ocasión, no festejó la victoria a la que se asomó en la segunda parte con un remate de Rubén Mesa, atajado por Miguel Martínez en un uno contra uno, y con un tiro al palo de Moha, superado el portero local, y sí sumó otro empate, tercero lejos de Los Pajaritos, para engordar su condición de conjunto imbatido fuera de Soria. La racha de partidos sin perder crece a cinco de manera consecutiva, seis en el total de las ocho jornadas disputadas, y la impresión de que el Numancia es un visitante incómodo para sus oponentes, un conjunto complicado de superar, aumenta paulatinamente. En el área propia domina con una defensa cada vez más sólida, centrada, y con escasas concesiones, siempre le acompaña alguna duda o error evitable, y con un portero destacado por sus intervenciones, En los dominios del equipo oponente, sin embargo, cojea de cara al gol. Un inconveniente al que puso remedio para ganar en tres ocasiones, pero que no ha superado en otras cinco oportunidades en las que no ha visto portería. Una carencia de primera necesidad a corregir. 

En el primer acto del partido, sobresalió la figura de Isma Gil, de nuevo determinante en el apartado defensivo, para cerrar la portería del Numancia. Dos acciones destacadas, una, la primera, a remate de cabeza de Gabarre antes de los diez minutos de enfrentamiento, y la otra, para negar el gol a Baselgas, achicándole el espacio y taponando su remate. Ya no intervino más, convirtiéndose en un invitado en la segunda mitad. En el apartado defensivo, el área rojilla, quedó otra vez a salvo por el buen hacer del portero, pero también por la rapidez del repliegue. Los jugadores rojillos quedaron en inferioridad en una contra del Calahorra, pero se repusieron en una vuelta rápida y efectiva para desarmar el ataque, que podía haber finalizado en una ocasión de gol. No llegó a tal término por la desactivación de la defensa. Un despiste que pudo salir caro. No tuvo consecuencias en el marcador, sí en la necesidad de cerrar bien las vías de penetración para el conjunto rival, que ya no encontró un resquicio más en el transcurso del encuentro.

El Calahorra saltó al campo mandón con el balón. Con alguna llegada a los dominios de Isma Gil, lo probaron en dos ocasiones y en ambas respondió con diligencia. El Numancia se sacudió ese dominio, pasó a mandar durante una fase del duelo, pero no presentó ninguna propuesta para variar la igualdad entre ambos. Las llegadas numantinas respondieron a las jugadas a balón parado desde los saques de falta frontales, laterales o desde la esquina. Ninguna con un riesgo reseñable para el portero Miguel Martínez. La primera mitad se caracterizó por la nadería numantina en el área local. Sin trascendencia en el cómputo general, al margen de las dos actuaciones de Isma Gil, que hablan muy bien del portero, hasta la fecha destacado por sus actuaciones. El guardameta sostuvo al conjunto rojillo en esa primera parte, que no es poco cuando necesitas crecer a partir de la solidez defensiva. En el apartado ofensivo, ni Mario Barco ni Mancebo ni David González o Dani Sánchez ofrecieron las prestaciones de encuentros precedentes. Sin conexión ante la mayoría de centros en largo. El juego por las bandas lo protagonizó Jaume Pol por la izquierda, pero sus centros morían en los despejes continuos de los defensores del conjunto calagurritano. Sin repercusión para el portero local. Un ejercicio defensivo en ambos casos. Una muralla.

A la salida del entreacto, Rubén Mesa sustituyó a un desdibujado David González. Los dos puntas se beneficiaron del continuo bombardeo de balones frontales. El juego directo se impuso al posicional y a las llegadas por las bandas. Los dos puntas viven de esa fórmula y también sus compañeros en las segundas jugadas cuando pueden dominar esos centros. No acertaron en el área rival. Rubén Mesa encontró la oportunidad aprovechando un rebote. Miguel Martínez atajó el tiro y se encumbró como su colega numantino. La defensa superó al ataque. Moha, que ingresó en la segunda mitad, aproximó al Numancia al gol. El palo lo impidió cuando Miguel Martínez ya había sido superado. El gol se le negó a la tropa de Diego Martínez, escasamente exigida en el segundo acto, con más dominio y más cercana a la victoria. Sin gol, de nuevo, el conjunto rojillo se alejó del cuarto choque ganado seguido.

El partido entró en ese peligroso escenario en el que se juega para que suceda lo mínimo posible. Un detalle, un matiz, un momento de inspiración, una jugada de estrategia arruinan ese estado en el que se cuelan muchos de los choques cuando los equipos no quieren perder. No fue el caso porque las defensas se impusieron a los ataques y los porteros adquirieron la categoría de salvadores. El Numancia acabó con la impresión de no completar una oportunidad de prolongar con más renta su estado de gracia, que examinará en su nueva salida a Tarragona, segunda consecutiva, donde todavía no ha sido vencido.

 

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