TÚ Y YO SOMOS TRES
Una tacita de porcelana en el debate
A todos les pusieron, en el atril, un vasito de cristal con agua clara. A Inés Arrimadas le añadieron una tacita de porcelana. Quizá era un té de jazmín. Quizá una infusión de manzanilla. Inés tuvo un conato de tos. Estaba muy resfriada. Y frente a seis pollastres candidatos, la única paloma tenía que estar en perfecto estado de ataque. Yo creo que lo consiguió. Vista por la tele, desde casa, se notaba que le tenían ganas. Mundó (ERC) y Rull (JxCat) en particular. A tenor de las encuestas, les debe de irritar. Y quizá la embistieron porque la asimilaban a la tacita de porcelana. Buscaban una fragilidad. Le dijo Mundo en un momento dado: «Usted es una candidata de laboratorio». O sea, prefabricada por los alquimistas de Rivera en una probeta de Ciutadans. y Arrimadas tomó nota. Y en su turno de palabra contestó: «Ustedes viven en un mundo Matrix (..) Lo primero que voy a hacer si llego a presidenta es levantar las alfombras de la Generalitat. Después de 40 años van a salir muchas cosas». ¡Ahh! Las alfombras siempre son inquietantes. Cuando te pones a levantarlas la nube de basura provoca tsunamis. En el Siglo II a de C, el tribuno romano Lucio Calpurnio Pisón, asqueado ante latrocinio del gobernador de la Hispania Ulterior, el corrupto Servio Sulpicio Galva, puso en marcha la primera ley anticorrupción de la historia occidental: la Lex Calpurnia. No sabría decirles si Inés sueña con una Lex Arrimadas. En cualquier caso, demostró que ella no es de porcelana. También Miquel Iceta tuvo repuntes intrépidos. Les recordó a Rull y a Mundó aquella patética jornada en que él -y otros políticos cualificados- no consiguieron que Puigdemont firmase la convocatoria de elecciones que ya tenía redactada por culpa del pressing que le practicaron sus socios, y muchos de su propio partido, la mar de encendidos y airados. La conductora del debate, Ana Pastor, nos ofreció un delicioso detalle de su carácter: Xavier Doménech (CeC) le dijo en un momento dado advirtiendo que los tiempos estaban rigurosamente milimetrados: «Todo controlado». Y Ana contestó: «No. Todo equilibrado».
Antes de comenzar, el analista José Miguel Contreras lanzó una advertencia interesante: «Los debates no se ganan. Se pierden». En efecto no son un cara a cara. Este debate no sé si lo ganó alguien. Pero no lo perdieron ni Iceta ni Arrimadas.