GENTE CORRIENTE
Sergio Oliver : "Si lo que necesito no está en el mercado, lo invento"
Ha sido premiado por inventar una herramienta que no consigue hacer llegar al público general
Sergio Oliver dice que sus inventos los ve primero en sueños, que es durmiendo como le llega la inspiración, y que la herramienta triplemente premiada en el Salón de Inventos de Ginebra de abril pasado (Herramienta ajustable, la llama él) no es la excepción. Técnico especialista en Telecomunicaciones, reparador de robótica industrial, Oliver se encuentra en una especie de 'impasse' dramático: su invento funciona, ha sido galardonado, probablemente le haría las cosas más fáciles a mucha gente, pero, ¿cómo dar el paso para que se encuentre en cualquier ferretería?
-Hábleme de ese sueño.
-Me ha pasado muchas veces. Era de noche y me desperté sobresaltado porque soñaba que trabajaba con una herramienta. Una herramienta roja, con unas mordazas regulables.
-¿Así, sin más?
-No exactamente. En esa época trabajaba con tratamientos de aguas. ¿Qué significa eso? Tuberías grandes en sitios de difícil acceso. Hacía poco había ido a un hotel a desmontar un aparato que estaba detrás de una instalación, y eché de menos una herramienta para desmontar aquello sin desmontar antes un montón de tuberías.
-¿Quiere decir que luego, durmiendo, vio la herramienta que le habría solucionado el problema?
-Exacto.
-¿Qué hizo?
-Tengo una máxima que es que cuando me pasa algo así, tengo que levantarme y dibujar, porque si no, se me olvida. Eso hice. Esa misma semana me fui a hablar con un tornero y le dije: me tienes que hacer esta pieza. Ese primer prototipo me costó 10.000 euros.
-Habla como si cada tanto soñara con inventos.
-Así es. Desde joven, si lo que necesito no está en el mercado, lo invento. Tengo un álbum con todos mis inventos.
-La pieza que le hizo el tornero, ¿hacía lo que usted quería que hiciera?
-Totalmente. Cuando la tuve en la mano me fui al hotel y volví a hacer el trabajo. Tardé 15 minutos. La primera vez había tenido que cerrar la instalación de agua durante un día para poder hacerlo.
-¿La patentó?
-Esto de las patentes, cualquier inventor lo sabe, es un drama. Tienes que estarlas renovando constantemente porque si no, las pierdes. ¿Sabe cuánto llevo gastado en patentes? 70.000 euros.
-Qué barbaridad. Me imagino que ha intentado que alguien se la compre.
-Fue lo primero que hice. Me puse en contacto con una empresa de Bilbao que se dedica a hacer este tipo de llaves, pero me dijeron que tenía que hacerle ajustes porque era muy fea. Así no era comercializable.
-¿Lo hizo?
-Pagué a una ingeniería para que me los hicieran y me gasté otros 10.000 euros. Yo no soy millonario, me gano bien la vida, pero no soy millonario. Eso es un gasto para mí. Afortunadamente en medio de toda esta historia apareció un inversor, Emilio Blasco. Entre los dos hemos invertido 200.000 euros.
-Sí. Muy lucrativo no ha sido, el invento.
-He gastado mucho. Pero aunque esté muy mal valorado ser creativo en España, yo tengo fe en esta herramienta.
-¿Cuál diría que es su principal cualidad?
-Que te permite trabajar en sitios donde las herramientas convencionales no te lo permiten. Porque chocas contra la pared, por ejemplo.
-Tenía una herramienta bonita y comercializable. ¿Qué pasó?
-Algo muy extraño. Las empresas donde intenté colocarla me dijeron: ¿y qué hacemos con todas las herramientas que hacemos ahora y que hacen el trabajo que hace la suya? Mi herramienta hace el trabajo de 10. Para las empresas no es rentable.
-Bueno, pero los premios habrán cambiado las cosas. Salón de Inventos. Ginebra. Tres galardones.
-Bueno, es verdad que empezaron a aparecer los inversores. Pero todos me dicen lo mismo, que necesito una herramienta que entre por los ojos. Ahora mismo me falta diseño. Siempre más diseño.
-¿Cómo describiría la situación actual de su invento?
-Tengo dos posibilidades: que alguien lo fabrique por mí o que alguien me de 500.000 euros para fabricar 10.000 unidades. Yo lo que quiero es que esto pueda ayudar a mucha gente. Me fastidia mucho que aún no sea de uso corriente, que un fontanero lleve una caja llena de herramientas cuando con esta le sería más que suficiente.
-No dan ganas de seguir inventando.
-¿Verdad que no? Tengo tantos inventos en la cabeza… Voy a las tiendas y digo con satisfacción: esto no lo han inventado, esto tampoco… Pero no creo que vuelva a hacer algo así.