PSICOLOGÍA
Esperanza: cómo potenciar la visión de lo que vendrá
El optimismo no omite las dificultades actuales de la persona
La esperanza es un valor presente en nuestra cultura y señala la importancia de esta fortaleza desde el punto de vista social y psicológico. De hecho, el optimismo fue estudiado por Martin Seligman en la elaboración del listado de las 24 fortalezas personales, basándose en el hecho de que era universal, es decir, existía en prácticamente todas las culturas estudiadas.
La esperanza se relaciona con un sentido personal, espiritual y psicológico. Nos proyecta al futuro, nos orienta a las metas y a encontrar nuestro sentido vital. Se encuentra en déficit en personas que tienen síntomas depresivos o ansiosos, con una alta correlación con la autoestima. No solo lo dirigimos a lo que haremos o tendremos en el futuro, sino a lo que nosotros mismos seremos. Por tanto, ver cómo se encuentra nuestra esperanza y potenciarla nos ayudará a alcanzar un mayor bienestar, tanto ahora como dentro de un tiempo.
PRESENTE Y FUTURO
Las fortalezas y las habilidades con las que contamos se relacionan de forma directa con nuestro nivel de felicidad. La creatividad o la perseverancia influyen en cómo nos comportamos o cómo manejamos nuestro día a día. A nivel social se conoce su importancia, algo que no siempre pasa con la esperanza. La publicidad y el marketing tienden a distorsionar lo que es esta habilidad en sí: creemos que todo tiene que salir bien y no tener en cuenta los problemas que tenemos actualmente. Sin embargo, la Psicología Positiva no apunta en esta dirección. El optimismo y la esperanza parten del reconocimiento y de la aceptación de que nuestra vida se compone de factores positivos, pero también negativos, los cuales no pueden ser ignorados. Sí podemos adquirir nuevas herramientas que nos ayuden a solventar o convivir con esos factores, pero desde el punto de vista de la aceptación, sin obviarlos.
La esperanza predispone a la mejora y al crecimiento, ya que una vez que vemos los problemas y sabemos que hay un margen de mejoría, nos podemos proyectar al futuro y adquirir mejores herramientas desde el presente. Esa esperanza, el saber que algo irá mejor, nos genera ya un sentimiento de valoración y felicidad. La autoestima, al poner el foco en nuestra propia responsabilidad, también mejorará.
MEJORA LAS METAS
La esperanza combina el momento presente con el momento futuro. El primero con la visión y aceptación de los obstáculos, y el segundo con la certeza de que tenemos responsabilidad sobre estar mejor y podremos lograrlo. Por tanto, esta combinación y el trabajo que de ello resulta es lo que hará que podamos trabajar el optimismo.
¿Cómo podemos potenciar la esperanza en nuestra vida?
1. Cambio de foco
Ante las dificultades, existe una tendencia generalizada a la queja. Sin embargo, esto nos impide encontrar las soluciones. Por tanto, una vez vistos los problemas, debemos quitar el foco de ellos y centrarnos en buscar aquellas soluciones que podamos obtener.
2. Aceptación
La aceptación implica saber qué hay negativo y poder dejarlo atrás. No necesariamente hace que el problema desaparezca, pero sí logra que el malestar que produce disminuya, al no luchar contra algo que aún no podemos cambiar.
3. Lo positivo
No todo lo que aparece en nuestra vida tiene una misión divina. A veces, el azar hace que nos enfrentamos a dificultades sin ningún aspecto positivo. No todo tiene un lado bueno. Lo único que es común a todo es que hay una parte de responsabilidad en nosotros para hacer que se produzca un cambio, por pequeño que sea.
La esperanza es la disposición que tenemos a aceptar y trabajar sobre los problemas con los que contamos. Implica saber mirar, pero también soltar y dedicar tiempo a adquirir mejores herramientas. Como se relaciona con nuestro estado de ánimo, potenciar la esperanza hará que logremos estar mejor, tanto en el momento presente como en el futuro.