Los Poligny, compuestos y sin gemelas
¿Quiénes son los 'condes' argentinos que debían bailar en París con las hijas de Julio Iglesias?
"Un día tú, un día yo", cantaba Julio Iglesias en la Argentina de la dictadura militar acompañado por las Trillizas de Oro. Las tres rubias de la alta sociedad habían sido virginalmente bautizadas María. Eran tan parecidas entre sí que solo podían distinguirse por su segundo nombre, Eugenia, Emilia y Laura. "Un día tú, un día yo", le respondían las criaturas a Iglesias sobre los escenarios que pisaron allá por 1979 en Buenos Aires. El español cerraba esa canción de intercambios con una amarga conclusión: "Siempre le toca a alguien perder". El público, esencialmente femenino, igual deliraba.
Las Trillizas fueron fieles a un destino prefijado: todas se casaron con jugadores de polo. Sus vidas comenzaron a girar alrededor de los campos, los caballos y los rituales de la alcurnia agropecuaria. La asociación con Iglesias quedó apenas como un lejano episodio juvenil que fue recordado recientemente por una nueva y fallida conexión entre el excantante y Argentina.
Sucede que las gemelas de don Julio, Victoria y Cristina Iglesias, iban a festejar el sábado de la pasada semana, en París, su despedida de la adolescencia asistiendo a Le Bal, el Baile de Debutantes que se celebra todos los años en el hotel Shangri-La, acompañadas por Nicolás e Iván de Poligny, dos condes de 21 y 18 años, respectivamente, que no ocultan su prosapia argentina. Los dos juegan al polo y han recibido parte de su formación en Reino Unido. Iván, el menor, asistió también a la Cardenal Newman, una escuela de la elite empresarial argentina que albergó en sus aulas al presidente de derechas Mauricio Macri y parte de lo que fue su equipo de Gobierno.
De repente, los argentinos se enteraron de que había dos condes pavoneándose por Europa junto con su hermana, Alexia de Poligny (19), en un evento en el que converge la alta costura, la filantropía y la vieja tradición aristocrática de los bailes del siglo XVIII en Inglaterra con los que se celebraba el paso de las niñas a la adultez.
Escudos y linajes
La Constitución argentina es taxativa en su artículo 16: no se admiten "prerrogativas de sangre ni de nacimiento". Tampoco "fueros personales, ni títulos de nobleza". Más allá de lo que señala el texto fundamental, desde hace más de un siglo existe un reducto nobiliario que ha integrado, de un lado, a remanentes de familias aristocráticas llegadas desde Polonia, Francia, España, Austria, Checoslovaquia o la Rusia de los zares y, por el otro, a los matrimonios formados entre integrantes de la oligarquía argentina y hombres y mujeres de sangre azul.
De acuerdo con el diario 'La Nación', todavía existen casi un centenar de argentinos que "si se les pide, pueden exhibir títulos, escudos y linajes de las más rancias monarquías europeas". Suelen poseer grandes extensiones de tierra en la Patagonia, o las provincias de Buenos Aires y Córdoba. Les encanta la caza y el polo. A veces se dejan ver en las galas del Teatro Colón, las fiestas del círculo de Armas y el Jockey Club. Por lo general no ocultan una nostalgia monárquica y desprecian a los populistas. Una de esas familias era la del conde Guy de Poligny, quien se casó con Letty Álvarez de Toledo y falleció en el balneario uruguayo de Punta del Este hace cinco años. Era el abuelo de Nicolás, Iván y Alexia.
Por lo tanto, desde el 2014 que la prensa bonaerense no daba cuenta de un De Poligny hasta que se anunció la presencia de los nietos del extinto conde en Le Bal. Los varones iban a acompañar a las gemelas Iglesias. Pero, como cantaba el padre, "siempre le toca a alguien perder" y se quedaron sin velada y con el frac puesto. Victoria y Cristina llegaron a la fiesta de los pocos acompañadas por el primo Niccolo. A Alexia de Poligny le cupo entonces la responsabilidad de mantener en alto el apellido. Ella vistió un diseño de Alexis Mabille. Su 'cavalier' fue Edoardo Bergamo Andreis.