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PERSONAJES ÚNICOS / DAVID RODRÍGUEZ

El microbiólogo excelente

LLeva más de 15 años trabajando en seguridad alimentaria / Entre sus contribuciones se encuentra la mejora de detección de patógenos en los alimentos, como ejemplo expone la localización de la bacteria de la listeriosis, que produce trastornos digestivos.

David Rodríguez posa con el secuenciador que tiene en el laboratorio de la UBU.-RAÚL OCHOA

Publicado por
VALERIA CIMADEVILLA
Soria

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La dilatada trayectoria de David Rodríguez, licenciado en Veterinaria y Ciencia y Tecnología de los Alimentos, le ha llevado a recibir varios galardones, aunque el más importante para él fue el premio Jaime Ferrán en el año 2013, que otorga la Sociedad Española de la Microbiología, al microbiólogo menor de 40 años más prometedor en cualquier área de esta ciencia, no sólo de los alimentos. De carácter bianual, es el único que se concede de esta modalidad en España y Rodríguez ha sido el primero del país que lo recibe en la categoría de microbiología de los alimentos y el segundo de Castilla y León que tiene un Jaime Ferrán. «Me lo dieron porque consideraron que mis contribuciones científicas eran de alto valor para el campo en el que trabajo», asegura.

Por otro lado, este mismo año, en mayo, le han nombrado miembro de la Academia de Ciencias Veterinarias de Castilla y León, también por su trayectoria profesional, que se encarga de asesorar y dar dictámenes científicos sobre aspectos relacionados con las Ciencias Veterinarias en sanidad animal, salud pública, producción animal, higiene y control de los alimentos.

Este bilbaíno aterrizó en la Universidad de Burgos (UBU) hace apenas un año, donde trabaja como profesor y director del área de microbiología en la Facultad de Ciencias. Pero su carrera se inició hace más de 15 años. Dentro de sus contribuciones se encuentran mejorar la detección de los microorganismos en los alimentos, principalmente patógenos, y más concretamente aquellos que son emergentes. «En mi laboratorio fuimos capaces de desarrollar nuevos métodos para detectar más rápido y de una manera más eficaz patógenos alimentarios», relata Rodríguez. Como ejemplo expone que elaboraron métodos para localizar listeria monocytógenes, la bacteria causante de la listerosis, y que produce trastornos digestivos, e incluso en las mujeres embarazadas puede provocar el aborto o malformaciones fetales. «Con el método oficial se necesitan siete días o más para detectar listeria en alimentos. Nosotros somos capaces de hacerlo en un día», afirma el investigador.

Desde que se incorporó a la UBU está llevando a cabo diferente líneas de investigación. En su departamento colaboran con el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACYL) con un proyecto en el que están caracterizando a lo largo de toda la cadena alimentaria, en particular de producción porcina, la presencia de dos patógenos de gran importancia y que son muy emergentes: el virus de la hepatitis E y el toxoplasma gondii, que junto con la listeria monocytogenes, son considerados por la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición, como patógenos de alto riesgo durante el embarazo. «Aparte de provocar problemas en los adultos se pueden pasar de la madre al feto y producir trastornos», asegura Rodríguez.

El toxoplasma gondii está generalmente asociado a los productos cárnicos y embutidos. No se sabe cuál es su prevalencia y por eso han iniciado un proyecto para caracterizarla. Asimismo, el virus de la hepatitis E es el único que se pasa de animales al hombre. «A diferencia de las bacterias y protozoos, los virus generalmente se transmiten de humano a humano y el virus de la hepatitis E es endémico en el cerdo», indica el profesor.

Por eso les interesa la cadena porcina y están analizando, con la colaboración de la Universidad de Zaragoza, La Univesidad Complutense y la Universidad de Valencia, granjas, mataderos, zonas de producción y de venta, para ver la presencia tanto del toxoplasma gondii como del virus de la hepatitis E. «Hasta el momento no hay ningún estudio de este tipo. Queremos hacer un modelo de riesgo asociado a la presencia en el alimento y a la cantidad que se consume y cada cuanto tiempo», recalca Rodríguez. Así, matiza que hay que tener un modelo global para ver las probabilidades de riesgo y de contaminación.

En otro sentido han iniciado otras dos líneas de trabajo. La primera centrada en el aumento de microorganismos resistentes a los antibióticos en general. Según Rodríguez, éste es el mayor problema que hay en salud pública a día de hoy. En la actualidad se encuentran en una aproximación holística denominada ‘one health’ (una salud). «Se trata de poner un medio veterinario de seguridad alimentaria para llegar a una aproximación integral y ver por qué hay esa resistencia y caracterizarla», insiste. Un ejemplo de ello es un trabajo que están realizando con bacterias resistentes a la colistina, un antibiótico llamado de último recurso. Hace un año saltó una alarma en China porque empezaron a verse cepas Escherichia coli, una bacteria resistente a este antibiótico, y desde entonces se ha extendido al resto del mundo con diferentes mecanismos asociados a esa resistencia. «Queremos entender cuáles son estos mecanismos y cómo se transmite a las diferentes bacterias», subraya el investigador.

La otra linea de trabajo la están haciendo en colaboración con el Laboratorio de la Evolución Humana (LEH). En estos momentos están caracterizando sedimentos para encontrar microorganismos antiguos en Atapuerca, cogiendo muestras desde hace 30.000 años hasta casi la actualidad. También tratan de secuenciar ovejas para conocer su evolución desde que se empezaron a domesticar, hace unos 8.000 años. Este verano Rodríguez se desplazó a la Universidad de Warwick, en Inglaterra, donde extrajeron el ADN y lo secuenciaron. Ahora se encuentran en la fase de análisis bioinformático. El microbiólogo pretende secuenciar ambientes para obtener información de las bacterias y genes de resistencia que hay. De momento han obtenido datos preliminares aunque incide en que es una tarea complicada, porque parten con un ADN muy fragmentado, en muy malas condiciones, y muy escaso.

En su viaje a Inglaterra, Rodríguez abordó además el tema sobre la resistencia a los antibióticos analizando diferentes aislados y observó que el problema que hay a nivel mundial con la colistina está asociado a un plásmido -moléculas de ADN cuya replicacion es independiente del cromosoma del ADN-, presentes en alguna bacterias. «Hemos encontrado que existen diferencias grandes entre los distintos tipos de plásmido y estamos viendo epidemiología de los ambientes que hemos aislado», finaliza.