BURGOS
La ciencia más cerca que nunca
El espacio cultural “La Estación” se transforma en un centro científico y tecnológico único en nuestro país dedicado exclusivamente a la divulgación de la ciencia y la tecnología para todos los públicos. Por D. Andrés
Acercar a los más pequeños la importancia de la ciencia y la tecnología y abrir estos dos conceptos a un público general es el objetivo de La Estación, un proyecto para el que se han unido el Ayuntamiento de Burgos y la UBU y en el que colabora la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, FECYT.
Ubicada en lo que fue la antigua estación del ferrocarril de la capital burgalesa, este espacio nació como un centro de ocio infantil y juvenil en 2017 y poco a poco se ha ido transformando en lo que será un centro dedicado a la divulgación y en el que mayores y pequeños podrán conocer desde dentro el mundo de la investigación y del desarrollo de tecnologías que utilizamos diariamente.
Como explican Jordi Rovira, delegado del Rector para la Divulgación y Cultura Investigadora, y Cipriano Santidrián, técnico de Juventud del Ayuntamiento de Burgos, este proyecto toma el ejemplo de la Fábrica Centro Ciência Viva de Aveiro, en Portugal, que, a través de diferentes actividades y formatos, busca la promoción de la cultura científica y tecnológica a través de la interacción con públicos de todas las edades.
Como explica Rovira, en un principio la colaboración entre ambas instituciones surgió por intereses comunes, ya que la universidad buscaba ubicaciones para implementar un FabLab y el ayuntamiento tenía un espacio municipal muy interesante y cercano a lo que necesitaban en el que la comunidad Maker iba a desarrollar sus actividades. A partir de ahí surgió la idea de unir fuerzas para desarrollar ese proyecto y dotarlo de un contenido de calidad dirigido a los más jóvenes. De esto hace ya cerca de año y medio en el que la idea inicial se ha transformado para conseguir un espacio en el que la ciencia y tecnología fuesen las protagonistas con un concepto muy diferente a lo que puede ser un museo dedicado a las ciencias.
Así el espacio que en un principio se dedicó a conferencias, exposiciones, charlas y talleres infantiles, se va a transformar por completo. Además del FabLab, donde en estos momentos se realizan diariamente talleres con temáticas como la robótica, la impresión 3D o la programación, entre otros, y del espacio infantil de ludoteca, La Estación tendrá un laboratorio científico; un laboratorio de ciencias sostenibles dedicado a temas como, por ejemplo, el cambio climático o los cultivos hidropónicos; y un GameLab donde los jóvenes podrán ser partícipes del desarrollo de videojuegos. Como señala Cipriano Santidrián, en este último espacio la idea es hacer algo atractivo sobre todo para los adolescentes. «Puedes estar jugando a videojuegos y consolas toda tu vida, pero ¿nunca te has planteado cómo se hacen? O ¿qué es el bluetooth…? Todo tiene su fundamento científico y el GameLab está dirigido a enseñar a los chavales a crear, por ejemplo, un videojuego, a crear sus programas y que ellos puedan ver que funcionan…»
Con las labores de remodelación de los espacios interiores de La Estación que se llevarán a cabo en las próximas semanas, estará en marcha el 85% del centro. «Con esto se cerrará un poco el círculo de lo que queremos hacer, aunque seguro que todavía nos faltarán cosas. Por ejemplo, una exposición permanente de instrumentos que se puedan tocar, cuando nos dejen. También nos apetece utilizar el jardín exterior, como se hace en diferentes ciudades, con instalaciones y que, por ejemplo, te puedas meter dentro de un caleidoscopio o algo relacionado con el sonido...», apunta Santidrián.
La idea, como destaca Jordi Rovira es llegar a cuanta más gente mejor, «hemos empezado con los niños y la juventud y poco a poco estamos intentando abrirlo a la ciudadanía en general. Es decir, cualquiera que quiera hacer un trabajo maker que aquí lo pueda hacer, colaborar con asociaciones. De hecho, desarrollamos el programa Poderosas, dirigido a niñas y que en algunas ocasiones están en riesgo de exclusión… También tenemos pensado hacer programas para mayores para reducir la brecha tecnológica» y añade, «la filosofía es el fomento de la cultura científica en general desde el principio y hacer actividades de ciencia y tecnología básicamente. Casi ni buscar el fomento de vocaciones científicas, que también. El objetivo es que desde el principio los niños y los jóvenes vean la ciencia y la tecnología como algo normal y construir un espíritu crítico en ellos. Que vean la importancia de la ciencia en estos tiempos que estamos viviendo y que, sin ella, no salimos de donde estamos metidos».
Precisamente el parón en las actividades del año pasado debido a la Covid-19, hizo que algunos programas, como los que se venían realizando con colegios rurales y que contaba con el apoyo de la Diputación de Burgos y el Museo de la Evolución Humana, se tuvieron que paralizar «los niños pasaban un día de ciencia y tenía muchísimo éxito. Venía todo el colegio y por la mañana hacían talleres y por la tarde tenían una visita guiada al MEH. Ahora esa parte se nos ha quedado un poco «coja», pero la idea es continuar con ello en cuanto se pueda. De momento tenemos las tardes ocupadas con programas anuales de actividades, así como talleres puntuales que repetimos para que llegue a más gente.
También hemos pensado en organizar los sábados de invierno un ciclo de cine de ciencia o ciencia ficción enfocados a jóvenes, con un pequeño debate y traer a algún investigador; hacer desayunos científicos con alguno de los investigadores de la UBU…»
El reto para este nuevo centro de divulgación es conseguir, además que sea un punto de encuentro que tenga la ciencia y la tecnología como hilo conductor, animar a burgaleses y visitantes a sumergirse en el conocimiento científico y, como destaca Jordi Rovira, «meter el gusanillo de la ciencia».