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Terapia para la pubalgia en deportistas

Investigadores de la UVa evalúan en un estudio una técnica manual de fisioterapia en pacientes que practican actividad física y que presentan dolor de ingle por disminución de la movilidad de la cadera

Silvia Lahuerta Martín, miembro del grupo de investigación de clínica de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UVa en Soria.MARIO TEJEDOR

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Soria

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La pubalgia es una patología que se produce por el desequilibrio muscular y causa generalmente dolor en la ingle. Se trata de una enfermedad que tiene mucha incidencia en deportistas, tanto profesionales como aficionados. 

Es más común entre hombres que entre mujeres y la dolencia se asocia con la práctica de deportes donde se golpea la pelota, como el fútbol, aunque también lo padecen aquellos que practican otras disciplinas deportivas en las que hay cambios bruscos de dirección.

El Grupo de Investigación Reconocido (GIR) de investigación clínica de la Facultad de Ciencias de la Salud del campus universitario de la Universidad de Valladolid en Soria realiza un estudio sobre esta dolencia, con el objetivo de evaluar una técnica manual de fisioterapia para comprobar su eficacia en los deportistas con pubalgia causada por la disminución de la movilidad de la cadera.

Para la realización de este estudio, que está en marcha, se hacen ensayos clínicos con pacientes. 

Para la muestra solo se reclutan a los que realicen una actividad física activa, por lo menos una vez a la semana, no tienen que ser solo deportistas profesionales pueden ser aficionados, «no entran aquellos que caminan solo una hora», explica Silvia Lahuerta Martín, investigadora que forma parte del grupo.

Entre los pacientes que se someten de manera voluntaria al estudio se hace una criba y se eligen a aquellos con dolor inguinal por la disminución de la movilidad de la cadera, «dado que en este trabajo evaluamos una técnica concreta de terapia manual que se centra en la movilización de la articulación», puntualiza Silvia, por lo que si se realiza en pacientes con dolor de ingle por otra causa, la técnica lejos de beneficiarles les puede perjudicar.

El dolor de ingle puede producirse por otras causas como dolores musculares o incluso puede no estar relacionadas con la actividad física, como puede ser el desarrollo de una artrosis, «nos interesa un grupo de pacientes específico para verificar la efectividad de esta terapia».

La investigadora, graduada en Fisioterapia y que trabaja en la actualidad en su tesis doctoral con este estudio, explica que el incremento de la actividad deportiva entre la población, a lo que se suma que en ocasiones se practica de manera intensa sin una preparación muscular de base, puede generar este dolor si no se cuenta una musculatura fuerte o se tiene una falta de movilidad.

Silvia precisa que para llevar a cabo la investigación se ha tenido en cuenta la Declaración de Doha en materia de Salud Pública, en la que se establecieron los diferentes tipos de dolor de ingle, «nos ha venido muy bien para determinar la entidad clínica de la dolencia, con el objetivo de que los pacientes que entran en el ensayo se puedan beneficiar al máximo de la terapia».

En el marco de la investigación se ha llevado a cabo una revisión con metaanálisis para ver los efectos de las técnicas de terapia manual unida al ejercicio comparadas con ejercicio terapéutico. 

Los investigadores han comprobado que se habían realizado pocos ensayos clínicos en esta materia y los que se habían hecho incluyeron a población en general, no a pacientes específicos, como el trabajo que se ha planteado desde la Facultad de Ciencias de la Salud en Soria.

Además, observaron que se empleaban muchas y variadas técnicas pasivas de fisioterapia, pero no había ninguna concreta, por ello a este grupo de investigadores les resultó interesante arrancar con este estudio que cuenta con el respaldo económico de la Cátedra de Conocimiento e Innovación de la Caja Rural de Soria.

El tratamiento que se ha comenzado a validar con pacientes voluntarios consiste en una técnica de fisioterapia de tracción dirigida a mejorar la movilidad de la cadera. Se aplica durante 10 minutos en 10 ciclos de 45 segundos de tracción y 15 de reposo en cuatro sesiones en dos semanas. Los especialistas miden la fuerza empleada con un dinamómetro.

Los investigadores han elegido esta técnica de la que tenían conocimiento a través de estudios previos en los que se ha recogido que las movilizaciones en tracción mejoraban el rango de movimiento y concretamente en pacientes con coxartrosis se ha visto una disminución significativa del dolor de ingle.

Para el estudio clínico aleatorio se captan los participantes, a los que se les realiza una evaluación con pruebas funcionales y determinados test. 

Una vez elegidos los que responden al perfil de la dolencia se dividen en dos grupos, al primero se le aplica la técnica de tracción elegida y al segundo, un grupo control, se le hace una simulación para comparar los resultados. 

A posteriori se les aplica la terapia para que se puedan beneficiar de la misma.

Al inicio y al final del tratamiento se evalúan a todos los pacientes con una serie de variables para comprobar si ha habido cambios.

Algunas de estas variables son el dolor, el rango de movimiento, la capacidad funcional y la fuerza. 

Para la evaluación del dolor se pregunta a los pacientes cuándo aparece, si antes, durante o después de la práctica deportiva, así como se les pide que evalúen el dolor que han tenido en la última semana en una escala visual analógica.

Los resultados del grupo de participantes en el ensayo hasta la fecha son optimistas. Tras las sesiones de fisioterapia con esta técnica mejoran el rango de movimiento, tanto de rotación interna como externa, de flexión y extensión lo que les permite aumentar su movilidad. 

En cuanto al dolor también se ha observado que disminuye. Sin embargo, en lo que se refiere a capacidad funcional y fuerza «hay una tendencia positiva pero no es significativa», manifiesta Silvia.

Una vez que concluyen las sesiones a los pacientes se les da unas pautas para que ellos las realicen en casa y así mejorar de la dolencia.

El grupo de investigadores va a seguir reclutando voluntarios que padezcan este dolor de ingle y quieran someterse al estudio para seguir validando la técnica, con el objetivo de tener una muestra más amplia y obtener así unos resultados más robustos. 

Silvia Lahuerta explica que uno de los retos del estudio es contar con pacientes para el ensayo por tratarse de una dolencia tan específica.