Estaciones meteorológicas del pasado
Investigadores de la UVA de Soria han demostrado que robles centenarios de las dehesas del norte de España permiten reconstruir el clima en los últimos 400 años gracias a su conservación y a los usos que han tenido
El cambio climático se ha establecido en la agenda diaria de todos los países y cada vez resulta más necesario abrir el campo del conocimiento para buscar respuestas ante el nuevo escenario.
Para comprender lo que está pasando en el presente resulta muy valioso tener una perspectiva de lo que ha ocurrido en el pasado con el clima.
Los registros climáticos son relativamente recientes. Se tienen datos, más o menos, desde finales del siglo XIX, pero anteriormente se desconoce la evolución climática, si hubo periodos de sequía recurrentes o si las olas de calor fueron habituales, o bien hubo eventos aislados.
Para recabar información se hace necesario mirar al pasado. Investigadores del grupo de la Escuela de Ingeniería de la Industria Forestal, Agronómica y de la Bioenergía (Eifab) de la Universidad de Valladolid de Soria han demostrado que los árboles centenarios de las dehesas comunales del norte y del centro de la Península Ibérica cuentan con un valor patrimonial y científico que permite reconstruir el clima anual con bastante fortaleza hasta el siglo XVI, convirtiéndose así en una red de estaciones meteorológicas del pasado, gracias a su conservación y el manejo en los usos que han tenido.
Las dehesas comunales se establecieron durante la repoblación de la Reconquista y fueron claves para las economías rurales. En la actualidad se encuentran en vías de desaparición por la pérdida de la población y de los usos tradicionales.
Uno de los elementos más característicos de estas dehesas son los árboles trasmochos, que son aquellos a los que se les ha sometido a un sistema de poda con el que se le retiran las ramas superiores. Estas podas recurrentes los dotan de un gran tronco y una copa característica y además atesoran una gran biodiversidad.
Estas podas intensas y su protección del sistema de gestión es lo que ha permitido garantizar su longevidad.
Precisamente la vejez de los árboles es lo que más interesó a este grupo de investigadores de Soria. El primer paso que dieron fue datar la antigüedad de árboles de las dehesas.
Para ello muestrearon medio centenar de ejemplares en 15 localizaciones en las provincias de Soria, Cuenca y La Rioja, de los que se sacaron muestras de madera con las que han estudiado los anillos.
Así han comprobado que tenían entre 300 y 500 años de antigüedad. «Se han encontrado reservas de árboles centenarios en casi todos los pueblos de Soria», explica el investigador José Miguel Olano, impulsor de este estudio.
Los anillos de los árboles son un registro importante para poder reconstruir el clima en periodos temporales y con una alta resolución, por lo tanto este grupo de investigadores consideró que los ejemplares centenarios de las dehesas comunales podrían ser una buena herramienta para conocer cómo había sido el clima en el pasado dada su antigüedad.
Para el trabajo de validación seleccionaron cuatro bosques de robles y quejigos de dehesas en la provincia de Soria, que gozan en la actualidad de un clima subhúmedo con sequía estival y con una precipitación anual variable. En ellos se tomaron muestras de varios ejemplares, que fueron georreferenciados.
Las muestras se digitalizaron y con un dispositivo especial se obtuvieron imágenes del centro del tronco de los árboles a gran resolución, lo que facilitó el estudio en el que se apreció que sus anillos registran bien el clima al que habían estado expuestos en el pasado.
Posteriormente se generaron series temporales que permitieron correlacionar la cronología de los diferentes bosques. Las muestras obtenidas de los anillos de los árboles se relacionaron con datos recogidos por estaciones meteorológicas y medias del clima correspondientes al siglo XX.
Los resultados han sido satisfactorios. La relación entre lo recogido por los anillos y la estaciones meteorológicas actuales coinciden, lo que permite determinar que con estos árboles centenarios se puede reconstruir el clima del pasado hasta con un 80% de fiabilidad.
«En cada sitio y cada especie responde a lo que más le limita», explica Olano, que señala que estos robles centenarios son muy sensibles al clima y a las precipitaciones, «por lo que pueden ser un buen hidrómetro y una estación climática de la antigüedad», añade. De esta manera, los árboles centenarios de las dehesas de Soria se convierten en una herramienta para reconstruir el clima del pasado.
La evolución de estas dehesas comunales en el norte y en el centro de España han generado unos ecosistemas de gran valor natural, con árboles espaciados que se podaban de manera irregular, lo que ha permitido contar con ejemplares muy longevos cerca de núcleos de población, cuando habitualmente estos se encuentran en zonas inaccesibles.
«Sabemos que durante cientos de años estos árboles han estado solos y nadie los ha cortado», indica Olano, una circunstancia que es valiosa para que estos ejemplares registren bien el clima, ya que si estuvieran rodeados de vegetación no sería posible.
En el estudio se ha observado también la influencia que han tenido las podas en los árboles a la hora de registrar el clima, gracias a que han recogido documentación e incluso han cotejado 'in situ' los datos, a través de entrevistas con vecinos de algunos pueblos que conocen bien el manejo de estos bosques.
Una vez que los investigadores de la Universidad de Valladolid en Soria han acreditado la valía de los robles centenarios en el ámbito de la investigación, con ellos se va a reconstruir el clima en estas dehesas del norte de España de los últimos 400 años.
En primer lugar se va a datar con precisión el calendario de las podas para definir posteriormente lo que ocurrió con el clima hace siglos.
José Miguel Olano subraya que es importante realizar el estudio en la actualidad porque este tipo de dehesas han comenzado a perderse a raíz de los cambios en la economía rural y también con la despoblación. En la actualidad los ejemplares todavía se conservan en buen estado.
El objetivo de este grupo de investigadores es poder ampliar este estudio con los árboles de las dehesas de los países de la cuenca mediterránea para poder reconstruir el clima en esta parte del planeta.