Hollande tira del manual de Bush 14 años después
Los ecos de la respuesta estadounidense al 11-S se manifiestan en la reacción del presidente francés a los atentados del 13-N en París
Uno es un socialista francés. Otro un conservador de Tejas. Pero sus respuestas a los peores atentados terroristas sufridos en la historia reciente por sus respectivos países tienen un buen número de similitudes. Tanto François Hollande como George Bush hace 14 años definieron los ataques como “un acto de guerra”, insuflaron de patriotismo su primer discurso ante el parlamento y tomaron medidas expeditivas para reforzar internamente la seguridad y castigar a los responsables en el exterior. Es pronto para saber si las consecuencias serán las mismas, pero el riesgo lo advertía esta semana el economista Paul Krugman: “El mayor peligro que el terrorismo presenta para nuestra sociedad no viene de los daños directos que inflige, sino de las respuestas equivocadas que puede inspirar”.
Hollande compareció ante la Asamblea Nacional tres días después de la terrible secuencia de atentados en París. “Nos atacan porque Francia es un país de libertad y derechos humanos”, dijo con un eco de aquellas otras palabras pronunciadas por Bush nueve días después del 11-S ante el Congreso, cuando se preguntó “por qué nos odian” y dijo “nos odian por nuestras libertades”. Ambos quisieron dejar claro que el enemigo no es el islam. El estadounidense asoció a Al Qaeda con “una forma minoritaria de extremismo islámico” que “pervierte las enseñanzas pacíficas del islam”, mientras que el galo aludió a la teoría de Samuel Huntington que ahora vuelve a invocar parte de la derecha. “No estamos ante un choque de civilizaciones porque estos asesinos no representan ninguna”.
TONO BELICISTA
El tono belicista impregnó ambos discursos. Los dos prometieron destruir al enemigo. Bush usó la palabra “guerra” 14 veces, Hollande, 13. La diferencia es que el socialista habló de buscar una “gran coalición” internacional y un mandato de la ONU, mientras que el republicano abrazó sin tapujos el unilateralismo. “Las naciones de todas las regiones del mundo tienen que tomar una decisión: estáis con nosotros o estáis con los terroristas”. El aplauso atronador y frecuente. En la Asamblea francés, solo sonó al final.
A la hora de pasar a la acción, EEUU tardó más en lubricar los cañones, pero también es cierto que se enfrentaba a un escenario nuevo. Bush tardó 17 días en invadir Afganistán tras dar inicialmente un ultimátum a los talibanes. Hollande redobló esa misma noche los bombardeos contra los yihadistas en Siria, una guerra en la que ya participaba. La empresa será larga, dijeron los dos, y el francés, sin aprender de la experiencia del tejano, prometió nuevamente un objetivo inalcanzable: “Nosotros erradicaremos el terrorismo”.
En medio del duelo y la solidaridad ciudadana, los días posteriores a las tragedias fueron y han sido frenéticos para las fuerzas de seguridad. Francia ha lanzado más de 300 redadas, que se han saldado con cientos de detenidos o en arresto domiciliario, por ser sospechosos de radicalismo islámico. Uno de ellas podría haber permitido acabar ayer con el supuesto arquitecto de la carnicería en París, el belga Abdel Hamid Abaoud, tras una masiva operación en Saint-Denis. En EEUU pasó lo mismo. En los días posteriores al 11-S, se detuvo a 746 ciudadanos, muchos musulmanes pero también hindúes o budistas, a los que se mantuvo entre rejas e incomunicados durante meses. Muchos de ellos, sin ninguna relación con el radicalismo, demandaron después al Estado.
PRÓRROGA DE PODERES
Más rápido incluso que Bush, Hollande no ha tardado en proponer nuevos poderes para el Estado en la lucha antiterrorista, como los tres meses de extensión del estado de emergencia, que permiten los arrestos y los registros de viviendas sin una orden judicial. Unas medidas que se suman a las aprobadas en junio y que ensancharon extraordinariamente la latitud para espiar a la ciudadanía. “Es la Ley Patriota a la francesa”, denunciaron algunas organizaciones. El riesgo es que esas medidas temporales y extraordinarias se conviertan en permanentes, como pasó en EEUU. A Bush su gestión de la “guerra contra el terror” acabó convirtiéndolo en el presidente más valorado de las últimas décadas. Hollande ya estaba en esa misma posición cuando empezó todo. Solo puede mejorar. O no.