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POLÉMICA EN EL REINO UNIDO

El ministro de Cultura británico, en la cuerda floja por su relación con una prostituta

John Whittingdale, encargado de la regulación de la prensa, consiguió durante meses que cuatro grandes diarios no divulgaran la historia

Whittingdale abandona el número 10 de Downing Street, en Londres, tras el Consejo de Ministros, el 12 de abril.-EFE / ANDY RAIN

Publicado por
BEGOÑA ARCE
Soria

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La relación con una prostituta ha puesto en entredicho la independencia del ministro británico de Cultura y sus intervenciones en la regulación de la prensa. John Whittingdale admitió el martes haber mantenido una relación con una dominatrix, a la que conoció a través de una página de contactos en internet. Sus encuentros duraron seis meses entre el 2013 y el 2014. El ministro, de 56 años, divorciado y padre de dos hijos, afirma que no estaba al corriente de las actividades profesionales de la mujer y que cortó con ella cuando supo a lo que se dedicaba. El anuncio lo hizo después de que el semanario satírico Private Eye publicara ahora el caso.

Los rumores sobre la relación habían venido circulando desde hacía meses en internet y cuatro diarios nacionales británicos estaban al tanto del asunto, pero optaron por no divulgarlo al considerar que la historia no era de interés público. ¿Por qué? La decisión es más que sorprendente cuando entre ellos figuraban tabloides tan entusiasmados con este tipo de historias como The Sun o el Mail on Sunday.

MÁXIMA RESPONSABILIDAD

Whittingdale era durante su relación presidente del influyente comité parlamentario de Cultura, Medios y Deportes de los Comunes y el pasado año fue elevado a la máxima responsabilidad en un departamento que se encarga de la regulación de la prensa.

Esa regulación se encuentra en estos momentos en plena revisión, después del escándalo de las escuchas telefónicas y la investigación llevada a cabo por el juez Leveson. El magistrado recomendó medidas más duras para regular el comportamiento de los medios de comunicación. El ministro, conocido enemigo de la BBC, ha dado a entender que no seguirá estrictamente esas recomendaciones.

La oposición laborista y algunos juristas consideran que los diarios, manteniendo el secreto de la relación con la prostituta, tenían una espada de Damocles sobre la cabeza de Whittingdale. Este sostiene que al no conocer la profesión de la mujer -poseedora de su propio “calabozo” para las sesiones sadomasoquistas- sus decisiones las tomó libremente. Whittingdale está en la cuerda floja, luchando por conservar el cargo.