VUELCO EN EEUU
Los primeros 100 días de Trump
El presidente electo matiza sus planes más polémicos y sugiere pragmatismo en plena resaca de su victoria electoral
A finales de octubre, Donald Trump presentó en Gettysburg (Pensilvania) su “contrato con el votante estadounidense”, un documento con los planes para sus primeros 100 días en el poder. Ese período es siempre importante en la política norteamericana porque es cuando se fijan las prioridades y se ponen en marcha las principales reformas, aprovechando que el capital político del recién llegado está todavía intacto. En el caso del empresario neoyorkino, su lista de la compra es larga y ambiciosa, aunque en la semana transcurrida desde que ganó las elecciones ha sugerido que está dispuesto a recortar las aristas de sus propuestas más polémicas. Muchas de ellas necesitarán el respaldo de sus colegas republicanos en el Congreso, y no está claro si los conservadores le empujarán hacia el pragmatismo o todo lo contrario.
Hay ciertas medidas que Trump podría sacar adelante a golpe de decreto, en cuanto jure el cargo el próximo 20 de enero. Una de ellas consiste en congelar la contratación de nuevos funcionarios públicos. El republicano no solo quiere reducir el peso de la burocracia, sino que aspira a desmontar el entramado regulatorio de los últimos ocho años. Por eso ha prometido que, por cada nueva regulación que imponga el Gobierno federal, otras dos tendrán que desaparecer. También pretende anular de un plumazo todas las órdenes ejecutivas "ilegales" de Barack Obama, uno de los caballos de batalla permanentes de los conservadores. De hacerlo, dejaría sin protección legal a los cerca de cinco millones de inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos siendo unos niños y a todos aquellos padres con hijos estadounidenses.
"NO QUIERO HACERLES DAÑO"
Durante la campaña, Trump prometió designar un fiscal especial para investigar a Hillary Clinton y “meterla en la cárcel” por sus supuestos “crímenes”. Pero en la entrevista concedida el domingo a ‘60 Minutes’, dijo que se lo va a pensar. “Me quiero centrar en el empleo, la sanidad, la frontera y una ley de inmigración”, respondió el magnate. “No quiero hacerles daño. Son buena gente”, dijo refiriéndose a los Clinton, aparcando el tono vengativo de la campaña. En esa misma entrevista, se distanció de su compromiso para expulsar a los 11 millones de simpapeles que hay en el país. Tampoco dijo nada de crear una fuerza especial para deportarlos. “No es eso en lo que estamos centrados”, afirmó el jefe de los republicanos en el Congreso, Paul Rayn.
El partido no quiere deportaciones masivas y Trump aseguró que su prioridad será repatriar a los “criminales”, “pandilleros”, “narcotraficantes”, en total, entre dos y tres millones. Esa política coincide con el criterio aplicado por la Administración Obama en los últimos ocho años, en los que ha deportado a más de dos millones de inmigrantes. El problema es que las leyes criminalizan la reentrada ilegal en el país, de modo que es posible que Trump se disponga a deportar también a miles de personas cuyo único crimen haya sido entrar en EEUU sin papeles.
RENEGOCIAR ACUERDOS COMERCIALES
El magnate le debe en gran medida su victoria a sus críticas al libre comercio y sus promesas para reindustrializar el país. En ese sentido, y desde el primer día, anunciará sus planes para renegociar el Nafta, el acuerdo de libre comercio con México y Canadá, o suspender la participación estadounidense en el plazo de seis meses. Lo mismo hará respecto al TTP negociado con 11 naciones del Pacífico. También pretende imponer tarifas a los productos de las empresas estadounidenses que trasladen su producción al extranjero, aunque para hacerlo necesitaría la aprobación del Congreso, donde le espera la oposición de los conservadores pro-libre comercio, que son mayoría.
Sus planes incluyen designar a China como país manipulador de su divisa, lo que podría generar represalias desde Pekín, y ordenar a su secretario del Tesoro que imponga sanciones a aquellos estados que se saltan las reglas del juego comercial. En paralelo a todo eso, pretende eliminar las regulaciones para la explotación de combustibles fósiles y lanzar un ambicioso programa keynesiano para remodelar las infraestructuras. Está por ver la actitud que adoptarán sus colegas republicanos que, en los últimos ocho años, han frenado los intentos de Obama para aumentar la muy necesaria inversión en puentes, carreteras y trenes.
SIN FONDOS PARA EL CAMBIO CLIMÁTICO
Como la mayoría de miembros de su partido, Trump no cree en el cambio climático y la prueba es que entre sus medidas para los primeros 100 días ha incluido la cancelación de “miles de millones” en pagos a los programas de lucha contra el calentamiento global de Naciones Unidas, unos fondos que pretende utilizar para remozar los sistemas de alcantarillado estadounidense y otras infraestructuras.
Del Congreso también dependerá la financiación para construir elmuro en la frontera mexicana, un muro que esencialmente ya existe en un tercio de su perímetro. En su entrevista del domingo, Trump admitió que las verjas podrían bastar en algunas zonas. También reculó respecto a Obamacare, asegurando que aspira a mantener algunas de sus salvaguardas contra los abusos de las aseguradoras.
Las dos cámaras también tendrán la última palabra sobre el acuerdo nuclear con Irán o la reforma fiscal que el magnate pretende sacar adelante. “Vamos a poner en marcha recortes de impuestos masivos para la clase media, para hombres y mujeres olvidados que construyeron este país”, dijo el candidato durante la campaña.
A priori la idea suena bien, pero según distintos análisis, casi la mitad de la rebaja fiscal beneficiará al 1% más rico del país. El tipo impositivo de las empresas se reduciría del 35% al 15%. Las cuentas no salen. Según el Comité para un Presupuesto Federal Responsable, el plan de Trump añadirá 5.300 millones de dólares al déficit público.