GUERRA EN SIRIA
Rusia bajo presión
Dirigentes occidentales multiplican las condenas, no solo a Asad, sino también al Kremlin horas antes de la llegada a Moscú del secretario de Estado de EEUU. Las discusiones se celebrarán en siguiendo estrictamente el protocolo, y Tillerson no se reunirá con Putin, a diferencia de su predecesor.
Una presión internacional inaudita, no vista en los seis años de guerra civil en Siria, se cierne en estos momentos sobre Rusia, principal protector del régimen de Bashar el Asad.
Horas antes de que el secretario de Estado, Rex Tillerson, aterrice en Moscú para mantener un complicado diálogo con su homólogo Serguéi Lavrov, tras el bombardeo norteamericano contra una base del régimen sirio, aliado del Kremlin, una pléyade de responsables políticos norteamericanos y europeos han multiplicado declaraciones condenatorias y advertencias a Moscú para que cumpla con su compromiso de neutralizar las armas químicas de Damasco y presione al Gobierno sirio, responsable de la mayoría de las muertes civiles habidas en el conflicto.
A diferencia del bombardeo químico del 2013, en el que murieron alrededor de 1.400 personas, en esta ocasión los aliados occidentales no solo culpan a Bashar el Asad de lo sucedido, sino que también mencionan el nombre de Rusia como responsable directo o indirecto de la masacre química. Se trata de una suerte de condena coral conjunta, aunque con importantes matices entre sí -unas diferencias que muy bien podrían esconder un simple reparto de papeles preestablecido- con el objetivo de aumentar el impacto sobre el Kremlin.
JOHNSON, EL CRÍTICO MÁS VOCAL
El más vocal en sus críticas ha sido el ministro británico de Exteriores, Boris Johnson. Tras suspender una visita prevista a Moscú debido a la situación creada por el ataque químico, el jefe de la diplomacia británica evocó la posibilidad, durante la reunión de Exteriores del G-7 que se está celebrando en Lucca (Italia) de imponer nuevas sanciones, no solo a miembros del régimen de Damasco, sino también a militares rusos.
La parte rusa, por su parte, respondió a la cancelación con un agrio comentario acerca de la relevancia británica en la política internacional. “El Reino Unido no tiene su propia posición en la mayoría de los temas de importancia actual, ni tiene ninguna influencia real en los asuntos internacionales”, ha arremetido el Ministerio de Exteriores ruso.
Miembros de la Administración estadounidense, también han elevado el tono de sus críticas, aunque con voces discordantes, que también podrían obedecer a una estrategia planificada. Durante una visita al mausoleo de una masacre nazi cometida durante la ocupación de Italia también en el marco del G-7, Tillerson ha prometido, mediante un tuit, que su Gobierno se dedicaría a "pedir responsabilidades a todos los que cometan crímenes contra civiles inocentes en cualquier parte del mundo".
Consciente de su papel de su papel de principal interlocutor occidental ante Moscú, el expresidente ExxonMobil ha atemperado las acusaciones contra Rusia acerca de la masacre química, en contraste con las palabras empleadas por otros miembros del equipo de Trump, como la embajadora ante la ONU, Nikki Haley. Tillerson dice no haber visto "pruebas concluyentes" de complicidad, aunque sí ha querido destacar la responsabilidad de Moscú como garante de la destrucción del arsenal sirio.
Se sabe que en la base atacada de Al Shayrat, desde donde supuestamente se lanzó el bombardeo químico, operaba personal militar ruso. Muchos expertos se preguntan también sobre cuál es el grado real de autonomía de Asad con respecto al Kremlin, al que, a estas alturas del largo conflicto, debe por completo su supervivencia como presidente sirio.
POSICIÓN REFORZADA DE TILLERSON
Tillerson llega a Moscú con mejores cartas respecto a las de su predecesor en el cargo, John Kerry, con el objetivo de arrancar concesiones al Kremlin.Tal y como ha asegurado este jueves Antony Blinken, asistente de Kerry, en declaraciones recogidas por Reuters, "la demostración de que la Administración estadounidense está dispuesta a usar la fuerza refuerza la palanca de la diplomacia".
El secretario de Estado durante la presidencia de Obama venía con frecuencia a Moscú para negociar acerca del conflicto sirio, llegando a acuerdos y a altos el fuego que acababan fracasando sobre el terreno, en un clima de impunidad. El anterior presidente estadounidense, alérgico a las intervenciones militares, se había autolimitado diciendo que no aprobaría acciones en el país árabe.
Por todas estas razones, la acogida que se le dispensará a Tillerson en la capital rusa será muy diferente. Por lo pronto, el Kremlin, por boca de su portavoz, Dmitri Peskov, ha adelantado ya que no está previsto ningún encuentro entre el huésped estadounidense y el presidente ruso, Vladímir Putin. Todo discurrirá, según Peskov, un estricto protocolo diplomático, y Tillerson solo se reunirá con su homólogo ruso, lo que contrasta con el trato que recibía Kerry, quien acababa viéndose con el líder del Kremlin.
Y todo ello, pese a la estrecha relación que mantuvieron en el pasado Putin y Tillerson, quien cerró importantes contratos petroleros en Rusia y fue condecorado con la 'Orden de la Amistad'.