DRAMA HUMANITARIO
Casi 500 inmigrantes se ahogaron mientras Italia y Malta discutían quién los salvaba
El semanario italiano 'L'Espresso' publica las conversaciones telefónicas del suceso del año 2013
El semanario italiano 'L'Espresso' ha publicadoconversaciones que constatan cómo la Marina Militar deItalia y Malta se enzarzaron en una discusión sobre quién debía socorrer a un barco de inmigrantes en peligro que, ante la inoperancia de ambas partes, se hundió. Era octubre de 2013, mucho antes de que las Armadas de Italia y Malta, junto con sus Gobiernos, Frontex, la UE y otros organismos internacionales cambiasen el sistema de salvar a inmigrantes procedentes de Libia a bordo de pateras y barquichuelas.Todavía no se había abierto el conflicto actual entre las fiscalías italianas y las 13 oenegés que operan en la zona, por presuntas implicaciones de alguna de ellas con los traficantes.
Desde un barco pesquero procedente de las costas de Zuara (Libia), con casi 500 sirios que escapaban de la guerra en su país, llamaron al centro operativo de la Marina Militar de Roma. Todos los prófugos que partían de Libia llevaban entonces un teléfono por satélite y el número de socorro de la Armada. Dado que el timonel no hablaba ningún idioma comprensible, Mohanad Jammo, de 40 años, director de la UVI de Aleppo (Siria), cogió el teléfono y explicó a su interlocutor en Roma que la nave tenía en su interior medio metro de agua, después de haber sido ametrallado por personas llegadas vía mar desde Libia.
A partir de aquel momento, transcurrirían cinco horas de conversaciones entre las autoridades italianas y las de Malta para decidir quién y cómo debía socorrer a los sirios. Hasta que el pesquero se hundió. “Coj...!”, fue la última palabra del operador militar que atendía la embarcación.
Las dramáticas y surrealistas conversaciones de cinco horas entre Roma y Malta han sido publicadas ahora en exclusiva por Fabrizio Gatti, del semanario 'L’Espresso'. Es el único informador europeo que en años anteriores se unió a los prófugos subsaharianos y con ellos recorrió desiertos, afrontó mafias de traficantes, fue apaleado y al final internado, en Italia, en un campo de prófugos. Si las escuetas conversaciones reproducidas esta semana no fueran terribles, las cinco horas de llamadas podrían parecer un sainete de mal gusto sobre las burocracias estatales.
"ESTAMOS A PUNTO DE MORIR"
Todo comienza con un “¡Dígame!” repetido varias veces desde Roma y varios “un momento, por favor”, prosigue con las coordenadas que brinda el timonel, se producen varias caídas de la línea...”La nave, con problemas”, explica el joven, que recibe la petición de que hable inglés, francés o italiano. El médico sustituye al timonel y explica: “Somos 300 personas a bordo (ignora que en la bodega viajan casi otrostantos), somos un grupo de sirios, hay dos niños heridos, la embarcación se hunde, por favor, aquí tenemos a más de 100 niños, 100 mujeres y probablemente 100 hombres, apresuraros, estamos a punto de morir, nos queda menos de una hora, está entrando agua, soy un médico, por favor, el crédito del telefono se agota, estamos parados, nos desplazan las olas, te lo juro, tenemos una emergencia verdadera, please hurry up, please”.
Respuesta desde Roma: “Sí, ¿cual es el problema a bordo? Dame tu posición de nuevo”. Los inminentes náufragos se encuentran a 70 millas de la italiana isla de Lampedusa, pero es Malta quien dirige las operacions de salvamento, por lo que desde Roma insiten en que se pongan en contacto con ellos, a la vez que piden a los malteses que levanten el avión de socorro y acerquen una lancha para ver qué sucede.
La 'Libra', nave de guerra italiana, es la que se encuentra más cerca, pero Roma intenta no desplazarla por si ocurren “otros casos”. Cinco horas así, entre teléfonos y faxes que no llegan completos, sobre si debe intervenir quien dirige las operaciones o quién tiene a los prófugos más cerca, sobre repetidas peticiones sobre la posición de la patera y el estado de sus ocupantes, sobre si existe o menos alguna nave mercantil en las inmediaciones. “¿Habéis llamado a Malta?”, insisten desde Roma al médico sirio. Hasta que el teléfono enmudece para siempre.