Heraldo-Diario de Soria

COMICIOS EN EL PAÍS ÁRABE

Moqtada, el nuevo hombre fuerte de Irak

El clérido chií Al Sadr ha logrado que su coalición sea la más votada en las elecciones con un discurso nacionalista de rechazo a las potencias extranjeras más influyentes en el país árabe, EEUU e Irán

Un seguidor de Moqtada al Sadr sostiene una foto del clérigo en una concentración en la plaza Tahrir de Bagdad para celebrar el resultado electoral.-/ AP / HADI MIZBAN

Un seguidor de Moqtada al Sadr sostiene una foto del clérigo en una concentración en la plaza Tahrir de Bagdad para celebrar el resultado electoral.-/ AP / HADI MIZBAN

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EL PERIÓDICO
Soria

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La victoria en las elecciones de Irak de la coalición Sairún (Marchemos en árabe) que lidera Moqtada al Sadr ha sido toda una sorpresa y muestra cómo este popular clérigo chií ha sabido jugar de forma astuta sus cartas e interpretar con precisión los principales reclamos de parte de la sociedad iraquí, hastiada por un Gobierno ineficiente, corrupto y que mantiene una extraña doble alianza con Irán y Estados Unidos.

Al Sadr, de 44 años, ha pasado de ser el líder radical del temido Ejército de Mehdi en los años más duros de la guerra a convertirse ahora en un dirigente nacionalista árabe que defiende un proceso democrático no violento sin interferencias extranjeras de ningún tipo. Un religioso que ha logrado formar una coalición electoral con el Partido Comunista de Irak y que no ha tenido reparo alguno en viajar a Arabia Saudí, padre de la familia suní más extremista, para entrevistarse con el príncipe heredero y ministro de Defensa, Mohamed bid Salman, principal enemigo del régimen de Teherán. Sadr ha sabido esperar y hoy es un hombre clave en el devenir de Irak, a pesar de que no ha concurrido como candidato a estos comicios y no aspira a ningún cargo.

Irrupción precoz

Hijo del gran ayatolá Mohamed Sadeq al-Sadr, asesinado en 1999 por órdenes de Sadam Husein, Al Sadr empezó a destacar como figura política tras la invasión y ocupación anglo-estadounidense en el 2003, cuando tan solo contaba con 30 años. Ya entonces se convirtió en el líder indiscutible de parte de la comunidad chií (60% de la población contra 20% suní), en concreto de los habitantes de un populoso distrito de Bagdad, Ciudad Sadr, antes Ciudad Sadam. La lucha de resistencia de sus milicias contra EEUU y el Reino Unido fue tan efectiva que Washington llegó a calificar al clérigo como “el hombre más peligroso de Irak”. Las milicias del Ejército de Mehdi, además, fueron responsables de decenas de miles de muertes de civiles sunís durante la guerra sectaria que desangró el país del 2006 al 2008.

Autoexilio en Irán

Tras dos años de autoexilio en Irán, con el propósito de hacerse con el título de ayatolá, volvió a su país en el 2011 para ponerse al frente una vez más de sus fieles seguidores y entrar de lleno en el juego político del país, siempre de forma discreta, mostrando un perfil bajo, pero con una gran capacidad de movilización e influencia. Pasó al retiro al Ejército de Mehdi y lo sustituyó por las llamadas “Brigadas de la Paz”, formadas por unos 60.000 hombres que han luchado junto al Ejército iraquí contra el Estado Islámico, y ha mantenido activas las asociaciones caritativas, fundadas por su padre, que han cubierto las necesidades básicas ahí donde el Estado ha brillado por su ausencia. Su ayuda a los más pobres es uno de sus principales activos.

En las elecciones legislativas del 2014, su partido logró hacerse con 34 escaños del Parlamento, de un total de 328. Al Sadr ha sido implacable con el Ejecutivo del primer ministro saliente, Jadar al Abadi, y fue el impulsor y principal protagonista de la revuelta del 2016, cuando miles de sus seguidores irrumpieron en el Parlamento y se plantaron frente a la Zona Verde, el barrio búnker de la capital iraquí, sede del Gobierno, ministerios y embajadas. La protesta contra la corrupción se mantuvo hasta que Al Abadi, asediado por los sadristas, recibió a Al Sadr, que se plantó frente al Parlamento en una tienda de campaña, y cedió a parte de sus pretensiones, entre ellas hacer cambio en el Ejecutivo.

Malas relaciones

La actitud rebelde de Al Sadr inquieta, sobre todo, a Irán, país con el que el siempre díscolo predicador nacionalista no mantiene buenas relaciones, debido a la influencia que ejerce el régimen de Teherán sobre el Irak chií. Además, el clérigo se ha mostrado en contra de que el presidente sirio, Bashar al Asad, aliado de Irán, se mantenga en el poder. No ha gustado tampoco al Estado persa los contactos unilaterales que Al Sadr mantuvo el año pasado con la monarquía saudí, que ve en el religioso una figura que puede acercar Riad a Bagdad o al menos frenar la influencia iraní en Irak. Una posibilidad que complace también a Estados Unidos, aunque Washington sabe bien que Al Sadr aspira a eliminar también toda presencia e influencia estadounidense en el país árabe, que ha contribuido a destruir. El discurso del clérigo chií, a quien sus seguidores se refieren simplemente como Moqtada, viene a ser el de Irak para los iraquís. Su apuesta ahora es formar un Gobierno "tecnócrata y libre de todo partidismo", como tuiteó esta semana.

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