ENCUENTRO HISTÓRICO
Pyongyang acoge la primera cumbre con Corea del Sur en 11 años
Moon Jae-in pedirá a Kim Jong-un que agilice el proceso de desnuclearización
Un presidente surcoreano aterrizará en Pyongyang este martes por primera vez en 11 años. Kim Jong-un y Moon Jae-in se han reunido ya dos veces en la frontera durante el maratón diplomático de este año pero la inminente cita tiene una irresistible carga simbólica: retrotrae a aquellos tiempos de la sunshine policy o política de distensión que trajo un infrecuente periodo de sosiego a una península aún en estado teórico de guerra.
Moon es el heredero de aquellos presidentes progresistas cuya obra fue arruinada por la subida al poder de los conservadores. Llegará a Pionyang en tiempos complicados, con aquel entusiasmo enterrado bajo las lógicas turbulencias del proceso de desnuclearización y la obligación de que aquellos ampulosos y emocionantes compromisos se concreten en medidas.
En aquella histórica cumbre de finales de abril en Panmunjom se acordó que "no habrá más guerras en la península y que una nueva era de paz había empezado". Moon aclaró recientemente que presionará para materializar una "paz irreversible y permanente". No se discute la salud del diálogo entre norte y sur. Esta semana fue inaugurada una oficina mixta en el complejo industrial de Kaesong, donde una veintena de representantes por bando discutirán cara a cara y semanalmente los asuntos que antes se ventilaban por fax o por teléfono en los mejores casos. Lo más habitual era la falta de diálogo.
Sanciones
Pero Moon se juega las habichuelas en el espinoso tema de la desnuclearización que aún separa a Pyongyang de Washington después de la cumbre de Singapur. El paciente y admirable líder deberá tender puentes entre Kim Jong-un y Donald Trump y aceitar la segunda reunión que ya preparan. La desnuclearización es el asunto clave, confirmó Seúl, y la cumbre de Pyongyang será etiquetada de fracaso si Moon no arranca concesiones contundentes de Corea del Norte. El escenario idílico de Moon requiere que Washington responda con otras cesiones inmediatas y el proceso supere la desconfianza mutua.
Pionyang y Washington ven el cuadro de formas opuesta. La primera exige garantías de defensa a Estados Unidos y pide el levantamiento de las sanciones económicas esgrimiendo el amontonamiento de gestos de buena fe. Washington niega las peticiones norcoreanas y juzga de insuficientes sus medidas. El proceso de desnuclearización se hubiera hundido irremediablemente sin los esfuerzos de Kim Jong-un y Trump por preservar la sintonía personal que germinó en Singapur en junio.
Moon llegará acompañado de representantes de Samsung, Hyundai y otras epatantes multinacionales para estudiar inversiones en Corea del Norte. Pionyang ha lamentado la falta de cooperación económica de Seúl desde que empezó el deshielo y pide la reapertura de los proyectos industriales y turísticos de explotación mixta que llenaban sus arcas de divisas. Pero Moon está atado de manos: cualquier acuerdo está supeditado al levantamiento de sanciones internacionales. También los avances en la península dependen de que Moon desatasque el conflicto con Washington esta semana en Pionyang.