CAMBIO EN BRASIL
El poder de Bolsonaro
El nuevo presidente de Brasil es una muestra clara del avance de los populismo de extrema derecha en el mundo
Cuando Jair Bolsonaro tome posesión mañana como presidente, las cuatro democracias mas pobladas del mundo (India, EEUU, Indonesia y ahora Brasil) estarán gobernadas por líderes populistas con un discurso ultranacionalista. Más de un tercio de la humanidad en sus manos! Puede que sea pura coincidencia, pero deberíamos empezar a pensar si la democracia está en retroceso o es un calentón pasajero y han venido solo a drenar el pantano.
La frase no es de Jair Bolsonaro, sino de Donald Trump, el icono de esta ola radical que avanza imparable y hace referencia a la necesidad de quitar los lodos que la política tradicional ha ido dejando en el poder. Así es como están ganando espacio los nuevos populismos: con promesas de acabar con la corrupción y atrincherando el estado con gestos autoritarios.
En Latinoamérica, el populismo prospera a ritmo de vértigo. Si el socialismo ya tenía a Maduro en Venezuela como referente, ahora la extrema derecha ha encontrado hueco en Brasil. Está por ver si Jair Bolsonaro, presidente en cuanto el año comience, seguirá al pie de la letra el manual del autócrata, o por el contrario, una vez instalado se dejará influir por un entramado gubernamental muy complejo, donde ni siquiera tiene mayoría en un congreso con presencia de 30 partidos políticos diferentes.
Con una sociedad civil organizada puede haber esperanzas, aunque su campaña no lo augure. Quitando el odio a la inmigración, que no es la principal preocupación de Brasil, Bolsonaro se arrimó al poder prometiendo limpiar la corrupción que había entre los partidos tradicionales. Primo ideológico de Donald Trump, sexista como él, quiere revertir el avance de décadas de lucha feminista y empujado por corrientes evangelistas hará la vida imposible a todo el que se mueva al margen de las relaciones heterosexuales.
Partidario de las armas
Partidario de la tortura, insinúa recuperarla y sugiere que Brasil ha perdido poder en democracia, a diferencia de la época en que fue gobernado por la junta militar. Entre sus propuestas quiere que los civiles puedan ir armados y autorizarlos a matar sospechosos con total impunidad. Sin saber quién puede decidir sobre un sospechoso y de qué se le puede acusar, en un país con miles de homicidios al año, no parece que esta sea la mejor formula para frenar la violencia.
Para los brasileños empieza una etapa incierta, pero para el resto del mundo, la amenaza de Bolsonaro, también pende como una espada de Damocles. Negacionista del cambio climático -que considera una conspiración marxista de China para frenar a occidente- propone explotar la Amazonia. El bosque tropical más grande del mundo, necesario para contrarrestar las emisiones globales de carbono puede acabar en manos de grandes corporaciones.
Aunque el poder de Bolsonaro se intuye caprichoso y autoritario como el de Trump, esperemos que la democracia, aun amenazada por un nuevo populismo, asome allá donde su mayoría exigua no sirve, antes de que quien quiere drenar el pantano lo deje como una ciénaga.