DÍA NACIONAL DEL PAÍS ASIÁTICO
China: Sin palomas, drones ni internet
Pekín blinda el centro urbano para asegurarse el éxito de la ceremonia
Cualquiera que haya vivido en Pekín lo suficiente puede calcular la magnitud de un evento por las incomodidades de las vísperas. El de este martes será elefantiásico. Los pequineses han encadenado asperezas en la calle y en internet durante las últimas semanas. Los lamentos llegan de la comunidad extranjera; a los locales ninguna medida les parece excesiva si está en juego que la orgía patriótica de su fiesta nacional acabe en éxito. Los fastos empequeñecerán a los que cuatro años atrás conmemoraron el 70º aniversario de la rendición japonesa. Se espera el lucimiento de su soldadesca, un discurso presidencial y fuegos artificiales.
La gran muralla cibernética, normalmente un queso de gruyere, es inexpugnable. Los censores se han esforzado en tumbar todos los programas con los que el resto del año navegamos con cierta soltura. Incluso le pareció "exagerado" a Hu Xijin, editor del diario ultranacionalista Global Times. "Este país no es frágil. Sugiero que la sociedad tenga mayor acceso a las webs extranjeras, lo que beneficiará la fortaleza y madurez de la opinión pública china, la investigación científica, las comunicaciones externas y los intereses nacionales”, dijo en redes sociales. Es lo más sensato que se le ha escuchado a Hu y quizá por eso borró el mensaje minutos después.
El centro capitalino se ha consagrado al desfile. El Estadio de los Trabajadores, sede del Beijing Guoan, ha sido fortificado con unas vallas azules que ocultan la variada maquinaria militar, sus calles de acceso han sido cortadas y los clubs donde la juventud dilapida las noches con música atronadora y alcohol mejorable acumulan semanas cerrados. Conviene evitar estos días a la caravana de autobuses que trasladan a los miles de voluntarios después de sus ensayos porque su paso puede suponer media hora de espera antes de que los agentes te permitan cruzar la calle. Algunas estaciones de metro también han sido clausuradas y los taxis rehúsan los destinos céntricos.
FRUGALIDAD HONGKONESA
El listado de prohibiciones alterna clásicos como todo lo que vuela (drones, balones de aire o palomas) con novedades como que automovilistas y motoristas reposten personalmente el depósito. También se han cerrado las fábricas del cinturón urbano para asegurarse el cielo azul pintado con rodillo de las grandes ocasiones. Los pequineses ansiaban en los años de plomo cualquier evento internacional para disfrutar de aire respirable durante unos días; hoy, con muchos deberes medioambientales cumplidos, persisten las prohibiciones más por inercia que por necesidad.
Las banderas rojas en las fachadas, los arreglos florales con el ubicuo 70 en parques y los carteles con victoriosas leyendas confieren un saludable aire festivo a Pekín. Será un desfile del pueblo, por el pueblo y para el pueblo pero sin el pueblo. El espectáculo en la plaza de Tiananmén cuenta con 30.000 invitaciones para "destacados miembros del partido y modélicos trabajadores y funcionarios".
El esplendor pequinés contrasta con la frugalidad hongkonesa. La isla ha cancelado los fuegos artificiales y diseñado una celebración "modesta pero solemne" en un estadio blindado por policías para defenderse de las anunciadas embestidas de los activistas. No es descartable que ese espectáculo le robe el foco global al que ha planeado Pekín durante meses.