CORRUPCIÓN EN RUSIA
El nepotismo atenaza a Rusia
Familiares cercanos y amigos del presidente ruso y de ministros reciben escandalosos tratos de favor y buenos puestos en instituciones estatales pese a su falta de cualificación. Los expertos rusos sostienen que el fenómeno ha alcanzado "proporciones alarmantes" y alertan de que genera "inefectividad institucional" y favorece "la fuga de talentos"
"Nadie aquí se lo toma en serio". Una profesora de la Universidad Estatal de Moscú Lomonósov (MGU, por sus siglas en ruso), una de las instituciones académicas más prestigiosas de Rusia, quien prefiere no desvelar su identidad, ha optado por tomarse a broma los sucesos de los últimos meses en el más reputado campus de todo el país. En mayo, una joven treinteañera llamada Ekaterina Tíjonova, a la que diversas investigaciones periodísticas han identificado como la hija menor del presidente Vladímir Putin, pronunció la defensa de su tesina en la Facultad de Mecánica, convirtiéndose oficialmente en candidata a doctora en una sesión rodeada de secretismo.
Solo se podía entrar en el edificio con un pase especial y eso sí, sin cámaras; de hecho, las únicas imágenes que existen del evento fueron filmadas de forma clandestina por un anónimo asistente. La disertación se prolongó durante media hora y al término, se planteó una única pregunta especificatoria, pero ninguna crítica o enmienda, ni siquiera parcial.
El profesor Guivi Gorguiladze, el único académico que al parecer tenía intención de presentar cuestionamientos de fondo -el aparato vestibular del ser humano, compuesto por el oído interno y el cerebro, objeto de estudio del trabajo científico de la aspirante, también es parte de su especialidad- finalmente no pudo acceder al edificio. "Primero me dijeron que no estaba en la lista de invitados; después que la sala estaba muy llena", explica a EL PERIÓDICO entre carcajadas.
"Lo que más vergüenza me dio era ver que allí estaba presente la élite científica del país sin que nadie se atreviera a decir nada; en un momento de la presentación, alguien grito: '¡hemos superado a America!'; era todo muy ridículo", continua Gorguiladze, antes de descartar que una mujer licenciada en lengua japonesa como Tíjonova pueda acabar doctorándose en ciencias.
LA DOCTORANDA TÍJONOVA
Nadie duda en la MGU que la presunta hija de Putin será finalmente doctora, título académico que en su excepcional caso no precederá sino seguirá a una ya brillante carrera en el mundo de la ciencia rusa. De hecho, es la directora de Innopraktika, una fundación no gubernamental dedicada al "crecimiento del capital humano nacional", según reza su página web, que además cuenta en su cartera de donantes con las principales empresas del país, tanto privadas como públicas: la petrolera Rosneft, Gazprombank, el banco de la mayor empresa gasística del mundo, Rosatom, la corporación estatal sobre la energía nuclear, entre otras.
Más aún. Se sabe ya que la afamada aspirante está destinada a convertirse en el futuro en un referente del mundo científico ruso, ya que su fundación se encarga en estos momentos de levantar un vasto parque tecnológico en el campus del MGU, un intento de reeditar el Silicon Valley estadounidense en la capital rusa, en uno de los planes expansivos más ambiciosos jamás emprendidos por la reputada institución académica. El proyecto es valorado en 1.700 millones de dólares y está siendo desarrollado por el hermano menor del alcalde de Moscu, Serguéi Sobyanin.
El nepotimo y los escandalosos tratos de favor que reciben no solo familiares de Putin y de miembros del Gobierno, sino también de altos funcionarios y de amigos cercanos gangrenan Rusia, distorsionan el mercado laboral e impulsan la fuga de cerebros, valoran los expertos. En un estudio concluido en el 2015 por Dinara Safina, del Instituto para la Administración, las Finanzas y la Economía de la ciudad de Kazán, esta académica ya advirtió de las "amenazadoras proporciones" del fenómeno, que "pone en peligro el desarrollo social y económico del país". "Departamentos enteros están copados por familiares", continúa Safina, "degradando la efectividad organizadora" en las instituciones y "empujando" a los talentos a buscarse la vida en el extranjero.
UNA JOVEN DE 26 AÑOS, VICEDIRECTORA DE UN MUSEO
Vasily Lébedev es un músico que trabajó durante diversas etapas para el Museo de la Victoria, una respetada institución dedicada a glorificar la victoria del país durante la segunda guerra mundial y en la que se exponen tanques, armas o aviones tanto pertenecientes al Ejército Rojo como al de la Alemania nazi. Además, organiza eventos con veteranos de la contienda, unas de las figuras que más simpatías populares suscitan en la Rusia actual.
Sin embargo, su suerte cambió en el 2016, cuando el anterior director falleció y se hizo cargo de la dirección un nuevo equipo en el que figuraba como vicedirectora, con un sueldo cercano a los 6.000 euros mensuales, Kristina Trubínova, una joven de 26 años con estudios de Arquitectura -aunque nadie sabía si los llegó a finalizar- y cuya madre o familiar cercano, según ciertos indicios, podría ser Tatyana Trubínova, asesora en la Administración Presidencial. Kristina "trataba muy mal a la gente; los generales retirados preferían despedirse antes que debatir con ella", rememora Vasily. Como parte del programa para impulsar las visitas se "redujo a un 20%" el espacio dedicado a la exposición, y se "reconvirtieron" las salas de actos donde los antiguos combatientes se reunían en cines que exponen sin ningún pudor películas comerciales, comenta, preguntándose a la vez por el destino del dinero del alquiler.
Tras despedirse a los pocos meses de la llegada de Trubínova, Vasily evita ahora el sector estatal y vive de su trabajo privado como músico. Pero aún le queda un regusto amargo de su periodo en el museo, una humillante sensación de haber sido tratado como un ser inferior. "Esta élite se dirige a nosotros (a los ciudadanos corrientes) como basura", sentencia.