CRISIS EN ORIENTE PRÓXIMO
Trump espolea las crecientes protestas de los iranís contra su régimen
Varios misiles golpean una base militar en Irak que alberga a soldados estadounidenses La breve detención del embajador británico en Irán acrecienta la tensión con el Reino Unido
En uno de los retuertos inesperados de la crisis abierta entre Estados Unidos e Irán, la presión se ha trasladado a las calles iranís. Dos días después de que sus autoridades admitieran haber abatido por error el avión ucraniano que el miércoles despegó de Teherán con 176 pasajeros a bordo, grupos de manifestantes tomaron nuevamente varios puntos del país para reclamar la dimisión de los altos cargos del régimen. Las protestas cuentan con el respaldo pleno de Washington, que ha visto en solo unos días como se resquebrajaba la unidad generada en Irán por el asesinato del general Qasem Suleimani para dar paso a nuevos brotes de contestación social contra la teocracia chií. El presidente Donald Trump transmitió su apoyo total a los manifestantes a través de las redes sociales e instó a Teherán a respetar las protestas.
A los líderes iranís: no matéis a los manifestantes. Miles han muerto ya o han sido encarcelados por vosotros. El mundo está mirando, y lo que es más importante, EE UU está mirando, escribió Trump en una sucesión de mensajes en farsi y en inglés, aludiendo aparentemente a la violenta represión de las protestas del pasado mes de noviembre, documentada por las organizaciones de derechos humanos. El líder estadounidense también pidió a Teherán que deje trabajar a los periodistas y se abstenga de bloquear internet. Para el valiente pueblo iraní, que tanto tiempo lleva sufriendo: he estado a vuestro lado desde el principio de mi presidencia, escribió Trump. No puede haber más masacres de manifestantes pacíficos ni un apagón de internet.
El régimen se justifica
Irán ha tratado de calmar la indignación popular desatada por la muerte de los 176 pasajeros del avión pidiendo disculpas a todas las partes implicadas y negando que tratara de encubrir su responsabilidad en el bombardeo accidental del Boieng 737 ucraniano. Irán lamenta profundamente este error desastroso. Mis condolencias y oraciones se dirigen a los familiares de las víctimas, aseguró su presidente Hassan Rohaní. Pero esta inesperada vuelta de tuerca ha añadido un nuevo elemento de presión para el régimen, que optó por responder con prudencia al asesinato de Suleimani con un ataque sin víctimas contra dos bases militares iraquís que albergan a soldados estadounidenses.
Nuestra intención no fue matar a los soldados enemigos. No era importante, dijo el domingo el nuevo comandante de la Guardia Revolucionaria, Hossein Salami, en un emotivo discurso ante el parlamento en el que definió lo sucedido con el avión como el episodio más embarazoso de su vida. La cuestión ahora pasa por saber si Irán se sentirá tentado a elevar el precio de la muerte de Suleimani con nuevas represalias contra EE UU que le sirvan temporalmente para apaciguar las protestas antigubernamentales en sus calles. Pocos piensan que Irán o sus aliados en la región hayan dicho su última palabra.
Y en ese sentido, este mismo domingo, ocho misiles Katiusha fueron lanzados contra la base aérea de Balad en Irak, situada unos 50 kilómetros al norte de Bagdad, que alberga también a soldados estadounidenses. De acuerdo con las primeras informaciones, el ataque hirió a cuatro soldados iraquís y, por el momento, no se ha identificado a los responsables del ataque. El incidente se produjo mientras grupos de manifestantes en Teherán y otras capitales iranís protestaban contra el régimen desafiando las fuertes medidas de seguridad. Nos mienten al decirnos que nuestro enemigo es América. El enemigo lo tenemos en casa, gritaba un grupo congregado ante la Universidad de Teherán, según los vídeos colgados en las redes.
Un Gobierno debilitado
El Gobierno de Rohaní se encuentra en una situación muy delicada a raíz de las oleadas de sanciones estadounidenses, que han dañado severamente la economía y han aislado a Teherán de los mercados internacionales. En noviembre tuvo que hacer frente a las mayores protestas populares desde el inicio de la Revolución Islámica en 1979 y ahora la presión ha vuelto a reanudarse en plena crisis con EE UU. Los nervios son evidentes, como se demostró el sábado, cuando las autoridades iranís detuvieron durante unos minutos al embajador británico en Teherán, Rob Macaire, acusado de participar en unas protestas estudiantiles.
Londres sostiene que su embajador asistió a una vigilia por las víctimas del avión abatido, pero el incidente ha disparado también la tensión con el Reino Unido. El régimen iraní puede seguir avanzando para convertirse en un Estado paria, con todo el aislamiento político y económico que eso comporta, o puede tomar medidas para reducir la tensión y buscar una salida diplomática, dijo el canciller británico, Dominic Raab.