Heraldo-Diario de Soria

BODEGA 41 NORTE (DOP RIBERA DEL DUERO)

El vino del brindis por 'Rosetta'

El proyecto de los miembros de las familias Nuñez Piedrahita y Arévalo Noya vio la luz de Curiel de Duero en 2013 con 4.226 botellas de tempranillo, parte de las cuales se ha distribuido entre participantes de la misión de la Agencia Espacial Europea

José Antonio Arévalo (i) y César Nuñez Piedrahita posan en una viña de Curiel.-M.T.

José Antonio Arévalo (i) y César Nuñez Piedrahita posan en una viña de Curiel.-M.T.

Publicado por
MAR TORRES
Soria

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Respeto a la uva y a la elaboración tradicional por un lado. Por otro, ruptura en la imagen. Esas son las premisas sobre las que se asienta la pequeña bodega 41 Norte Boutique Winery & Vineyards, una empresa familiar ubicada en Curiel de Duero (Valladolid) y acogida a la DORibera del Duero.

El proyecto comenzó a pergeñarse en 2002 y se hizo realidad diez años después, cuando en 2012 se constituyó la sociedad mercantil. Entonces, ni imaginaban que su vino serviría para celebrar la finalización de la misión de la sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea, puesta en órbita en 2004.

Documentos aparte, los miembros de la familia Nuñez Piedrahita y Arévalo Noya, ya tenían claro sus objetivos: elaborar y comercializar vino con la uva que producen los majuelos paternos: nueve hectáreas de viña distribuidas en cuatro pagos del término de Curiel. Todo tempranillo. «Son las fincas de Carrabocos 1, 0,8 hectáreas en vaso, y Carrabocos 2, 4,5 hectáreas en espaldera; Santiago, 1,5 hectáreas; Las Ontanillas, 1,5 hectáreas de más de 50 años, y Valdecuriel, de 1,5 hectáreas. «Unos suelos son franco arcillosos; otros, más calizos por estar en páramo, y los de Valdecuriel, hacia Roturas, son más arenosos y aluviales», describe César Nuñez, enólogo y responsable del viñedo, quien indica que el rendimiento que obtiene es de 1.500 kilos por hectárea en los más viejos y 5.000 los nuevos, con 20 años.

Tenían la uva. Faltaban las instalaciones donde elaborar. Para ello reformaron y adaptaron el pajar anexo a la casa familiar, en el pueblo. «Son 400 metros cuadros en dos plantas. La superior –a nivel de calle– se destina a elaboración, y la de abajo a barricas (roble francés y americano al 50%) y producto terminado», señala José Antonio Arévalo, cuñado de César, y responsable de desarrollar del negocio.

La producción de uva es de unos 40.000 kilos de los que solo elaboran 30.000. Venden el resto.

Para elaborar disponen de cuatro depósitos de acero inoxidable de 3.000 litros, uno de 4.000, dos de 10.000 (para homogeneizar antes de embotellar) y uno más de 1.000. Aunque la previsión era que la reforma durase medio año, las obras se prolongaron seis meses más. «Ha sido mucha la inversión, sabemos que cada año tendremos que meter más [dinero] y no tendremos retorno hasta dentro de nueve años y medio», comenta Arévalo Noya. Sabe de qué habla porque trabaja en el sector financiero, en Madrid, y destina fines de semana y vacaciones a esta pasión bodeguera.

«Estos días de vendimia estoy durmiendo casi cuatro horas», confiesa. Pero le gusta.

41 Norte (la latitud de Curiel) elaboró la primera cosecha en 2013. «4.226 botellas que llegaron a 8.600 en 2014 y 12.000 en 2015», comenta Arévalo. Para esta vendimia, que arrancó el pasado 8 de octubre, prevén recolectar entre 30.000 y 35.000 kilos. Se recoge la uva en cajas de 15 kilos y se deja enfriar antes de despalillar. Cada pago se elabora por separado. Elaboran tres tipos de vino: el vendimia seleccionada, al que hasta ahora han dado nueve (2013) y seis meses de barrica (2014), «según lo que pida», un crianza y el vino de autor, para el que se desgranan las uvas una a una, cuyo mosto fermenta en barrica francesa y pasa 24 meses en madera ante del embotellado.

Mantienen que no son rígidos en los tiempos de permanencia en madera y botella y que se dejan llevar por lo que pida el vino.

Un vino que hay que comercializar, «algo muy complejo», dicen. Desde el principio tuvieron claro que el 80% iría a exportación. Además, trabajan en la personalización de los vinos. Esto es, sacar ediciones especiales con motivos concretos. Algo que se refleja en la serigrafía de la botella, realizada por una empresa de Jerez.

Y precisamente la finalización del viaje de la sonda Rosetta, un proyecto de la Agencia Espacial Europea, ha sido el encargo que ha propiciado que más de 3.000 botellas hayan viajado a 19 destinos de Europa yEstados Unidos. «208 pedidos independientes, realizados por personas que han intervenido en el proyecto y querían un vino en unas botellas personalizadas para celebrar la misión. Hubo que agrupar los envíos por centros de trabajo en Madrid, Alemania, Austria, Reino Unido, Francia, Italia, Holanda y Estados Unidos». Se embotellaron vendimias del 13 y 14 y el crianza del 14. Las botellas se serigrafiaron con tres imágenes de la sonda, el módulo Philae y el cometa 67P/Churiumov–Guerasimenko.

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