Heraldo-Diario de Soria

Arquitectura, gastronomía y naturaleza

Enclavada entre Atapuerca y Burgos se encuentra Casa Secuoya,  donde la arquitectura y la naturaleza se dan la mano y cocina Ricardo Temiño  

Otilia López está al frente de la gestión de este proyecto nacido en la casa familiar. / Tomás Alonso

Otilia López está al frente de la gestión de este proyecto nacido en la casa familiar. / Tomás Alonso

Publicado por
D. A.
Soria

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En muchas ocasiones el arte y la arquitectura van de la mano. Ambas disciplinas son capaces de transmitir y transportar al que contempla a una época determinada. Es más, las vanguardias artísticas influyen en todos los aspectos de disciplinas relacionadas con el diseño y el reflejo que más fácilmente se puede percibir es en las edificaciones. De hecho, muchos consideran las corrientes arquitectónicas como una forma más de arte y se catalogan según la época y las características propias de cada periodo, algo que favorece que las generaciones posteriores tengan una visión de la cultura y de la percepción del mundo en un determinado momento.

En Ibeas de Juarros, a tan sólo 10 minutos de Burgos capital, Casa Secuoya es uno de esos lugares con un encanto especial y que da buena muestra de lo que fue la vanguardia de los años 70 y 80 del siglo XX. Diseñada por Pedro Gutiérrez Ruiz, uno de los exponentes de la arquitectura de mitad de siglo y que dejó en la capital burgalesa edificaciones tan emblemáticas como la iglesia de El Carmen o el edificio Edinco, esta casa es uno de los mejores ejemplos del Brutalismo en Burgos. Esta corriente arquitectónica tenía como principal característica la utilización del hormigón combinado con materiales naturales como la piedra o la madera creando espacios diáfanos y volúmenes atractivos.

Como explica Otilia López, actual dueña de Casa Secuoya, este fue el proyecto de casa familiar de su abuelo Teodoro, un apasionado de los árboles y la naturaleza. Buena muestra de ello es el espectacular jardín en el que destacan los cedros azules, los pinos y, cómo no, dos ejemplares de secuoya centenaria que cumplen 50 años en su ubicación actual y que dan nombre a la casa. 

Como la propia Otilia destaca esta casa ‘es vida’ y eso se nota en rincones como el estanque donde conviven tortugas y peces o los pavos reales que pasean a sus anchas por el exterior de la casa y que tienen su nido en uno de los cedros.

 

Un espacio singular

Dentro, la estancia principal es un gran salón con un inmenso ventanal que sirve como escaparate perfecto para la zona de ocio del jardín a la que se accede directamente por una pasarela de madera y donde, en los días despejados, se puede admirar el pico Mencilla, el más alto de la provincia de Burgos. A partir de ahí la casa se distribuye en diferentes estancias y habitaciones distribuidas en dos plantas. 

El cuidado por los detalles y los materiales, una artesanía singular única y, sobre todo, una estética que ha permanecido intacta gracias a la atención y el mimo prestado durante medio siglo, hacen que esta casa aúne la nostalgia de tiempos pasados y la modernidad de la vanguardia que no pasa de moda. A la que vez que habla de la historia de una familia que ha querido y cuidado esta casa como una joya digna de pasar de una generación a otra. 

Ahora esta casa abre sus puertas para dejar que otras familias creen recuerdos en ella. Este proyecto busca ser un lugar de encuentro para celebraciones familiares o reuniones con amigos. Como señala Otilia López, gracias a sus amplios espacios y zonas diáfanas Casa Secuoya es una alternativa perfecta en tiempos de pandemia, además de tener la capacidad para ofrecer opciones diferentes teniendo en cuenta la climatología burgalesa. 

Con la implicación del chef de La Fábrica, Ricardo Temiño, la oferta es más que atractiva, ya que, a la vanguardia presente en todos los espacios de la finca, se une la que aporta el cocinero con sus cuidadas elaboraciones. Asimismo, la posibilidad de alojamiento en las propias habitaciones habilitadas en la casa, le dan un valor añadido a la experiencia. 

Por otra parte, Casa Secuoya también busca ser un espacio con todos los elementos necesarios para reuniones de equipos de trabajo, convenciones de empresa o espacios de networking. Además, es el entorno ideal para eventos como catas o degustaciones, así como para presentaciones.

Este proyecto nace con el objetivo de ser un elemento más que dinamice la vida social y cultural de la zona. Como destaca Otilia López, la idea es, aparte de ofrecer un espacio para eventos de todo tipo, más adelante también poder desarrollar otras actividades culturales y formativas en las que, por ejemplo, el diseño y la arquitectura tengan un peso importante. Además, estar en un lugar estratégico, cerca de los yacimientos de Atapuerca y a pocos minutos de la capital añaden atractivo a la estancia en la casa.

‘Casa Secuoya es un lugar con mucho encanto, muy singular y el paso del tiempo es maravilloso. Es un sello para la zona por su singularidad’ comenta Otilia López, que añade, ‘el valor fundamental es su arquitectura y los árboles: la secuoya, los cedros… pero también es un lugar para la contemplación. Dentro de la casa no hay televisiones, no hace falta. Y fuera, la naturaleza hace lo propio’.

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