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GASTRONOMÍA

Lilot, el 'chic' de una crepería internacional en Soria

Lilot surgió hace 12 años y ha evolucionado hasta convertirse en uno de los restaurantes con más encanto y capacidad de sorprender de Soria tanto para gourmets como para veganos, vegetarianos o celíacos, que no tienen que renunciar a la alta cocina

Ernesto López brinda con un rosado de la tierra en el Restaurante Crepería Lilot. GONZALO MONTESEGURO

Publicado por
A. CARRILLO
Soria

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Un excelente vino de la tierra, un rincón con encanto y tranquilidad, crepes y preparaciones selectas con guiños a la cocina de medio mundo... No, no es un rincón de París sino de Soria. El Restaurante Crepería Lilot lleva ya 12 años ofreciendo una singular forma de entender la hostelería. Una cena o una comida deben ser una experiencia más allá del cuchillo y el tenedor.

La Guía Repsol ya reconoce su buen hacer y en páginas como Tripadvisor brilla con sus buenas críticas, amén de estar considerado el mejor lugar de Soria para postrear. «Mucho trabajo», resume Ernesto López, ‘Nano’, mientras se mueve por un establecimiento lleno de pequeños rincones íntimos.

«La casualidad hizo estuviese trabajando de lleno en la comedia y tenía una empresa de informática en Soria con un socio cuya novia era francesa. Dijimos de montar lo que en principio iba a ser un bar con crepes que al final se ha convertido con el paso de muchos años en un restaurante que tiene recuerdos de crepería francesa» pero ecos de muchos otros lugares.

Desde aquel 2009 ha habido mucha evolución. «Al principio entramos a la cocina de puntillas. Poco a poco nos hemos ido ayudando de gente que es experta en el mundo de la cocina. Cuento con la ayuda de Marcos (García), de Marcocinando, pero también ha habido otros cocineros que han puesto su granito de arena en este restaurante como el recientemente fallecido Tomás Morchón, de Chocolate a Tres, o Alfonso (Romero) de Trashumante. Me he dejado aconsejar y creo que es una de las grandes virtudes de este restaurante. Tiene un montón y un poquito de todas las personas que han ido aportando», apunta Nano con orgullo.

Ese origen poliédrico le hace combinar «cocina francesa, bretona, con fusiones muy mediterráneas, con aporte vegetariano y vegano, con matices japoneses y orientales... Hemos ido cogiendo un poquito de aquí y allá hasta conseguir una carta que ha ido encajando dentro de la gastronomía de Soria». Engloba «desde los» platos «más homogéneos y menos transgresores, que recuerdan a una cocina bretona, donde había tres cuatro, cinco elementos que se mezclan dentro de una oblea y se construye un crepe hasta los platos más experimentales como el que vamos a sacar para enero». 

La sorpresa serán «profiteroles de naranja con una infusión de ginebra» y que se sumarán al postre estrella, «el helado de trufa negra de Soria. Es una tierra de chocolate blanco, helado de trufa, miel de acacia, brisura de trufa negra y semillas de amapola que recupera el aroma con una pastilla de hielo seco y aceite esencial». Suculento.

La clientela crece con ellos y Nano recuerda a quienes «empezaron a venir con 15 ó 16 años a por el típico crepe de Nutella y ahora son padres y traen a sus hijos recién nacidos a cenar en ‘su’ restaurante. Es una de las cosas que nos gustan y que no esperábamos, ver cómo va creciendo el público de Soria, al que le tenemos mucho cariño y que son amigos prácticamente». 

«Pero también es cierto que este restaurante se nutre mucho más del turismo nacional e internacional. Es un espacio que marca mucho la diferencia con el típico restaurante de cocina tradicional» y que sorprende a visitantes que llegan incluso a desviarse a mitad de un viaje para disfrutar de Lilot.

También se cuida que todos tengan sus opciones y que sea «refugio» ante alergias e intolerancias. «Somos 100% libres de gluten» y la carta tiene «más de un 50% de los platos de corte vegano y un 80% vegetarianos».

Además, cada visita puede ser distinta porque la creatividad es una de las banderas del establecimiento. «Tenemos la obligación de renovarnos y por eso el cambio de carta anual. Es un sacrificio no sólo para nosotros sino también para nuestros trabajadores. Luego es un problema porque llega un momento en el que todos los platos están riquísimos. ¿Cuál quitas?». Pero sorprender también tiene su premio.

Para Nano «lo normal es que la clientela sea nuestra mayor recompensa. No tengo clientes desagradables. Propicias un poco ese ambiente más íntimo, más tranquilo. Las mesas son pequeñas y las conversaciones son más bajitas. La música hace mucho. Pero el gran éxito de Lilot son las personas que la hacen posible». Es «gente que se arriesga, que quiere probar algo diferente, y que ha hecho lo más difícil, animarse a entrar a una crepería... en Soria».