GASTRONOMÍA
Huevos La Cañada, donde lo primero fue la gallina
Jesús Ciria es uno de los pioneros en la producción de huevos camperos con el bienestar animal como camino al sabor. Desde la provincia de Soria para toda España.
El eterno debate de si fue primero el huevo o la gallina tiene respuesta, al menos para Jesús Ciria García de la Torre, motor y promotor de Huevos La Cañada. Para él, lo primero es la gallina. Cuidándola, los huevos de calidad vendrán solos. Con esta premisa se lanzó hace más de década y media a una explotación avícola pionera, que apostaba por huevos camperos y bienestar animal cuando eran temas que todavía no habían calado en la sociedad. El tiempo le dio la razón.
Comenzó en Aldealafuente, Soria, y ya son cerca de 33.000 gallinas y 700.000 docenas de huevos al año los que cacarean su acierto. Algunos llegan a las mesas de los mejores restaurantes. Otros muchos a los hogares para redescubrir el placer de comerse un huevo ‘de los de antes’.
«Todo surge en 2005», rememora Jesús. «Asisto a unas jornadas sobre avicultura en Toledo. Ya estábamos produciendo pollo de corral, pero cuando vi que todos los ponentes y personas que asistían hablaban de lo mismo, de la legislación europea hacia el bienestar animal, de cómo iban a cambiar las cosas en pocos años, enfocadas a un producto más ‘como los de antes’, me planteé en Aldealafuente el poder producir huevo campero».
Cuando decidió lanzarse «prácticamente no había nada en España. Era ver cómo podíamos encontrar ese pequeño nicho de mercado que había en ese momento y que hemos visto que desde entonces, desde 2006 que hicimos la primera nave de gallinas, ha ido creciendo».
Lo hace porque están muy buenos, pero también porque cada vez más se demandan productos respetuosos con el planeta. Las aves tienen unas cuantas horas para salir de sus corrales al campo y hacer lo que tienen que hacer. Son «gallinas que caminan, a las que les da el sol, que picotean la hierba».
La legislación exige que para poder producir huevos camperos auténticos los animales puedan disponer de espacios para comportarse como tales. «Nosotros lo tenemos. Pero además, las gallinas realmente son camperas. Nosotros tenemos el sello de la Asociación para la Defensa de los Animales. Tras una dura auditoría certificaron que realmente nuestras gallinas son camperas, cumplen un bienestar animal superior al de la legislación para que sea una producción lo más adecuada para el animal». Lo dicho, la gallina lo primero, que esos huevos untosos, sabrosos y sanos llegarán.
«Fuimos la segunda empresa de todo el país en certificarnos con el sello y la primera en cumplir al 100% todos los requisitos. Estamos muy contentos de poder tener una explotación modelo y que nos da un buen nombre». Aquí, la fábrica y las operarias se lucen tanto como el producto.
Las ventas y el crecimiento muestran que abrir camino tiene su premio. La demanda es alta e incluso «trabajamos muchísimo con hostelería. Llevamos a muy buenos restaurantes, incluso de Estrella Michelin. Tiene una aceptación muy buena, cada vez más. Al final no es un coste tan elevado. Con dos huevos has comido y te han costado 30 céntimos. Es un producto muy bueno a un precio muy económico».
No es que Jesús se lo crea, es que lo practica a diario. «No puedo renunciar a un huevo frito en aceite de oliva sin sal, para que sepa a huevo. Eso es lo que ceno todas las noches. Luego lo puedo acompañar con jamón, con chorizo, con gulas, con gambas... con lo que quiera. Pero si no es tortilla, huevo frito es mi cena diaria. Consumo más de 365 huevos al año. Y los análisis perfectos», presume. «Al final, el huevo es el alimento más redondo que existe».
En el caso de Huevos La Cañada se tiene presente que además «no sólo comemos para alimentar nuestro estómago, también para alimentar nuestro cerebro. Cuando comemos un producto que da un beneficio a nuestra forma de entender la producción, con políticas de protección del medio ambiente y los animales», sabe mejor.
Lo ha comprobado casi toda España. «Estamos en todo el territorio nacional excepto Canarias. Ayer me llamaron de Sevilla para ver si podíamos suministrarles huevos. Es de La Coruña a Barcelona y de Cádiz a Bilbao. También hemos exportado algo pero ha sido a través de otras empresas». ¿Las opiniones de los clientes? «Que esto es lo que ellos buscaban. Esto es lo que ellos se imaginaban como huevo campero y producción campera».
Pero aún hay más valor añadido. «En Castilla y León estas producciones son un puente. Son producciones pequeñas, que pueden dar una renta añadida a una familia que viva en el medio rural. Incluso, si vamos a un volumen un poquito mayor, puede dar el sustento a una familia que pueda quedarse o ir a vivir al medio rural. Puede ser un vector muy importante a la hora de luchar contra la despoblación y conseguir ese desarrollo rural que necesitamos». Lo dice alguien que sabe un huevo.