Heraldo-Diario de Soria

TURISMO

Calatañazor, la escapada perfecta a la Soria medieval

La pequeña villa conserva su encanto en un enclave cargado de historia, escenario de Hollywood y con una naturaleza privilegiada para hacer planes

Paseantes por la calle Real de Calatañazor, Soria, en una imagen de archivo. HDS

Paseantes por la calle Real de Calatañazor, Soria, en una imagen de archivo. HDS

Publicado por
A. C.
Soria

Creado:

Actualizado:

El propio topónimo suena rotundo y el pueblo desde luego lo es. Calatañazor es sin duda uno de los enclaves más bellos de Soria y de toda Castilla y León gracias a que ha sabido conservar su carácter entre piedra, madera y cuestas. También atesora una reserva natural y brinda una ubicación privilegiada para conocer una de las zonas más espectaculares de la provincia. Un plan perfecto para celebrar el Día de la Madre o disfrutar del puente del 1 de mayo con historia, naturaleza, patrimonio y buena gastronomía.

Pero para entender por qué dejaron su huella en una localidad de apenas habitantes desde el caudillo Almanzor al cineasta Orson Welles, o por qué Celtas Cortos eligió la zona para invocar a las musas hay que remontarse unos cuantos siglos atrás. Si en este año se cumplen seis décadas desde su declaración como Conjunto Histórico-Artístico Nacional será por algo.

Hay constancia de que desde hace más de dos milenios esta zona bañada por el río Milanos está habitada. Primero fueron los celtíberos de Voluce quienes escogieron un cerro para asentarse, aunque los vaivenes de la historia hicieron que se mudasen a otro promontorio, el actual, a apenas un kilómetro del original. Allí arraigaron se supone que con una vida más o menos tranquila, pero la pugna entre musulmanes y cristianos les tocó de lleno, siendo como eran tierra de frontera.

Panorámica de Calatañazor desde fuera de sus murallas. HDS

Panorámica de Calatañazor desde fuera de sus murallas. HDS

Los historiadores cuentan que finiquitando el primer milenio después de Cristo el general Almanzor había tomado por costumbre realizar batidas por todo el norte de la Península Ibérica, infligiendo grandes daños en tierras cristianas. Era el año 1002 y regresaba de tierras riojanas cuando al parecer recaló en lo que hoy es el Valle de la Sangre, las tierras que se abren a los pies de Calatañazor, cuyo nombre parece provenir de ‘Castillo de las Águilas’.

El resto es leyenda, o quizás historia. Almanzor, ‘El Victorioso’, dejó de serlo. El Conde de Castilla Sancho García encontró allí su revancha y las huestes dejaron gravemente herido al caudillo de Al-Ándalus, posiblemente en una de las victorias más sonadas de la Reconquista. Se dice que ‘Almanzor perdió el tambor en Calatañazor’, y cierto es (o eso cuenta la tradición) que no debió de salir muy boyante de aquella. En Medinaceli, al sur de la provincia de Soria, se señala desde la villa un cerro donde acabaría enterrado poco después de pisar estas tierras. Un milenio después se le puso un busto en la localidad y tuvo sus partidarios y detractores, pero eso es otra cuestión.

Sabor medieval

Sea como fuere, en el Medievo la localidad y su tierra ganaron relevancia y uno de sus encantos es que buena parte de la misma se mantiene hoy inalterada, gracias a haberse convertido en una pequeña cápsula del tiempo. Por allí pasaron Alfonso X El Sabío, Sancho IV o el linaje de los Padilla. Por ejemplo, aquí nació el capitán general de las galeras de España en la histórica batalla de Lepanto, Martín de Padilla, a cientos de kilómetros del mar más cercano. Aquel pequeño pueblo de Soria tenía un inusitado peso en España.

De aquellas épocas se conserva un abundante patrimonio. Primero, el visitante habrá transitado junto a la ermita de La Soledad, románico puro aunque con algunas adaptaciones surgidas con el paso del tiempo. Si este estilo gusta por su sencillez, aquí alcanza un minimalismo. Una sola nave, motivos vegetales o esféricos como principal decoración y piedra vista en contraste con la muralla que se yergue sobre ella. Hay que fijarse un poco más para ver las caritas cuasi milenarias y los animales que miran desde sus canecillos, o para descubrir a ese tañedor de arpa -quizás el Rey David- añadiendo algo de movimiento a un conjunto a priori riguroso en sus formas.

Poco queda de la ermita de San Juan, también extramuros, pero mucho hay que ver en la iglesia de Nuestra Señora del Castillo. Para llegar, primero hay que sumergirse en la calle del pueblo, así, en singular. El eje principal de Calatañazor es una cuesta hacia arriba que va articulando preciosas casas de arquitectura tradicional. Piedra, adobe, madera, teja árabe, recovecos por los que asoman los montes colindantes... Hay pocos paseos con un sabor medieval más intenso y puro que este y solo los necesarios faroles de hierro añaden ‘moderneces’ traídas por el siglo XX.

Una vez llegados al mayor templo de la localidad brota de nuevo la historia. Por fuera, pinceladas del calendario con algunos ecos de su románico original, detalles que pudieran tener influencia en construcciones árabes en la fachada o su planta actual, gótica. Dentro, el poso de los siglos también hace de las suyas, y se puede ver un bello Cristo gótico en un historiado retablo barroco desde una pila bautismal románica. Incluso el pequeño museo tiene visita obligada, y merece la pena buscar en sus cuadros unas manos dignas de la mejor de las salas de exposiciones. Aún hay más, como los privilegios ratificados a la villa de Calatañazor por los Reyes Católicos o por su nieto Carlos V. La buena esencia se vende en frasco pequeño y Calatañazor sublima el refrán.

Plaza Mayor de Calatañazor con su rollo de justicia. HDS

Plaza Mayor de Calatañazor con su rollo de justicia. HDS

Y sigue la cuesta arriba. Así se llega a la plaza Mayor, donde un rollo jurisdiccional, posiblemente del siglo XV, recuerda que la localidad tuvo su autonomía. Hoy en día las fotografías son mucho más apetecibles que cuando se utilizaba como picota. Pero desde la plaza es otras estructura la que cobra protagonismo.

Las murallas abrazan al pueblo dándole su singular aspecto en lo alto del cerro. Tanto estas defensas como la torre del homenaje del castillo recibieron recientemente trabajos de consolidación. El resto de la fortaleza está más dañada, pero aún así no hay que tirar mucho de la imaginación para sentir por unos instantes el poder que transmite divisar desde allí toda la zona circundante.

Así lo entendió Orson Welles, quien decidió rodar en la villa, bajo la nieve, parte de su hoy aclamada ‘Campanadas a Medianoche’. La dirigió y actuó, se llevó dos premios de Cannes e hizo que Shakespeare circulase durante unos días por este extremo de Castilla y León (entonces todavía Castilla La Vieja) con la naturalidad con la que lo haría por su Inglaterra natal. Hoy, numerosos alojamientos rurales permiten seguir sus pasos, como los de otros muchos.

Welles, Almanzor, Javier Cansado (que descansa cerca)... Y Celtas Cortos. Abioncillo de Calatañazor albergó a la icónica banda vallisoletana hace cerca de 30 años. La banda decidió dar los últimos toques a sus discos ‘Tranquilo majete’ y ‘Cuéntame un cuento’ en la paz de estas tierras. El resto es historia, reciente, pero a buen seguro bailada y disfrutada.

Un entorno idílico de naturaleza y patrimonio

Y es que si Calatañazor es una pequeña joya del patrimonio de Castilla y León, los valles y lomas que domina no se quedan atrás. Mención especial merece el Sabinar de Calatañazor, el mayor y mejor bosque de sabina albar de la Península Ibérica cuya madera sostiene más de una casa del pueblo.

Es casi un conjunto escultórico. La altísima densidad de árboles para tratarse de esta especie, la magnífica conservación y la enorme longevidad de los ejemplares han tallado unos troncos fragantes y retorcidos dignos de hadas y duendes.  No es una exageración. Patrimonio Natural habla de ejemplares cercanos a los 2.000 años, suficientes para haber sido testigos de muchas de las líneas precedentes. Son 30 hectáreas de magia.

Un visitante fotografía en ojo de mar de la Fuentona. HDS

Un visitante fotografía en ojo de mar de la Fuentona. HDS

De esta especie se ha extraído durante siglos una madera muy aromática y dura, utilizada en la construcción y en numerosos utensilios. Se dice que su olor ahuyenta a las polillas, con lo cual una percha de sabina puede ayudar a preservar la ropa sin necesidad de químicos. Las bayas, aunque puedan confundirse con las del enebro que aromatiza la ginebra, son tóxicas.

Muy cerca también se encuentra el Monumento Natural de La Fuentona, aunque ya en término municipal de la vecina localidad de Muriel de la Fuente. Esta es una buena época para acercarse a disfrutar del ‘ojo de mar’, puerta de un laberinto de cuevas subacuáticas que aún no se ha conseguido explorar del todo. Con las lluvias primaverales suele rebrotar la cascada y el camino en sí, con una animada vegetación de ribera, luce a partir de mayo todo su esplendor.

Pueblos para una escapada perfecta

El Burgo de Osma está más alejado, pero también merece la pena acercarse a pasear por sus calles. Allí, la sobriedad medieval de Calatañazor muta en el esplendor de su catedral, sus palacetes y conventos, los soportales  de madera... Es un epílogo perfecto y cronológico a una historia que sigue escribiéndose.

La cascada de La Fuentona y el Sabinar de Calatañazor acaba de rebrotar esta misma semana. HDS

La cascada de La Fuentona y el Sabinar de Calatañazor acaba de rebrotar esta misma semana. HDS

La visita a Calatañazor se puede completar de forma muy sencilla acercándose a dos localidades vecinas, por la misma carretera de parte de la N-122 y que en breve se espera que lo haga de la A-11. Se trata de Muriel de la Fuente y Muriel Viejo, dos municipios con nombres similares pero con atractivos complementarios en menos de 10 kilómetros.

En ‘el de la Fuente’, además de la Fuentona y de dar acceso al Sabinar de Calatañazor, la hoz del Río Abión (sí, con ‘b’) enmarca un paisaje donde las rapaces son dueñas y señoras. Su ermita Del Valle, románica, la iglesia o los tonos ocres de sus calles dan refugio al visitante contrastando con la naturaleza en estado puro de su término, labrado por el agua.

Muriel Viejo cuenta con la certificación Starlight como uno de los mejores destinos para la observación astronómica. HDS

Muriel Viejo cuenta con la certificación Starlight como uno de los mejores destinos para la observación astronómica. HDS

En Muriel Viejo son más de mirar al cielo. Recientemente lograron la distinción como destino turístico Starlight y para este 2022 la han renovado. Es un sello de calidad que garantiza que la limpieza de su atmósfera lo convierten en uno de los mejores puntos del planeta para observar estrellas y otros cuerpos celestes incluso a simple vista. Súmese un templo barroco, la frondosidad de su entorno o la arquitectura tradicional para hacerlo idílico.

 

tracking