Vino
Bodegas Gormaz, los pioneros de la Ribera de Soria que mejoran con el tiempo
Nació en 1970 como cooperativa, fue cofundadora de la Denominación de Origen, y ahora mantiene los vinos clásicos de roble, crianza y reserva pero indaga en el potencial de las distintas parcelas para lograr vinos parcelarios de excelencia
Cuando comenzaron, el vino del Duero soriano se quedaba en casa y lo de comercializarlo era poco menos que una aventura. Corría el año 1970 y Viñedos y Bodegas Gormaz nacía como la cooperativa de San Esteban de Gormaz, unas cubas donde las parcelas centenarias de las familias entrelazaban sus caminos. Estuvieron allí una década después para cofundar la Denominación de Origen Ribera del Duero. Y hoy, con otra titularidad pero respetando a los ‘clásicos’, trabajan la viña y la barrica para sorprender con tintos que hablan de las diferencias y matices entre las poliédricas parcelas de la zona.
Su marca 12 Linajes rompió el cascarón de la que actualmente es una de las zonas aclamadas por las grandes guías. Hay medio siglo largo de historia detrás que ahora mira al futuro bajo la batuta de Hispanobodegas desde 2004. «A día de hoy estamos enfocados en recuperar el viñedo viejo, enfocarnos bien al terroir soriano en el que nos encontramos y en trabajarlo de primera mano dando valor a un enclave tan importante como este».
La que habla es la enóloga, Emma Villajo Barja, quien junto a la responsable de viticultura, María José García Moreno, guía el recorrido por la viñas. En el camino se habla de lo que toca, de cuántos grados da tal o cual muestra, de los pájaros o los corzos que aprovechan las parcelas ecológicas para intentar darse un festín con la uva de este año. «En esta parcela terminamos la vendimia este martes», apuntan. «Casi se nos hace raro volver y no llevarnos uva para un muestreo» confirman entre risas.
La apuesta de Juan Rivero al adquirir la bodega hace casi 20 años vivió el gran giro hace un lustro. Se decidió mantener la aplaudida trinidad de 12 Linajes con un Roble, un Crianza y un Reserva. Pero también por «vincularnos directamente a la tierra, al viñedo viejo, y hacer vinos selectos. Para ello la bodega también ha sido una parte importante» y recorrerla lo muestra a modo de viaje por el tiempo. Está la parte original, la que durante medio siglo ha mostrado que la idea inicial estaba cargada de acierto; y las zonas nuevas, donde se apuesta por «la elaboración ‘boutique’, por así decirlo», resume Emma.
«Al final recogemos la uva en pallots, tenemos mesa de selección, lo que llega en pequeña cantidad se elabora también en depósitos pequeñitos y termina su proceso en esta nave de barricas para sus parcelarios». Llama la atención la variedad de receptáculos, con barricas de 225 litros y de 600 y fudres de 1.000 y de 4.000 litros. Cada parcela da lo que da y se respeta la evolución de cada ‘mini cosecha’ hasta conocer cómo se expresa.
Hay también algo de amor, que es como mejor saben las cosas. «Tenemos un cariño muy grande por la comarca de San Esteban de Gormaz y por Soria. Esa apuesta de hace 20 años ya fue importante en su día, pero a día de hoy la valoramos mucho más. Hay ido trascendido y hemos ido dando valor, ahora se conoce la Ribera Soriana».
¿Tan distinta es de otras zonas? «Las diferencias que hay son principalmente climatológicas, la altitud o el riesgo constante de heladas. Todos esos riesgos te mantienen una tensión muy bonita, muy emocionante, porque hasta el momento de la vendimia no sabes lo que vas a tener». Este año las heladas mermaron las cifras, pero la sonrisa de Emma al apuntarlo deja entrever que la calidad promete compensarlo con creces.
«Cada año aprendes, te superas y los vinos nos van diciendo que en el terroir soriano hay algo muy bonito, muy fuerte. Una vinculación con la tierra y unos viñedos muy viejos que hablan mucho. Hablan solos. Es un lujo para la propiedad poder dar a conocer al mundo la Ribera del Duero Soriana», asevera una enóloga que realizó aquí las prácticas para regresar años después.
El sello inicial el que hoy en día sigue en las mesas de medio planeta es 12 Linajes, una referencia a las 12 familias notables que en su día rigieron Soria. «Es la marca que nos ha acompañado y que hemos dado a conocer en España y por el mundo. Hoy está en Estados Unidos, en China o en México» a través de las tres variedades clásicas. No obstante el avance al ir comprando fincas propias «nos ha llevado a hacer vinos parcelarios. Nos ha llevado a tener un 12 Linajes Grano a Grano, cuya uva viene de un viñedo de Atauta, de Valdegatiles; al 12 Linajes Finca la Estación de Quintanilla de Tres Barrios; a otro vino que es el 12 Linajes La Goteña Ecológico... Bajo el paraguas de 12 Linajes, con el que queremos seguir, vamos sacando nuestros parcelarios».
Emma también lleva la bodega Valdelacierva de La Rioja, un paisaje muy distinto al que trabaja Viñedos y Bodegas Gormaz. Aquí cada terreno varía en sus características y permite jugar, descubrir y combinar en una suerte de juego de construcción para enólogos. «Es un privilegio tener parcelas pequeñitas con suelos muy pobres. Son unos suelos muy arenosos que han hecho que podamos conservar los viñedos prefiloxéricos. La filoxera no podía atacar esas raíces y la media de edad son 100, 120 años. Eso, unido a la diferenciación de suelos de arenas con más o con menos arcillas, con más o con menos calizas, nos lleva a otra elaboración».
Por simplificar, permite sacar el sabor de cada metro cuadrado. «Nos deja pensar en que ‘esto lo ponemos en este barreño’ –ya ves que la bodega está llena de barreñitos– o ‘estas 100 cepas las vamos a separar’, ‘esta microparcela que parece que tiene una roca madre caliza la vamos a elaborar por separado’».
Gracias a ello «a nivel enología, poder catar los matices de esos tres suelos con un toque más mineral, o un tanino más afrutado, o un toque más pulido es un honor, un privilegio. Es poder crecer, porque al final la enología es ir evolucionando y creciendo con cada elaboración», señala Emma sin disimular que esto del vino tiene mucho de pasional.
Así, Viñedos y Bodegas Gormaz ha ido cambiando de la mano de sus 12 Linajes. Los vinos que le permitieron abrirse paso y situar a Soria en el mapa siguen triunfando; los nuevos se trabajan día a día para demostrar que todavía se puede crear, criar y creer en botellas que sorprendan precisamente por su pureza.
Los siguientes pasos están trazados. El más cercano, abrirse al enoturismo desde comienzos de 2024 aprovechando la presencia en la Ruta del Vino Ribera del Duero. La llegada de nuevas referencias dependerá de la tierra y la viña. María José seguirá descifrando lo que cuenta la madera retorcida y Emma aguardará el resultado para afinarlo. Fue una bodega pionera en verlo. Lleva 53 años de razón.