DueroNatura, donde las truchas y el río hablan de medio ambiente
La piscifactoría de Vildé (Soria) va más allá de las truchas de calidad y de la mano de María Polo ofrece alternativas de ocio basadas en la naturaleza
Pocas empresas tienen un sonido ambiente tan maravilloso como el de un manantial fluyendo antes de calmarse en el Duero. La piscifactoría de Vildé y DueroNatura, su vertiente de ocio, son la cristalización de una forma de entender la vida con un ojo en la tradición y otra en el futuro a través de la educación ambiental. Una reconexión con las raíces que tan pronto cría truchas de calidad y colabora con empresas cercanas para su transformación como enseña a pescar a unos niños o muestra la mayor fortaleza de Europa desde la pequeñez de una canoa.
María Polo está al frente de las instalaciones en las que otrora se remangaban sus abuelos, los fundadores. «Venía mucho al pueblo y era la sombra de mi abuela. La seguía en sus proyectos, en sus ‘locuras’. Al final creas un vínculo», recuerda. «También, a pesar de ser de Madrid, tenía claro que el mundo es muy grande», así que tras concluir sus estudios hizo las maletas. «Tras varios años en el extranjero decidí vivir en Soria» y retomar el testigo de una piscifactoría «pequeña, familiar, sostenible». De hecho, hoy hay más trazabilidad y es aún más ‘natural’ que hace medio siglo. Si volvió fue para ir un paso más allá.
La Posada
DueroNatura desde la piscifactoría de Vildé, naturaleza y ocio de la mano, las fotos
Mario Tejedor
La actividad se bifurcó. Por un lado sigue criando truchas en unas instalaciones que «son distintas a la mayoría de las actuales. Lo hemos querido conservar como antaño», con las pequeñas balsas surtidas por agua de manantial. Por otro lado desarrolló una alternativa de ocio al ver que «el sitio es especial y fue lo que me invitó a complementarlo con el recurso de DueroNatura».
Allí se ofrecen paseos en canoa por un entorno «fácil, bonito, por un pequeño cañón y pudiendo ver la fortaleza de Gormaz», la mayor del medievo en toda Europa. También hay un pequeño lago de pesca con tres opciones: Con muerte, sin muerte y con la posibilidad de hacerse las truchas a la brasa en las propias instalaciones. «Hay niños que han venido sin que les gustase el pescado y, como este lo han capturado ellos, se lo han comido muy a gusto», apunta María riendo. El lago aprovecha la balsa primigenia desde la que se subía agua para oxigenar la piscifactoría, pero se ha optado por reducir el número de truchas y ahora la oxigenación es natural, por la propia agua que corre.
Quinta Esquina
«Mis truchas y yo somos como una gran familia, con los niños, las gallinas, el huerto...»
Pilar Pérez Soler
Aún hay más. «Teníamos nuestros animales de granja y nos dimos cuenta de que eran atractivos para la gente. Es un espacio para acercarse a la naturaleza». María no sólo tiene experiencia en educación ambiental sino que es una defensora firme de practicarla, de «sembrar esa semillita» para que el futuro sea más natural que el presente.
No lo debe de hacer nada mal. El año pasado el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación le concedió uno de sus Premios de Excelencia a la Innovación para Mujeres Rurales 2023. La nieta de Conchita Jiménez demostró que la abuela tenía razón y a ella no le falta pasión. También ha recibido reconocimientos de la Asociación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural, AMFAR Soria; y de la Asociación Tierras Sorianas del Cid dentro del evento Mujeres en Danza.
Pero donde se siente como pez en al gua es en la piscifactoría, donde también cuida de unas truchas que vuelven a gustar. La crianza cuidadosa hace que el mito de que ‘saben a lodo’ caiga por su propio peso al probarlas. «Con la calidad de las truchas, ese inconveniente se ha erradicado» respecto a las formas de acuicultura de antaño. «Para mi es un problema como pequeña productora. La gente tiene ese recuerdo del sabor a fango y de las espinas. Pero voy invitando a la gente a que se reconcilie con la trucha» y de hecho ya le ha llegado algún testimonio de gente a la que no le gustaban pero las de Vildé le han devuelto el apetito.
Mejor cuanto más cerca
El agua que mana de forma natural tendrá algo que ver, pero también el empeño de María por mejorar. Por ejemplo «antes comprábamos lo alevines y ahora usamos huevos alevinados para poder controlar el proceso de principio a fin» y ofrecer a sus clientes una trazabilidad máxima. Aquí eclosionan, aquí adquieren un buen tamaño y desde aquí se distribuyen «sobre todo a Soria y a Aranda de Duero (Burgos), buscando que sean de kilómetro cero».
Así es también la transformación. Unas cuantas truchas de Vildé viajan dentro de la misma provincia de Soria hasta Five Fish, la empresa de transformación que Manuel Almazán puso en marcha para facilitar el consumo de pescado. Trucha en su jugo o trucha a la soriana son algunas de las preparaciones que se comercializan en sobres a través de su tienda online para que se puedan disfrutar en cualquier lugar. «Si hay gente como Manuel Almazán que la elabora y está buenísima, se queda aquí y es algo que deja más valor en Soria», sostiene María.
Para lo que no mira sólo a las cercanías es para divulgar. «Me gustaría atraer más cosas, sobre todo a los colegios. Creo que es importante sembrar conciencia». Por ello y tras algunas primeras experiencias positivas, incorpora como novedad visitas guiadas a la piscifactoría donde se muestra cómo con buen hacer la acuicultura puede ser muy positiva para el medio ambiente, cuidando de las truchas y evitando extraer peces de zonas naturales. «A la gente le interesa. y si lo enseñas in situ pueden tener más información» frente a los tópicos.
Hasta ahora a DueroNatura acude gente en busca de una jornada distinta en la naturaleza. «Como tocamos varios palos, me han dicho la frase de ‘me he reconciliado con la trucha’; y sí me han felicitado por el proyecto y me han dicho varias personas sobre el paseo en canoa que transmite paz. Si que vas viendo que acercas a la gente la naturaleza. Han llegado a decirme ‘tu abuela estaría orgullosa’», un cumplido que sin duda significa mucho.
Por el momento, además de clientela a través de las pescaderías y la transformación llega a la zona de ocio «mucho pescador al que a lo mejor el lago se le queda pequeño, pero que viene con los niños, se asegura de que piquen y eso les motiva mucho». También se facilita la leña o el menaje para poder cocinarlas allí mismo y disfrutar del pescado fresco y cercano como ninguno, sabiendo de dónde viene, cómo se ha cuidado y el agua en el que ha nadado.
Si se suma el poder acercarse a animales domésticos y de granja; el sentir alguno de los emblemas de Soria como el Duero o el castillo de Gormaz desde una canoa; el gozar del aire libre de Vildé; o el charlar un rato con María, que también merece y mucho la pena, sale un ‘planazo’ que también se puede cocinar en casa.