Heraldo-Diario de Soria

«Cambio de paradigma» para «producir sin destruir nuestro medio»

Andrés Gómez, impulsor de Granja Zael (Burgos), sostiene que «las vacas pueden salvar el planeta» gracias a la agroganadería regenerativa / «Nos queda suelo fértil para los próximos 50 o 60 años»

El promotor de Granja Zael aboga por las razas rústicas y de pequeño formato. En su caso, trabaja con Casinas y un semental de raza Angus | GRANJA ZAEL

El promotor de Granja Zael aboga por las razas rústicas y de pequeño formato. En su caso, trabaja con Casinas y un semental de raza Angus | GRANJA ZAEL

Publicado por
D.S.M.
Soria

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Se instaló hace un par de años en Zael, el pueblo de sus abuelos, con el objetivo de consolidar «una alternativa a las extensiones de secano cerealistas» que sirviese como «ejemplo de revitalización de la España vaciada». Tras dos años de experiencia sobre el terreno, Andrés Gómez empieza a ver los frutos de un proyecto, basado en el manejo holístico de principio a fin, que aspira a convertirse en «punta de lanza para integrar nuevas producciones, tanto propias como de otras personas». De momento, su apuesta por la agroganadería regenerativa está dando sus frutos. Los suelos por los que transitan sus vacas se van recuperando y acreditan la eficacia del «cambio de paradigma» necesario para «producir alimentos sin destruir nuestro medio». 

Antes de poner en marcha Granja Zael, evocando ese «concepto tradicional» de «diferentes especiales animales y vegetales trabajando juntas», este joven ingeniero agrícola de Miranda de Ebro se topó con un pueblo eminentemente «cerealista» cuyo clásico ganado de ovinos churros desapareció «hace muchos años». De entrada, adoptó la consideración de ‘Granja’ con mayúsculas para desmarcarse del término explotación, que «no oculta nada» porque «ya sabemos lo que están haciendo con los animales». Sea como fuere, Gómez decidió apostar por el modelo regenerativo por múltiples motivos más allá del aspecto puramente medioambiental. Entre otros, porque «haces más efectivo el ciclo del agua» y porque «económicamente es mucho más rentable». En este sentido, la inversión es mucho menor al prescindir de infraestructuras fijas. 

Lo que le parece «absurdo», y así le expuso el pasado martes en una conferencia organizada por la Oficina Verde de la Universidad de Burgos (UBU), es que «te obliguen a tener un mínimo techado». Y aunque le parezca un «tema burocrático que no tiene sentido», optó por construir un pequeño refugio portátil y desmontable, de 18 metros cuadrados, que los animales solo han pisado el día que llegaron. Así pues, el ganado siempre duerme fuera y su ubicación depende de la época del año. En invierno, por ejemplo, pasan la noche en una zona de monte para «estar más protegidos» y «resguardados de las inclemencias del tiempo». Por ahora, no ha sufrido problema alguno de ataques procedentes de fauna salvaje.

Granja Zael es, en definitiva, un «proyecto a largo plazo», una «carrera de fondo» con dos años de experiencia a sus espaldas que durante las pasadas navidades acogió su primera paridera. Al guiarse por las directrices del manejo holístico, sus producciones se encaminan únicamente a la carne 100% de pasto. Cierto es que los tiempos son «más lentos» cuando la naturaleza sigue su curso, pero confía en iniciar sus primeras ventas a finales de año. En cualquier caso, ha comprobado el «enorme potencial en nuestra realidad cerealista» de un modelo que «aprovecha espacios perdidos que no se cultivan porque no son rentables» y que pueden incorporar árboles frutales e incluso cereales «en una pradera ya regenerada».  

retos y claves

«Hay que cambiar el modelo productivo, es urgente y necesario». Gómez además tiene claro que «las vacas pueden salvar el planeta» y por eso se aferra a la agroganadería regenerativa como el método más factible para evitar el «estancamiento de la productividad de la tierra». Ya no es solo que se haya «alcanzando el techo en este sentido». También influye el aumento de los costes de producción que deja un margen de beneficio cada vez «menor» al agricultor, obligándole a sacar «muchos kilos y muchas hectáreas» y, por ende, favoreciendo que la propiedad de la tierra se concentre en «pocas manos». Por otro lado, la Revolución Verde expandida desde Estados Unidos a partir de los años 60 ha desembocado en un modelo extractivista concebido para «crecer» sin control para «que la rueda siga girando». Sin embargo, la comunidad científica lleva tiempo advirtiendo de las consecuencias que traerá este sistema si no se adoptan soluciones a tiempo. De lo contrario, «nos queda suelo fértil para los siguientes 50 o 60 años».

La actividad humana tras la era preindustrial no solo ha provocado se emita «más CO2 del que podemos secuestrar». Gómez sostiene además que «nuestra alimentación está en riesgo», básicamente por la agricultura industrial y la deforestación, que se sitúan entre «los mayores causantes del cambio climático». ¿Cómo evitarlo? Lo fundamental, más allá de abandonar prácticas perjudiciales para el planeta, es el aprovechamiento del «potencial» que brinda la agroganadería regenerativa para «volver a los niveles preindustriales». Para lograrlo, «el suelo debe volver a ser un almacén de CO2». Y qué mejor manera de intentarlo que con las granjas polifacéticas, «modelo de integración beneficiosa en el que todos ganamos», y el manejo holístico, capaz de «mejorar la calidad de vida tanto de los productores como de quienes les rodean». 

De forma resumida pero muy concreta, este joven emprendedor afincado en la comarca burgalesa de Arlanza detalló el martes una serie de claves a tener en cuenta. La primera, imprescindible, es «no arar nunca en suelo», amén de mantenerlo siempre cubierto «como si fuese un escudo». Otro factor de vital importancia es «diversificar» las producciones. Es decir, «huir del monocultivo». De igual manera, mantener las «raíces vivas» y «añadir animales» permitirán gestionar un proyecto de futuro, respetuoso con el medio ambiente, y rentable en términos económicos.  

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