Una campaña «catastrófica» hace más urgente la marca de garantía de la trufa de Soria

En el ecuador de la campaña la producción de trufa negra de Soria es “nula en campo” y “muy escasa en las plantaciones”, con unos resultados reducidos hasta un 75% con respecto a un año medio en algunas zonas, que ni con el riego han podido salvar las consecuencias de la sequía y las continuas elevadas temperaturas del verano pasado. 

Tampoco están ayudando las heladas de las últimas semanas porque impiden recoger la trufa y ésta queda malograda. Algunos de los productores más veteranos en la provincia aseguran que la temporada está siendo “catastrófica” y temen que va a ser la peor con diferencia de la historia de sus plantaciones.

El presidente de la Asociación de Productores y Truficultores de Soria, José Manuel Pérez, habla de “un año malo” provocado por la falta de agua durante la primavera y el verano, que es uno de los momentos claves para la trufa en su crecimiento, en el que se han salvado algunas plantaciones, que han podido sortear el calor y la sequía, y su producción es estable. Pero la mayoría está registrando mermas. Los más afortunados tienen resultados de un 20% menos, pero otros calculan un descenso de hasta un 75%. “El que no ha tenido suerte está desesperado”. Así con todo, Pérez establece una campaña reducida “a la mitad o menos”. 

Esto ha provocado un aumento de los precios, que en la venta al detalle y en ferias llega hasta los 1.000 euros, pero al truficultor, que vende la mayoría de su producción a fábrica o a intermediarios, no le compensa la escasez de la trufa a la hora de los resultados. 

En esto coinciden Feli Sánchez Espuelas y Javier López, que llevan casi 30 años inmersos en la recolección de este diamante negro de los montes sorianos, 20 con sus propias plantaciones. Aseguran que en todo este tiempo no han visto una campaña como la actual, que a su juicio es “catastrófica”. Desconocen el motivo del “desastre”, pero desde su experiencia lo atribuyen a la sequía y a las altas temperaturas del verano. “Han sido temporadas muy largas con mucho calor, muy constante y continuado; no eran olas, como otros años. Y no nos hemos salvado ni con el riego. La trufa se tiene que formar en primavera y en verano, engordar. Si no hay agua y se achicharra con el calor, no se hace”. 

Por ese motivo, con una producción reducida hasta un 70% menos, los precios no sirven para contrarrestar su temporada. E incluso cree que si la situación sigue así se va a terminar la campaña, que según el Decreto 21/2017 de Micología de la Junta de Castilla y León se puede recolectar entre el 1 de diciembre y el 15 de marzo, y hasta el 31 de marzo en plantaciones. “Los hielos tampoco están ayudando porque no podemos entrar en las fincas a recolectar y las trufas se arañan, de modo que ya quedan ‘tocadas”. 

Pérez este fin de semana estuvo en Vic (Barcelona) con motivo del Trufforum, el evento internacional en torno a la trufa negra que nació en 2017, impulsado desde el Instituto Micológico Europeo (EMI en sus siglas en inglés), con el soriano Fernando Martínez Peña al frente. Asumió la dirección de la Asociación provincial de truficultores de Soria el año pasado, con dos objetivos pendientes desde hace años: la marca de garantía para el producto y el reconocimiento de las tierras dentro de la Política Agraria Común (PAC). 

En este sentido, señala que ya está registrando ayudas como cultivos minoritarios. “El truficultor está cada vez más arropado por la PAC”. 

El pasado viernes, el director de la Fundación Soriactiva de Caja Rural de Soria, Anselmo García, adelantaba durante la presentación de la IX edición de la ‘Ruta dorada de la trufa’ que organiza la Caja, que la entidad trabaja para conseguir además ayudas específicas para Soria.

Un avance muy importante que, sin embargo, está ensombrecido por el bloqueo de la marca de garantía. Los truficultores insisten en que les urge una figura de calidad para la trufa negra de Soria, la segunda provincia en producción a nivel nacional, con una superficie aproximada de entre 1.700 y 2.000 hectáreas, aunque muy por detrás de Teruel, que está creando ya el Consejo Regulador para su Indicación Geográfica Protegida (IGP). Así, en Soria hay un resultado medio que se sitúa entre 25 y 30 kilos por hectárea, aunque las plantaciones más jóvenes empiezan en los cinco kilos por hectárea. 

Cantidades más que suficientes para conseguir una marca de garantía. “Estamos desesperados. Ya no sabemos qué hacer. De hecho, estamos pensando en sacar la figura por nuestra cuenta. Porque es clave para nuestro producto”, asegura José Manuel Pérez. 

Según Anselmo García, “este hongo comestible debe ser motor de desarrollo en una provincia que es la segunda más productiva de España por detrás de Teruel, pero también tiene su posicionamiento a nivel mundial, ya que “suministra a Francia importantes cantidades que luego comercializan como si fueran del Périgord y mientras en Soria no somos capaces de hacer una denominación de calidad para defender el origen, como ya ha hecho Teruel”.

En este sentido, insistió en que los estatutos para conseguir una marca de garantía, a través de una Denominación de Origen o de una Indicación Geográfica Protegida, están ya terminados desde hace un año a falta de que sean aprobados por todas las partes implicadas. Un borrador elaborado entre Soriactiva y Cesefor que tienen que ver el resto de actores para su ratificación que tendría que ser en la próxima Mesa de la Trufa, una vez la convoque la Diputación Provincial de Soria.

Recordó que los trabajos arrancaron antes de la pandemia, pero quedaron en el aire por la incertidumbre de entonces. “No podemos perder ese valor añadido que se genera con esta figura de protección porque algunos no quieran; es un reto que desde Soriactiva no abandonamos y vamos a seguir luchando para conseguirlo. Porque tenemos el mejor producto. Pero para ello, tenemos que ir todos juntos porque la unión hace la fuerza”, aseguró Anselmo García. Es más, se atrevería a apostar por una denominación a nivel nacional, a modo de ‘La trufa ibérica’, que englobaría a todas las zonas productoras que se encuentran en la cordillera ibérica.