AGRICULTURA
La colza gana terreno por su facilidad de rotación con el cereal
Son ya más de 60.000 hectáreas de este cultivo industrial que ha estado muchos años estigmatizado, pero que ahora es una opción por su rentabilidad / Su implantación ha resultado favorable porque tras la siembra no hizo mucho frío lo que le permitió llegar bastante bien en estado de roseta al invierno
Poco a poco la colza va ganando fuerza en la Comunidad porque los resultados de rentabilidad están más que probados. En poco más de 20 años este cultivo industrial ha conseguido asentarse, teniendo en cuenta que en 2005 apenas se sembraron 344 hectáreas y en la última campaña se superan las 60.400. No sólo por su precio, más del doble de hace veinte años, sino porque permite rotar muy bien con los cereales.
Sigue teniendo el ‘pero’ de la siembra, porque está muy condicionado por las fechas. «Tiene una problemática fundamental agronómica, ya que precisa estar implantada, nacida y en estado de roseta (con varias hojas verdaderas) antes de que empiecen los hielos. Ello obliga a sembrar en septiembre, lo que complica la situación, porque precisa de una preparación del terreno por detrás del cereal y además que haya lluvias para que la nascencia sea rápida», explica Gabriel Villamayor Simón, de la Subdirección de Investigación y Tecnología del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl). Y es que así la colza afronta mejor las heladas. «Si está justo naciendo resiste muy mal el hielo».
Señala que para esta campaña la superficie ha caído un poco con respecto al año pasado, y rondará las 50.000 hectáreas, porque en la temporada anterior había muchas expectativas de precios. Pero aunque alcanzaron los 700 euros por tonelada (en estos momentos está entre los 430 y los 470 euros), no resultaron como el sector esperaba, dado que en Francia, por ejemplo, superaron los 1.081 euros por tonelada. Y si se ha impulsado ha sido favorecido por las rotaciones PAC.
Su interés radica en el mercado creciente de los biocombustibles y en la industria agroalimentaria para la elaboración de aceite, aunque en España su consumo sigue ‘estigmatizado’ por el recuerdo de la tragedia de 1981, cuando por la manipulación de una partida de garrafas procedentes de Francia y vendidas de forma ambulante a un precio barato provocó la muerte de 1.100 personas y el envenenamiento de otras 60.000, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), de las que 25.000 resultaron con secuelas irreversibles. No obstante, ya está levantando el vuelo por su utilización para los biocombustibles, como sustituto de los carburantes habituales, y para aceite vegetal, muy valorado entre los países europeos, tal y como lo demuestran las cifras de Castilla y León, con 60.439 hectáreas.
No obstante, los gastos son similares a los que hay que invertir en el trigo y la cebada, y «este año se han disparado los abonos, los combustibles y las semillas, lo que complica mucho el estudio de costes». Pero, sin embargo, al estar los precios casi al doble que los de los herbáceos los agricultores no se lo piensan.
«Lo fundamental es que permite rotar muy bien con cereales porque mueve el terreno y lo hace más mullido para la siguiente campaña, y permite utilizar herbicidas de hoja estrecha, para luego cultivar cereales». Sí que señala que hay que tener cuidado con herbicidas residuales cuando se pasa del cereal a la colza, porque le atacan.
Constata que está siendo un año favorable para su implantación porque tras la siembra no hizo mucho frío lo que le permitió llegar bastante bien en estado de roseta al invierno y aguantar bien las heladas de los meses de enero y febrero. «Puede aguantar en estado de roseta hasta 20 grados bajo cero, pero si vienen heladas tempranas, como ha ocurrido otras campañas, a principios de noviembre, puede dar problemas la implantación». De hecho, asegura que los campos que se sembraron en septiembre ya están en floración. «En principio viene bien, pero ahora le falta agua. Es un cultivo que empieza a tener problemas de agua y si no llueve lo suficiente en abril se podría complicar», indica Villamayor. Espera que las altas temperaturas que se han registrado muchos días de marzo no afecten negativamente a la floración y por tanto al futuro rendimiento.
En cuanto a las plagas, señala que en las últimas campañas se está observando un importante aumento en los últimos años, especialmente gorgojos (Ceuthorrhynchus napi), que atacan a tallos y silicuas, y pulgones (Brevicoryne brassicae) muy perjudiciales en los últimos estadios. De hecho, el Itacyl alertó hace unos días de la presencia de gorgojo del tallo y de pulgón en parcelas de colza. «No es muy preocupante, pero hay que estar atentos».
El gorgojo aparece al final del invierno, de febrero a marzo, y deposita sus huevos en el vértice del tallo de diversas plantas que pertenecen al género Brassica. Se trata de un insecto del mismo orden que el escarabajo, de pequeño tamaño, con la cabeza prolongada en un pico en cuyo extremo se encuentran las mandíbulas. La hembra pone los huevos en ciertos frutos y semillas, especialmente en los cereales, formando plagas muy dañinas para la agricultura. Son una de las familias más grandes de animales, con 5.489 géneros y 86.100 especies en el mundo. Un día en que la temperatura se acerque a 12 ó 14 grados basta para que el insecto entre en actividad.
El gorgojo del tallo de la colza (’Ceuthorhynchus spp.’) puede comenzar sus vuelos y las puestas desde la salida del invierno. La larva roe la médula del cuello y del tallo provocando necrosis, deformaciones, encamado o retraso, entre otras afecciones. De hecho, el Observatorio de Plagas y Enfermedades Agrícolas del Itacyl, en colaboración con la cooperativa ACOR, ya ha comenzado a detectar los primeros vuelos de adultos.
Por ello, los expertos aconsejan la vigilancia de sus parcelas y seguir las recomendaciones emitidas al efecto, disponibles en http://plagas.itacyl.es.
Como medidas preventivas, indican eliminar las malas hierbas crucíferas enterrando en profundidad los restos del cultivo, rotación con cultivos no huésped y, en la medida de lo posible, evitar siembras en la proximidad de huertas.