Sánchez se acerca a una tormentosa reelección
El candidato espera superar sin sustos la investidura el martes y hacer efectiva la coalición. Una gran trifulca entre Bildu y la derecha marca la primera votación y el tono de legislatura
El socialista Pedro Sánchez está más cerca de su reelección como jefe del Gobierno. Acaricia de nuevo la presidencia y el liderato de la primera coalición progresista en tiempos democráticos después de fracasar en la primera votación, sólo superable con una mayoría absoluta con la que obviamente no cuenta. Tras otra sesión plenaria todavía más bronca que la anterior, con Bildu, el Rey y reproches e insultos gruesos en el foco presagiando que la tormenta política puede derivar en tsunami, el próximo martes los diputados volverán al Congreso. Votarán otra vez la investidura de Sánchez y, ya con la mayoría simple que tiene atada (167 síes frente a 165 noes), será proclamado presidente ese día. Siempre que no haya sorpresa.
Ese es el plan trazado desde las filas socialistas que se hará realidad salvo que algún problema inesperado o la salud de algún o algunos parlamentarios lo impidan sin dar tiempo a activar el voto telemático o que, contra pronóstico, alguien cambie de opinión in extremis, como alienta sin descanso la derecha en declaraciones públicas, mails y campañas en redes. Piden a "socialistas valientes" o a Teruel Existe que reflexionen sobre la "aberración" que, bajo su punto de vista, supone respaldar a un presidenciable que cuenta con ERC y "herederos de ETA". No parece en todo caso que esos llamamientos al boicot vayan a tener éxito, aunque se multiplicarán y a tomarán un eco estruendoso en las próximas horas, por más que el líder del PSOE subiera este domingo a la tribuna del Parlamento a afear a Pablo Casado, del PP, e Inés Arrimadas, de Ciudadanos, estos "acosos".
Sánchez, sin perder la sonrisa pero con más decibelios de los utilizados hasta ese momento para dar sus réplicas, auguró a populares y naranjas que fracasarán en su objetivo y que, además, acabarán pagando las consecuencias de dejarse llevar por estrategias propias de la extrema derecha. Pero lo ajustado de los avales que tiene negociado Sánchez se han caído a última hora el voto del Partido Regionalista de Cantabria y el de Ana Oramas, de Coalición Canaria- no evita que tanto su organización como aquellas que están dispuestas a darle apoyo por activa o por pasiva se muestren, como poco, inquietas.
"Gobierno el martes salvo que haya un tamayazo", apuntó Gabriel Rufián, de ERC, en los pasillos de la Cámara. El grupo socialista, por su parte, envió un mensaje interno a todos sus diputados para duerman la noche del día 6 de enero en Madrid, evitando despistes cuyo coste político resultaría elevadísimo. Aún así el escenario que contempla el PSOE es una inminente investidura y la designación del Gobierno bicolor en los próximos días, de forma que el viernes se reúna por primera vez el nuevo Consejo de ministros, con tarea por delante: la actualización de las pensiones o el sueldo de los funcionarios, por ejemplo, están esperando en el cajón de las cosas urgentes al siguiente Ejecutivo.
'TOMAR EL CIELO' CON CINCO CARTERAS
También Unidas Podemos se prepara para lo que viene. Pablo Iglesias y los suyos no han podido ocultar en las últimas jornadas la ilusión y, al tiempo, el nerviosismo con el que afrontan su casi segura entrada en La Moncloa. Es la llegada al cielo de poder que buscaban, aunque no ha sido por asalto, sino por acuerdo con los socialistas que antaño soñaban sustituir. Por el camino, en estos años, los morados se han dejado parte de su proyecto y a un buen puñado de los fundadores del mismo. Han estado a punto de tambalearse peligrosamente, han perdido apoyos y sus trifulcas con el PSOE -que tampoco salió bien parado en urnas de la última batalla fratricida de la izquierda-, les han hecho herida. Pero los podemistas, que aplaudieron cada una de las intervenciones de un Sánchez que, púbicamente, les ha rendido pleitesía, ya no piensan en eso. Diseñan contra el reloj sus posibles equipos gubernamentales y eligen qué proyectos de ley serán los primeros que pongan sobre la mesa.
De entrada ya se conoce que Iglesias será uno de los tres vicepresidentes, el del área social, que tendrá Sánchez, que completará la terna con Carmen Calvo en política y Nadia Calviño en economía. Tienen asimismo garantizadas carteras moradas Irene Montero, en Igualdad; Yolanda Díaz en Trabajo, Manuel Castells en Universidades y Alberto Garzón, en Consumo.
Quien está llamado a ser su jefe, Pedro Sánchez, se permitió este domingo darles ya consejos, "desde la humildad": les recetó moderación y progresismo para hacer frente a la oposición y las críticas que asoman en el horizonte, que no serán menores, visto lo visto y oído lo oído en las últimas horas en el Congreso. La memoria retrotrae a los estertores de las legislaturas de Felipe González o José María Aznar, o a la primera de José Luis Rodríguez Zapatero, la de la propuesta de la reforma del Estatut; los mantras de "España se rompe", el tripartito catalán y el pacto del Tinell.
No obstante hay dos diferencias notables por las que se barruntan emociones (y crispación) fuertes. Quién sabe si demasiado: la primera, que en Cataluña ya se ha experimentado con un sucedáneo de DUI, lo que ha incrementado la desconfianza de una parte notable de España hacia los independentistas. También hacia ERC, ahora llamada a intentar tender puentes, recuperar el diálogo y buscar una solución al "conflicto político" junto al PSOE y la ayuda de Podemos. La segunda, la llegada y vertiginoso ascenso de la ultraderecha en España, presente ya en numerosas instituciones y marcando, sin duda, el paso, el mensaje y el tono de otras formaciones como PP y Ciudadanos.