El territorio del mito
AÚN PERMITIÓ el mal tiempo que se desarrollara por la ciudad el vistoso festival de ‘Las ánimas’, con la lectura de la inquietante leyenda de Bécquer. Pero, al día siguiente, el de los fieles difuntos, hacía una mañana de perros, un diluvio que parecía que no iba a escampar nunca. Por eso, ‘el Espabilao’, ‘el Chismoso’ y yo, nos adentramos prestos en el bar ‘El cielo’. Ya a cubierto, pedimos nuestras consumiciones y nos enredamos en entretenida y grata conversación. Porque, según Emilio Lledó, pensar es conversar.
Así, por asociación, ‘el Espabilao’ comenzó a hablarnos de esa ‘lluvia de ideas’ para el programa de Numancia 2017. Señaló que sería bonito repetir la gesta mediante un partido de fútbol entre La Roma y El Numancia. Y que, además, se prendiera la llama del pebetero junto a Diputación en honor a nuestros héroes.
Yo, les recordé el precioso artículo de Juan Antonio Gaya Nuño, ‘Actualidad y eternidad de Numancia’, en ‘Diario de Barcelona’ (20-9-1964), donde se define como peregrino a Numancia (lugar pantanoso) y nos advierte que, pese a la pobreza de sus ruinas, ‘ni las excavaciones, ni los museos, ni nada es capaz de conceder actualidad a la colina de Numancia, porque su esencia no es actual, sino eterna, eternísima’.
Para vuestro deleite -intervino ‘el Chismoso’- os he traído estas ‘Coplillas’ que encontré impresas en un recorte de ‘El Avisador Numantino’ de 1923, y que dicen: ‘Un camino estrecho / y una cuesta pina; / el cuerpo patina / se fatiga el pecho. / No hay dos inscripciones / en ninguna piedra, / solo excavaciones / hay entre la hiedra. / Dos hombres sorianos, / sin mucha constancia / buscan con sus manos / algo de Numancia. / Poco hay entre el barro, /créamelo usté; / tan solo un guijarro / o algún peroné. / De aquellos guerreros / sin par en la historia, / ni existen letreros… / ni existe memoria. / Solo, sin embargo, / sencillo lector, / solo existe el cargo / de conservador. / Que aquí los gobiernos, / en ciertos momentos, / dan para sus yernos, / nuestros monumentos. / La ciudad de Iberia, / llamada Numancia, / es, sin arrogancia, / una cosa seria. / Mas callar prefiero / -yo no me alboroto- / hoy solo hay dinero, / lector, para el voto’. Van firmadas por un tal E. Moyron y, a lo que se ve, no tienen el menor desperdicio.